martes, 3 de enero de 2017

BOJILLA


Enrique Bernedo González ‘Bojilla’oriundo de Granada como toda su familia, heredó el apodo de su padre, José María Bernedo Caba, mozo de espadas a quien empezó a conocérsele por este sobrenombre, dada su bondad y eficacia, comparable a la del primer ‘Bojilla’, mozo de espadas también del mítico Ricardo Torres ‘Bombita’. 

Su extraordinario ingenio en la calle, un verdadero filósofo del toreo y de la vida misma, y sus excelentes facultades en el ruedo, ya que como lidiador estába considerado como uno de los mejores de la historia, le granjearon enormes simpatías y muy alta cotización profesional.
Con singular y proverbial agudeza irónica definió las más variadas situaciones de la actividad taurina, en las que siempre él fue protagonista, anécdotas que conformarían un delicioso y ejemplar glosario taurino.
Fue tanta la fama que tuvo ‘Bojilla’ por sus ocurrencias, que hubo algunas muy redondas y acertadas que sin ser suyas se le llegaron a atribuir también, incluso exagerando la realidad, como él mismo reconoció en alguna ocasión. 

De todas ellas, una especialmente emotiva, cuando salió de la plaza de Las Ventas después de la presentación de un novillero al que apoderaba, en el que tenía puestas muchas esperanzas y cuya actuación dejó que desear.
Caras de circunstancias entre los acompañantes del torero ya dentro del coche, cuando el chófer preguntó a dónde debían dirigirse, respondiendo ‘Bojilla’ con un lacónico y contundente «la cuadrilla, al hotel. Este y yo, al viaducto (lugar elegido por los que se suicidaban en Madrid)». 


Por encima de su gracejo, ‘Bojilla’ fue un extraordinario torero. Manejó el capote con tanta seguridad y eficacia que militó siempre en las cuadrillas de los espadas con más nombre.
Debutó a las órdenes de su paisano Rafael Mariscal, y entre otros toreros importantes, estuvo al lado de Rafael Ortega, Pedro Martínez ‘Pedrés’, los venezolanos hermanos César y Curro Girón, y Sebastián Palomo Linares. 



Por cierto, sobre este último ejerció una gran influencia como torero y como hombre, y prueba de ello son las recomendaciones y censuras que le hizo durante la larga relación entre ambos, una de ellas también con ocasión de una tarde poco afortunada de la joven figura.
Palomo le inquirió con inclemente mirada, como pidiéndole comprensión, que justificara el subalterno la poca fortuna de aquella actuación, pero ‘Bojilla’ fue igualmente implacable en su apreciación: «maestro, está usted despedido». 


Tras su retirada de los ruedos ejerció también como apoderado, función que estrenó con otro paisano, José Julio Granada, a quien situó el primero del escalafón novilleril y le llevó a una alternativa de lujo en Granada, y posterior confirmación en Madrid, en una corrida de la Prensa.
Dirigió, entre otras las carreras de Curro Vázquez, Lázaro Carmona, Pepín Liria y Julio Norte, además de un buen número de novilleros. Con el mexicano Miguel Espinosa ‘Armillita Chico’ mantuvo una relación de entrañable amistad, ejerciendo de representante suyo durante mucho tiempo en España.
El apoyo y el cariño que tuvo ‘Bojilla’ de la gran familia del toro lo reflejó el brillante homenaje que se le dedicó en el año 95 con un festival taurino en La Monumental madrileña de Las Ventas.
‘Bojilla’, dejó de existir en el hospital de ‘La Fuensanta’ de Cercedilla, en la sierra madrileña el 01 de Marzo de 2001 a los 74 años.

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