En el barrio del matadero en Córdoba, el día 3 de Julio de 1814, nació el espada que hoy
reseñamos, y cuyo nombre aparece inscrito en el folio de nacimientos de la
parroquia de Santa Marina. Fueron sus padres Alfonso Luque y Victoria González, esta última hermana del
célebre Panchon, la que antes estuvo casada con el diestro Bernardo Rodríguez, y fruto de cuya unión fue el
más tarde inimitable banderillero Rafael Rodríguez Melojas
del que, por consiguiente, era hermano uterino
nuestro biografiado.
Contando, pues, en su familia con lidiadores que por aquel tiempo gozaban de envidiable reputación, y decidido Antonio desde los primeros años de su juventud A seguir la peligrosa profesión de sus mayores, éstos, y
singularmente su tío Panchón,le aleccionáron en el arte de Romero, logrando en el transcurso de algunos años
que perfeccionara sus conocimientos. Luque que, al decir de sus biógrafos Andrade y Guzmán, tenía un amor propio exagerado, no bien hubo
adquirido los primeros rudimentos del arte de torear, quiso tender sus vuelos por regiones, para su desdicha
ignotas, creyendo que los maestros ninguna enseñanza nueva podían aportarle, y que su trabajo con las reses
podía igualar, cuando no superar, al de aquéllos. ¡Errónea creencia que le obsesionó hasta el término de sus
días, y la que contribuyó poderosamente a amenguar el esplendor de su taurina historia! El ejemplo peligroso
de el Cámara vese con harta frecuencia repetido hoy entre los toreros modernísimos; muchos de los que, apenas
se ven iniciados en los prolegómenos de su difícil profesión, quieren de golpe y porrazo llegar á la cumbre que
su calenturiento cerebro se forjó, ocurriendo a menudo que, a semejanza de edificio mal cimentado, vengan sus
ilusiones a tierra con el estrépito del terremoto, y lo que en principio creyeron mullido camino de flores, véanlo
luego á los maravillosos ojos de la triste realidad trocado en semillero de abrojos y espinas. El año 30 ya había Luque recorrido casi todas las plazas de Andalucía, demostrando en ellas que el valor
aquel que en su tío Panchón y en otros seres de su familia fue patrimonio de herencia, tomaba en su corazón
carta de naturaleza. Pero como el valor—con ser una de las primeras condiciones que se requieren en el torero—pin
llevar aunado el arte no es suficiente a crear famas ni menos a zurcir celebridades, el trabajo del Cámara siempre adoleció de arte por la razón que dejamos sentada en anteriores líneas.
Cuando la decadencia de Panchón comenzaba a iniciarse, y no queriendo éste dejar de cumplir la sagrada
obligación que con su sobrino se había impuesto de ayudarle á obtener fama y gloria,le otorgó la alternativa
de matador en la Plaza de Toros de Baena en 1836.
En 1844 figuró como tercer espada en las corridas que se celebraron en el Puerto de Santa María durante
los primeros días del mes de Junio, lidiándose en ellas ganado de las ganaderías más famosas, y alternando con
Juan Pastor y el Chiclanero. Más tarde toreó en Chiclana con el primero de los mencionados y en 1845 lo hizo
en Baena, llevando como picadores a Hormigo y el Tato.
Julián Casas, que admiraba el valor de Luque y simpatizó con él grandemente, le ajustó para Valladolid,
1849, donde en los días 22, 23 y 24 de Septiembre se efectuaron tres magníficas corridas con ganado de Mazpule, Valdes y Zalduendo, actuando Luque de segundo espada y de primero el Salamanquino
Esta época fue sin disputa la del mayor apogeo de Antonio, quien satisfecho ya de ostentar el supremo titulo que tantas veces ambicionara, y con vastos conocimientos de la profesión adquiridos al lado de Redondo Casas, Panchón, su hermano Meloja y Cuchares, pudo mostrarse ante los públicos como un torero relativamente completo. En Hinojosa, Caceres, Lorca, Andujar, Baena y Vitoria, alternó con Cuchares El Barbero Juan de Dios Domínguez, Cadenas, y el susodicho Salamanquino. En 1818 trabajó en Madrid en calidad de tercer espada confiriéndole la alternativa, Curro Cuchares y llenan do su cometido dignamente. A partir de esta fecha, y excepto algunas corridas que toreó en Valencia, Córdoba y Barcelona, comenzaron a agotarse sus facultades, en grado tal, que a esto debido, abandonó su carrera, lanzándose a empresas en que perdió el poco dinero que toreando había conseguido ahorrar. El día 11 de Octubre de 1859, y cuando apenas contaba 45 años, falleció el animoso Luque, dejando al morir una familia sumida en el desamparo, y al frente de ella a su primogénito, vástago que de su padre heredó la gloria, y el que con sobrada justicia fue más tarde conocido entre sus paisanos por el Cuchares de Córdoba.
Las principales cogidas que durante el ejercicio ele su profesión recibió el Cámara, fueron tres: una ocurrida en Vitoria el año 49, que le imposibilitó por algún tiempo de poder torear; otra en Córdoba el 55, sin importancia, y la última el mismo año en Barcelona, causada por un toro de Pina de Aragón al pasarle de muleta. El renombre que el Cámara alcanzó lidiando toros se debe principalmente al valor temerario de que en la muerte de aquellos hacía gala, pues como peón de brega, y en general con el manejo del capote, jamás llegó a distinguirse en alto grado. Además, y como decimos anteriormente, lo díscolo de su carácter le privó de muchas simpatías, pudiendo desde luego asegurar que las pocas que tuvo fueron de los que miraron en él, no al torero Cámara, sino al sobrino de Panchón y al hermano de Meloja, circunstancia por la que le tendieron su mano los diestros entonces de más valía en la historia del toreo.
Esta época fue sin disputa la del mayor apogeo de Antonio, quien satisfecho ya de ostentar el supremo titulo que tantas veces ambicionara, y con vastos conocimientos de la profesión adquiridos al lado de Redondo Casas, Panchón, su hermano Meloja y Cuchares, pudo mostrarse ante los públicos como un torero relativamente completo. En Hinojosa, Caceres, Lorca, Andujar, Baena y Vitoria, alternó con Cuchares El Barbero Juan de Dios Domínguez, Cadenas, y el susodicho Salamanquino. En 1818 trabajó en Madrid en calidad de tercer espada confiriéndole la alternativa, Curro Cuchares y llenan do su cometido dignamente. A partir de esta fecha, y excepto algunas corridas que toreó en Valencia, Córdoba y Barcelona, comenzaron a agotarse sus facultades, en grado tal, que a esto debido, abandonó su carrera, lanzándose a empresas en que perdió el poco dinero que toreando había conseguido ahorrar. El día 11 de Octubre de 1859, y cuando apenas contaba 45 años, falleció el animoso Luque, dejando al morir una familia sumida en el desamparo, y al frente de ella a su primogénito, vástago que de su padre heredó la gloria, y el que con sobrada justicia fue más tarde conocido entre sus paisanos por el Cuchares de Córdoba.
Las principales cogidas que durante el ejercicio ele su profesión recibió el Cámara, fueron tres: una ocurrida en Vitoria el año 49, que le imposibilitó por algún tiempo de poder torear; otra en Córdoba el 55, sin importancia, y la última el mismo año en Barcelona, causada por un toro de Pina de Aragón al pasarle de muleta. El renombre que el Cámara alcanzó lidiando toros se debe principalmente al valor temerario de que en la muerte de aquellos hacía gala, pues como peón de brega, y en general con el manejo del capote, jamás llegó a distinguirse en alto grado. Además, y como decimos anteriormente, lo díscolo de su carácter le privó de muchas simpatías, pudiendo desde luego asegurar que las pocas que tuvo fueron de los que miraron en él, no al torero Cámara, sino al sobrino de Panchón y al hermano de Meloja, circunstancia por la que le tendieron su mano los diestros entonces de más valía en la historia del toreo.
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