jueves, 19 de junio de 2014

ANGEL LOPEZ REGATERO


El famoso diestro de este nombre, falleció en Madrid el día 28 de Marzo último. El Sr. Duque de Veragua,Confió a su inteligencia la conservación y fomento de su ganadería, a ella consagró los últimos años de su existencia; y por los buenos servicios en la misma prestados, el aristócrata ganadero apreciaba mucho al veterano banderillero. Nació Ángel en la casa núm. 9 de la calle de San Dimas de Madrid, el 17 de Julio de 1825. Aficionado en su juventud a la lidia de reses bravas, hizo su aprendizaje con el famoso diestro apodado Capita y logró como banderillero colocarse a la altura de los más celebrados y aplaudidos, formando en la cuadrilla del notabilísimo Cayetano Sanz. 

Los consejos de amigos más oficiosos que discretos, el amor propio excitado por unos y otros, y la natural y legítima ambición de llegar a la meta de sus aspiraciones, le impulsaron, casi contra su voluntad, a tomar la alternativa de matador de toros, que le confirió el mismo Cayetano en la plaza de Madrid, la tarde del 11 de Julio de 1858; en el cartel de aquel dial no se dice nada respecto a la alternativa, sin duda porque en aquellos tiempos no se daba a tales actos la resonancia que en los actuales se les concede. 

Brevísima y poco afortunada fue su carrera como espada, pues si bien poseía nada común inteligencia, valor probado en distintas ocasiones (como lo demuestra el hecho de entrar en la jaula de un león con objeto de poner a la fiera un par de banderillas), y arte exquisita para la lidia, carecía de otras condiciones indispensables para ser buen matador; y desengañado pronto y convencido de que por ese camino se exponía a perder lo mucho que como peón y banderillero tenía ganado en el concepto y estimación del público, renunció a figurar como espada en los carteles y volvió a dedicarse a su anterior ejercicio en las cuadrillas de renombrados maestros.


A dicho lidiador le llamaron impropiamente el Regatero, como si tal apellido fuera un alias, y es que careciendo de éste y llevando por delante un López, que estuvo, está y estará al alcance de cualquiera, era más original designarle con el apellido materno, aunque agregándole el artículo determinativo , que generalmente sólo se suele anteponer a los apodos. Bueno; pues el Regatero nació en Madrid, en el día 17 de julio de 1826 y empezó a ser torero como empezaron todos, poniéndose cuando adquirió alguna nombradía bajo la dirección del famoso diestro Capita, José Antonio Learte Calderón, un banderillero de la cuadrilla de Montes que fue un verdadero pozo de ciencia taurómaca según afirman los historiadores. Bueno el maestro y aventajado el discípulo, fue en el segundo tercio lo que queda dicho, y poseyendo tan excelentes aptitudes, nada tiene de extraño que el propio Capita lograra colocarle en la cuadrilla de un espada tan justamente prestigioso como Cayetano Sanz, un Cayetano célebre que no era de Ronda, sino de Madrid, junto al cual obtuvo Ángel López fama imperecedera como rehiletero. Por ambición de llegar más arriba o por instigación del Cuco y de Matías Muñiz,—otras dos celebridades del segundo tercio—quienes acaso anhelaban quitarse de en medio un rival, fuera por lo que fuera, pues en esto no andan de acuerdo las crónicas, el Regatero quiso ser matador de toros y salió con la suya, si no de hecho, de derecho, pues alternando con el citado Cayetano Sanz y el Lavi recibió la investidura de manos del primero estoqueando ganado de Veragua en Madrid el 11 de julio de 1858.



Don José Carmona y Jiménez, que si como crítico era muy bueno, resultaba en cambio un versificador deplorable, dedicó al nuevo espada estos versos al principio de su revista de tal corrida en el Boletín de Loterías y Toros: “¡Ángel! ¡Te saludo bravo torero! y pues hoy inauguras tu carrera de matador, mi labio sea el primero en darte el parabién, y lisonjera descarte fortuna, Regatero, digna de tu afición y alma torera, que siempre fuiste en el sangriento coso, entre todos los buenos el coloso." Cualquiera aguantaba a Carmona y Jiménez cuando se soltaba el pelo y escribía octavas reales.Cayetano Sanz le cedió a Ángel la muerte del toro primero, Gaditano, negro bragado, corniabierto y buen mozo, con el cual hizo el nuevo doctor la siguiente faena, descrita por el propio Carmona : "Lo pasó dos veces al natural y una al pecho, y le mató de una media estocada aguantándose y sobrada, un pinchazo, una corta a volapié y otro pinchazo, viniendo el toro andando, bajo e ido.

Las tres primeras bien dirigidas, y en algunos pases de muleta en extremo parado; en todos bien. Soltaron dos palomas, El diestro vestía café y plata." Como podéis observar, en los buenos tiempos de O'Donell no se distinguían los revisteros por su amenidad. Hemos dicho que el Regatero no fue matador de toros de hecho y bien dicho está, porque no mató nunca; quiere decirse que manejando la espada resultó una verdadera calamidad, pues si como torero era hábil y elegante, si como banderillero fue de los mejores que han existido, en cambio en sus funciones de matador daba la lata al pacientísimo Job. Pinchaba mal, los toros le duraban más que unas suelas de goma y perdía los papeles de un modo lamentable.
Así pasaron sus buenos veinte arios corriditos, toreando pocas corridas, claro está, y sin que el éxito le acompañara nunca en sus andanzas de estoqueador. Tomó parte como espada en las corridas reales celebradas en Madrid en enero de 1878 y diciembre de 1879, con motivo de las dos bodas de Alfonso XII, y la última vez que toreó fue en Valencia, el 24 de julio de 1880, alternando con Lagartijo el Grande en sustitución de Frascuelo. Fue de sustituto para tres corridas; en la primera estuvo .muy mal y resultó lesionado, y tanto por esto como por haberse convencido de su impotencia, renunció a torear las otras dos. Unido por estrechos vínculos de amistad con el Duque de Veragua, padre del actual, vivió de su protección y fue largo tiempo encargado de la vacada del ilustre prócer ; vistió siempre de cortó, pulcro y atildado, y con sus setenta años a cuestas se le veía en Madrid luciendo el típico calañés, tal como aparece en el retrato. 

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