José
Muñoz, «Pucheta», no es un
aristócrata, sino un individuo
salido del pueblo, que con el
pueblo lucha y por el pueblo
muere con las armas en la
mano peleando en defensa de
la libertad en una barricada
de la calle de Toledo.
Nacido en Madrid en 1817,
José Muñoz tiene que ganarse
la vida trabajando desde la
niñez. Quiere librar de miserias y estrecheces a sus familiares y no encuentra mejor salida que los toros. Pero sin influencias, amigos ni protectores, tropieza con toda suerte
de difiultades. Durante largos años pasa los veranos enteros yendo de un lado para
otro interviniendo en centenares de capeas y festejos modestos, en los que si recibe algunas cornadas no consigue provecho ni fama.
Es un hombre serio, honrado, trabajador, que goza de extraordinaria popularidad en la plaza de
la Cebada y sus alrededores,
donde siempre ha vivido.
En 1845 cree ver realizados sus
sueños al torear como novillero en la plaza de la Puerta
de Alcalá. Desgraciadamente,
aunque se arrima a los astados, su toreo burdo, sobrado
de arrojo pero carente de finura, no le depara el éxito ambicionado. En años sucesivos no
avanza mucho en su profesión.
Tropieza, aparte de sus limitaciones artísticas, con un
grave inconveniente: José
Muñoz, «Pucheta», es progresista como la mayoría de su
barrio y en España gobiernan
y mandan los moderados. En
las algaradas políticas de 1848
y 1853 se ve en serios apuros,
porque la Policía de Narváez
le considera jefe de los agitadores de la barriada y tiene
que andar huido y escondido.
En 1854, cuando el levantamiento popular de Madrid
permite triunfar a O'Donnell
-::a punto de fracasar en su pronunciamiento de Vicálvaro--, se lucha encarnizadamente en las calles de la capital.
En la de Toledo se pelea
durante tres días con extraordinaria violencia y es José
Muñoz, «Pucheta», quien,
nombrado jefe por la Junta de
la Bardada, dirige la contienda, escopeta en mano, alentando a los suyos con sus palabras y ejemplo.
Vuelta a la la normalidad tras el
estallido revolucionario, «Pucheta» reanuda su profesión. toma la alternativa en la
plaza de Madrid de manos de «Morenillo» y actúa con posterioridad en numerosas ciudades españolas tanto en el
resto de 1854 como en 1855 y
los primeros meses de 1856. Al
romperse en este año la coalición de Espartero y O'Donnell
pretende éste último desarmar a la milicia nacional. El
intento provoca un alzamiento general de los barrios
madrileños. Durante una semana se libran sangrientas
batallas, en las que poco a
poco van siendo aplastados
milicianos y progresistas. La última barricada popular que
resiste a los moderados es la
que cerca de la Puerta de Toledo defiende José Muñoz,
Repetidas veces rechazan sus
defensores las cargas de un escuadrón de caballería, sufriendo grandes bajas una y
otra de las partes en lucha.
Por
último, el 16 de julio, muertos,
heridos o huidos sus compañeros, «Pucheta» se queda solo. Herido, falto de municiones y rodeado de enemigos.
tiene que entregarse. Los
dados se disponen a conducirle a prisión cuando un
grupo de enemigos políticos se
abalanza sobre el preso y le
cosen materialmente a balazos y puñaladas. Su cadaver
queda, tendido y abandonado,
en la mitad de la misma calle
que dos años atrás presenció
su triunfo. José Muñoz, torero
de muy segunda fila y agitador político muerto en lucha
por la libertad, es una figura
más para la españolada de
pandereta de los romántico franceses y británicos que recorren España a mediados del siglo XIX .
No hay comentarios:
Publicar un comentario