Lagartijo cuando enviudó.su suegro se presentó un día en su casa y le exigió la mitad de su fortuna porque en su opinión eran gananciales de su hija y que por tanto le correspondían a él. Lagartijo puso el asunto en manos de unos abogados de Córdoba y no dudaron en darle la razón al suegro. Rafael no conforme con esta opinión, se fue a Madrid a ver a un gran abogado y político amigo suyo, que en aquellos días era presidente del Gobierno en España, Francisco Romero Robledo, a quien expuso el caso pormenorizadamente. El abogado y político le contestó a su amigo torero: Rafael, me temo que se lo vas a tener que dar. La ley es la Ley... Y ante el gesto de disconformidad del torero añadió: Ya sé que la ley muchas veces puede ser dura y hasta injusta, pero así es. Unos segundos de silencio entre ambos amigos y “Lagartijo” le dijo: “don Francisco ¿cuántas veses m’a visto osté torear?”. “Cientos de veces Rafael y siempre muy bien”, le contestó Romero Robledo. A lo que el torero le contestó: “Y cuando yo’staba serca der toro... ¿vi’osté alguna vez a mi suegro por allí, a mi lado con la capa...?”.
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