Matador de toros español, nacido en La Algaba (Sevilla) el 26 de febrero de 1902, y fallecido en el frente de Córdoba, en plena Guerra Civil, el 30 de diciembre de 1936. En el planeta de los toros es conocido por el sobrenombre artístico de "Pepe Algabeño" o, simplemente, "Algabeño", remoquete que heredó de su progenitor, el también matador de reses bravas José García Rodríguez.
Alentado por el ejemplo de su padre y por el ambiente taurino que respiró desde niño, dio sus primeros capotazos y demás lances de aprendizaje por su Andalucía natal, y, ya con el firme propósito de seguir el oficio de torero, se presentó por vez primera en un coso importante (el de Valencia) el día 12 de marzo de 1922, cuando, ya con veinte años de edad, se midió con novillos de Juan Terrones en compañía de los jóvenes aspirantes "Gallito de Zafra" y Rosario Olmos. Inmerso, a partir de entonces, en una prometedora andadura novilleril, el día 31 de agosto de aquel mismo año compareció por vez primera ante la severa y selecta afición madrileña, para enfrentarse con dos novillos marcados con el hierro de Villamarta, dentro de una función en la que estaban también anunciados los jóvenes novilleros "Montañesito" y "Zurito".
La vertiginosa progresión de "Pepe Algabeño" dentro del escalafón novilleril propició su pronto ascenso hasta el escalafón superior de los matadores de reses bravas, que tuvo lugar en el citado redondel de Valencia el día 29 de junio de 1923, fecha en la que el ilusionado toricantano recibió los trastos de manos del genial coletudo madrileño Rafael Gómez Ortega ("el Gallo"); el cual, bajo la atenta mirada del afamado diestro mexicano Juan Silveti ("el Tigre de Guanajuato"), que se hallaba presente en calidad de testigo, le facultó para que diera lidia y muerte a estoque a un burel criado en las dehesas de Campos Varela.
Su confirmación de alternativa se verificó -como es preceptivo- en el coliseo madrileño el día 8 de mayo de 1924, con el sevillano Manuel Jiménez Moreno ("Chicuelo") oficiando de padrino, y toros del encastado hierro de Murube midiendo la validez de ese grado de doctor en Tauromaquia que había recibido "Pepe Algabeño" en la temporada anterior. Pronto se echó de ver que el hijo del legendario "Algabeño" practicaba un toreo tan voluntarioso como tosco y campero, continuador del arte y las técnicas que habían primado en la lidia decimonónica, entre cuyas escasas virtudes brillaba con singular destello su habilidad, arrojo y eficacia en la ejecución de la suerte suprema. Aupado por esta facilidad estoqueadora, al término de aquella campaña de 1924 quedó ubicado en el primer puesto del escalafón, con cincuenta y nueve contratos cumplidos, y en la temporada siguiente mantuvo también este elevado nivel, que se tradujo a la postre en cincuenta y dos corridas toreadas. Bajó a los puestos intermedios del escalafón en 1926 (con treinta y tres funciones en su haber), 1927 (veinticinco) y 1928 (treinta y ocho), para anunciar inesperadamente su retirada en 1929, después de haberse vestido de luces en veinticinco ocasiones. Por aquellas fechas, era tan célebre por sus fulminantes estocadas como por sus escarceos donjuanescos, que dieron lugar a la creación de una leyenda romántica alrededor de su persona, plagada de lances sentimentales compartidos con damas de la alta sociedad. El escritor y estudioso de la Tauromaquia Néstor Luján lo describió en su célebre Historia del Toreo como "todo un caballero, de prestancia novelesca y gran éxito social", pero también como "un torero basto y campero, que sólo se mantuvo por sus frenéticos estoconazos".
Para sorpresa de todos, en la campaña de 1933 "Pepe Algabeño" reapareció en los ruedos, pero ahora anunciándose como caballero rejoneador, lo que no le impidió protagonizar también varios episodios de toreo a pie. El más singular de ellos tuvo lugar en la plaza de toros de Madrid el día 13 de julio de 1933, fecha en la que alternó primero en la lidia ecuestre con el gran rejoneador cordobés Antonio Cañero, para competir luego a pie con el mexicano Fermín Espinosa Saucedo ("Armillita Chico") y el toledano Domingo López Ortega ("Domingo Ortega"). En esta nueva faceta de rejoneador se mantuvo en activo durante toda aquella temporada de 1933, y, cuando se disponía a iniciar la de 1934, fue víctima de un atentado que, motivado por su plena participación en las luchas políticas de la época, estuvo a punto de costarle vida.
Corría el día 11 de marzo del referido año cuando "Pepe Algabeño" abandonó el hotel en el que se hospedaba en Málaga para dirigirse al coliseo donde estaba anunciada su actuación; al pasar por la Caleta, fue gravemente herido a tiros por unos pistoleros que, aunque no alcanzaron su propósito de quitarle la vida, le alejaron de los ruedos durante aquella temporada.
Esta decidida inclinación política hacia las filas de la derecha le impulsó en 1936, tan pronto como se hubo declarado la contienda fratricida, a alistarse en las filas del ejército sublevado, donde prestó importantes servicios como enlace merced a su excelente dominio de la monta a caballo. En una época en que las comunicaciones eran harto defectuosas, esta virtud de José García Carranza se consideraba impagable, por lo que, aupado además por su indeclinable ideología reaccionaria, muy pronto alcanzó cargos tan relevantes como el de ayudante de campo del general Queipo de Llano, en el Cuartel General del Sur, donde "Pepe Algabeño" aprovechaba todos los momentos de calma para entrenarse en sus ejercicios de doma e, incluso, rejonear algún becerro o novillo en los escasos festivales que aún podían seguir celebrándose en esa zona en plena ebullición bélica. El día de Navidad de 1936 no pudo intervenir en un festival celebrado en Osuna (Sevilla), pues, a pesar de estar anunciado en los carteles, sus superiores le impidieron abandonar su puesto en Córdoba, ante la inminencia de una dura ofensiva de las fuerzas republicanas asistidas por las tropas inglesas y francesas de las Brigadas Internacionales. El violento encuentro entre ambos ejércitos (que, tras varios días de lucha encarnizada, se cobró la vida de numerosos voluntarios extranjeros, sobre todo de nacionalidad inglesa) fue también la causa de la prematura desaparición de "Pepe Algabeño", quien cayó herido de muerte bajo el fuego enemigo, cuando cumplía sus misiones de mensajero a lomos de una jaca blanca con la que había protagonizado algunos memorables episodios del noble Arte del Rejoneo.
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