El espectáculo taurino, mismo que se califica como el de seda, sangre y sol, es pasional por excelencia, impredecible y de una sensibilidad muy particular.
Su símbolo es el toro, ese bello irracional, que es un valiente por naturaleza y pelea hasta su último aliento de existencia. Es el torero su protagonista esencial y hace una mancuerna que se unifica y hace el milagro de que se torne en arte.
Las suertes suelen ser las mismas, como la técnica es igual para todos; sin embargo, cada quien tiene una interpretación y la marca, la sella. Le da vida cada artista a su interpretación con su sensibilidad y los mandatos de su espíritu.
El maestro Juan Belmonte sentenció: "Se torea como se es". Una gran verdad.
Los toreros, asimismo, suele echar a volar la imaginación y, consecuentemente, realizar innovaciones, mismas que dan una variedad y una frescura a la rica gama de las suertes en el toreo.
Precisamente el sevillano Manuel del Pozo Rayito pronto se da a conocer con un trazo que se le llamó del parón. Sobre todo, en el primer tercio, al desplegar el capotillo, recibía a los toros quedándose quieto, sin mover los pies. Sí, era un parón que provocaba escalofríos entre los aficionados por su emoción. A la firmeza hay que agregarle que bajaba las manos, no usual en aquel tiempo, en su toreo con el capote.
Rayito , como El rey del parón , de inmediato se hizo notar en los ruedos y los elogios vertidos en su honor por la crítica de Sevilla más temprano que tarde lo pusieron en la cima de la novillería de su época, al principio del siglo XX, una etapa de oro en la península ibérica.
Manuelillo, como le decían de chiquillo, nace en Sevilla y bien puede decirse que a la vera de la Giralda, junto al Guadalquivir y también cerca de la Torre del Oro, El primer día del año de 1906, sí el 1 de enero.
A los 19 años de edad, en 1925, logra destacarse y es unánimemente elogiado por la prensa, tanto que el 21 de junio de ese calendario hace su presentación en la Real Maestranza de la barroca Sevilla.
Al año siguiente, el 27 de mayo de 1926 figura en un festejo menor en la plaza de la Carretera de Aragón, en Madrid. Su toreo de parón, causa una profunda impresión y repite de inmediato el 11 de junio. Sufre una cornada de cierta consideración.
Con magnífica aceptación la gente asiste a verlo actuar.
Tanto así que el 8 de agosto de 1926, toma el doctorado en la norteña ciudad de San Sebastián, cediéndole los trastos Victoriano Roger Valencia II, con el toro Contador" del hierro del Conde de la Corte.
Ese mismo año cruza el "charco" para realizar campaña en El Toreo de la Condesa, en este lindo México nuestro y como en España, su toreo causa estupor entre los aficionados.
Debuta el 17 de octubre de ese 1926, alternando con Juan Espinosa Armillita y Ángel Pérez Angelillo de Triana, con toros de La Laguna. Reiteramos asombra su toreo de capote, con parones llevando las manos bajas y con auténtica firmeza en los pies.
Al domingo siguiente, 24 de octubre, alterna con Manuel Jiménez Chicuelo y Fausto Barajas, con toros de Zotoluca. Vuelve la gente a deleitarse con ese trazo del parón que producía mucha emoción.
El tercer paseo, lo realiza el 31 de octubre, en su tercera actuación consecutiva. Mano a mano con Chicuelo y toros de Piedras Negras.
Labor triunfal en sus tres enemigos, en el primer tercio de la lidia y en el sexto, Castellano, cosecha una oreja, ante una algarabía generalizada. El 2 de enero de 1927 alterna con Chicuelo y Nicanor Villalta. con toros del conde de Santa Coloma.
Y su última actuación el 5 de febrero de ese año con Villalta y Juan Espinosa Armillita, toros de Zotoluca, de hecho sólo realiza el paseo, pues en el segundo astado Cirquero, al hacer un quite, sufre una grave cornada en un muslo.
Su mejor época en España
Con una enorme ilusión esa campaña de 1927 resulta positiva para el torero. Actúa con éxito en casi todas las plazas importantes y confirma la alternativa en Madrid.
En la ocasión, 12 de mayo, Manuel Jiménez Chicuelo es el padrino de la ceremonia y como testigo Cayetano Ordóñez Niño de la Palma, bureles de Contreras. Al toro de la confirmación le corta una bien ganada oreja.
El crítico Don Ventura señala: Rayito ha dado todos los parones que le han permitido los toros, y en ocasiones, ha sido jaleado con entusiasmo; pero como ese método de ejecutar es muy deleznable, y como el susodicho espada ha sufrido no pocos tropiezos, de ahí que digamos que en el año próximo disminuirán considerablemente sus actuaciones".
Fue profeta don Ventura, en 1928 sólo torea 19 festejos, cinco de ellos, que es un mérito, en Madrid.
Ese invierno marcha a Venezuela sin mucha suerte y en 1930 sólo se viste de luces en la Vista Alegre del barrio de Carabanchel en Madrid y otra en Ceret (Francia).
No obstante que Rayito venía en pleno reclive es justo mencionar que en 1931, el 12 de julio, arma un verdadero escándalo en La Corte.
Los años siguientes pueden considerarse de franco retiro.
Después se torna un taurino importante, apoderado de toreros, de la fiesta sabía mucho y lo aplicaba con exactitud. Su hijo del mismo nombre y alias, fallece antes que él, el 9 de noviembre de 1970, un torero sólo regular.
Al final de su historia apodera a dos toreros mexicanos: Adrián Romero y a Rafael Gil Rafaelillo, haciéndolo con eficiencia.
El rey del parón sabía ganarse la amistad de quienes lo trataban, simpático y caballeroso. Deja de existir en Madrid, el 15 de mayo de 1981.
Rayito como la vida misma....
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