Pablo Celis Cuevas nace en El Tejo (Santander) en el año 1900
y fallece en Valencia en 1969.
Aficionado a los toros desde muy joven, y buscando nuevas aportaciones al mundo del toro, decide crear El Bombero Torero como personaje, en el año 1928.
El aspecto que el personaje de bombero ofrecía, con unos grandes mostachos, se convirtió rápidamente en una de las principales características del espectáculo.
Un bombero de gran mostacho que hacía guardia en el teatro donde Pablo trabajaba de tramoyista fue el que sirvió de inspiración para este personaje ya inmortal.
Personaje que paseó por distintas cuadrillas cómicas hasta que en 1953 decidió formar su propia compañía.
Para ello se unió a un grupo de enanos procedentes del circo y capitaneados por el famoso Eduardini.La primera actuación resulta un fracaso, pero lejos de desanimarse, continúa dándolo todo en el ruedo y comienzan a llegar los primeros éxitos.
En todos estos años el espectáculo ha recorrido infinidad de países además de España:
Francia, Portugal, Colombia, Perú, Ecuador, Venezuela, México, Estados Unidos, Líbano y China(en 15 ocasiones). Tras 43 temporadas en activo, Pablo Celis se retiró en 1961 en Bogotá, abriendo después un supermercado en Valencia, su habitual lugar de residencia. El espectáculo continuó en manos de sus hijos Eugenio y Manuel y, en 2002, son sus nietos Rafael y Carlos quienes siguen la tradición. Dos hijos de Pablo, Rafael y Pablo, se dedicaron al toreo «serio»: el primero como picador y el segundo como banderillero.
Los cambios en los gustos sociales, peros sobre todo la aparición de otra serie de formulas parataurinas --desde los recortadores a los espectáculos ecuestres--, junto a modificaciones normativas que en nada beneficiaron al toreo cómico, hace que no ya no se viva esa época de esplendor. Con todo, los sucesores de El Bombero Torero no contratan menos de 50 actuaciones por año.
En su época, tuvo siempre una amplia competencia, como correspondía a la popularidad de estos festejos cómicos. El Toronto, El Gran Kiki, El Gran Tato, Don Canuto, El Chino torero… Pero en todos, la figura paradigmática era Pablo Celis
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