sábado, 20 de septiembre de 2014

LEANDRO SANCHEZ DE LEON "CACHETA"


Cuando de escritores y artistas se trata, nadie ignora cómo la distancia del tiempo divorcia las primeras obras, atropelladas y juveniles, de aquellas otras robustas, vehementes equilibradas y firmes que años después componen la inspiración, la experiencia y el estudio. Por otra parte, el tiempo va de prisa; con el trasiego incesante de impresiones y de modas, nuestros gustos cambian, los del público se alteran también, y estas renovaciones impiden que la misma emoción nos parezca igualmente bella en dos situaciones cronológicas distintas. El que no cambia, el que no progresa y evoluciona, el que no asimila ni se renueva, pierde el mucho o poco crédito que alcanzara y aumenta, indefectiblemente, el montón de los fracasados, que fue lo que ocurrió con el matador de toros Leandro Sánchez de León, «Cacheta», tan torpe y atropellado cuándo empezó como tres lustros después. Nació en Bolaños (Ciudad Real) el 13 de mayo de 1861, de cuyo pueblo era veterinario su padre, don Faustino; desde sus primeros años se advirtió lo irreflexivo de su carácter, y así le vemos cadete de Infantería en Toledo, voluntario en un batallón de Cazadores después, más tarde estudiante de Veterinaria, y, para «sentar la cabeza», se hizo, finalmente, torero, cuyos primeros pasos como tal los dio acompañando al «Lavi» (hijo) y al «Pescadero», y siguiendo después a «Villarille» por tierras francesas, donde, al ver a los «écarteurs» practicar el salto de testuz, quiso emularles con miras a que tal especialidad le diera nombradía y provecho. 

Así lo hizo en Madrid, al actuar como banderillero en la novillada que se verificó el 30 de marzo de 1884, tan pronto como apareció el toro tercero de la tarde. Al salir de una vara le esperó capote al brazo, y al llegar dicho astado a jurisdicción dio un salto de frente y fue a caer por la cola, acto impulsivo y ligero que le valió una ovación y al que si unos le dieron el nombre de «Salto de Cacheta», atribuyéndole su invención, otros le llamaron «Salto de la eternidad», fundándose los que lo calificaron de esta segunda manera, en las consecuencias desagradables que tal «suerte», podía tener para él, pues en varias ocasiones fue arrollado por las reses que pretendía burlar. Su aspiración era la de hacerse matador, y como novillero hizo su presentación en el ruedo madrileño el 23 de noviembre de aquel mismo año 1884, para estoquear reses de don Fernando Gutiérrez, de Benavente; alternando con «El Niño», un matador de novillos, llamado también Fernando Gutiérrez, que fue el último torero con patillas de boca de hacha. Es decir, no alternó en tal ocasión, pues, cogido y lesionado, no pudo dar muerte a ninguno de sus toros. Fue tan decidido y arrojado como inepto; las funciones de muletero y estoqueador le venían anchas; pero el público aplaudía la temeridad que representaba aquel salto; y esto fue bastante para que los empresarios solicitasen su concurso; y no sólo en la Península, sino en Francia y en la isla de Cuba (posesión española entonces), en donde hizo provechosas campañas. Así pasó cuatro temporadas seguidas, dando saltos que no siempre resultaban limpios y haciendo faenas casi siempre sucias, pues si se mostraba torpe con la muleta, al esgrimir el estoque no eclipsaba la luz de un candil; pero se había propuesto hacerse matador de toros, y a pesar de su carencia de arte, de sus impulsos violentos, y de su falta de reflexión vio adornado con la borla de doctor, doctorado que, en un diestro de tal condición, resultaba un tanto irónico. 

Fue en la corrida verificada en Madrid con fecha 14 de octubre de 1888; actuaron en ella «Currito», «Cara-ancha» y el neófito y se lidiaron tres toros de don Agustín Solís y otros tres de don José Clemente, a cuyo nombre se lidiaron éstos en tal día por primera vez en la capital de España, pues antes habían pertenecido a don Ángel González Nandín. Y ocurrió que «Currito» cedió a Leandro el primer toro de la tarde, de los de Solís, llamado «Mayoral», un bicho bravo y noble hasta dejarlo de sobra, del que el recipiendario no supo sacar partido con la muleta, y si bien dejó una buena estocada, fue cogido, por no vaciar bastante, y perseguido luego hasta las tablas, en las que sufrió varios derrotes y por milagro no sacó más que tres heridas en la pierna derecha, las cuales, aunque no de mucha gravedad, le impidieron continuar la lidia. Al juzgarle por su labor en esta corrida, escribió El Toreo lo siguiente: «No basta, para ser matador de toros, tener valor suficiente para colocarse delante de las reses y entrar con frescura en el peligro. "Cacheta" tiene valor, pero desconoce el arte, y esto lo demostró ayer con el único toro que estoqueó.» Y La Lidia, por su parte, se expresó en estos términos: «Podríamos demostrarle que no ha pasado por su mente peor pensamiento que el puesto en práctica ayer tarde, asegurando al mismo tiempo que ningún auxilio prestará a la fiesta nacional, tal necesitada hoy de toreros inteligentes.» Un inciso en verdad que tenía salero La Lidia al decir que no había toreros inteligentes en 1881 cuando se contaba con «Lagartijo», «Currito» «Frascuelo», «Cara-ancha», Fernando «el Gallo» Ángel Pastor y «Guerrita», y el arte de tales diestra --algunos ya en decadencia, es cierto— se aplaudí, tanto como las estocadas de Mazzantini y el arrojo del «Espartero». ¡Qué viejo achaque es el de volver la vista al pasado y menospreciar lo presente. 

Pero sigamos con «Cacheta». En posesión de la alternativa, toreaba cuatro o cinco corridas cada año y a veces alternando con novilleros, y viendo el escaso fruto que aquí le daba la profesión, se trasladó a América, para ver si allí lo alcanzaba más abundante y rico y no debió de irle mal cuando fijó allí su residencia durante algunos años, concretamente en Colombia. Olvidado lo tenían los públicos de aquí, y en Madrid se encontraba circunstancialmente cuando; al celebrarse en esta capital una gran corrida patriótica el 12 de mayo de, 1898, fue designado para dar muerte al primer toro de la tarde, de Udaeta, previamente rejoneado por don Antonio Fernández de Heredia y don Rafael Rodil —caballeros no profesionales—, y se dio el caso pere grino de que le concedieran una oreja de dicho res, en una época en que no era costumbre, hacer tales concesiones. ¿Fue porque «Cacheta» realizo algo extraordinario? Teniendo en cuenta lo que de él podía esperarse, sí, pues luego de dar medio docena de pases, con la ayuda de «Guerrita» recetó una estocada en lo alto que mató sin Puntilla, y tal sorpresa produjo aquello, tratándose de él, que el público, medio en broma medio en serio, solicitó dicho apéndice, y el conde de Roma nones —que presidía el espectáculo— se lo concedió en un rasgo de buen humor. Siguió tan Olvidado como antes pues todo mundo se dio cuenta de haber sido una chiripa lo que tal «triunfo» le deparó, y marchó de nuevo a Colombia para atender un pleito que allí tenia. No hubo más noticias de él ni su familia las recibió, y bastante tiempo después de su muerte se supo que ésta ocurrió en el año 1914, en la quinta llamada de Camacho, del barrio de Chapinero, en Bogotá. La quinta de la familia Camacho estaba situada en la carrera 13 con calle 68 y era una amplia casona rodeada por jardines con pinos y eucaliptos. Entre los bogotanos se rumorea que en la mansión había sido asesinado el famoso torero Leandro Sánchez de León, conocido como Cacheta, quien visitó la ciudad para las corridas de Santa Fe y quien después de hospedarse en la Quinta de los Camacho jamás volvió a ser visto. “Por ese motivo, a cuantos pasaban por allí inspiraba terror no solo el aspecto fúnebre de la mansión, sino el semblante triste y taciturno del dueño, que hacía pensar en que sin duda lo carcomía algún remordimiento”, afirma el historiador Daniel Ortiga Ricaurte en sus ‘Apuntes para la historia de Chapinero’.


      "Formó en las filas de Marte, 
se hizo torero después. 
y aunque valiente lo es, 
  desconoce mucho el arte.

    Leandro Sánchez de León 
adquirió celebridad 
el salto a la eternidad 
dando en alguna ocasión."

"El Toreo Cómico" 18 Agosto 1890.

jueves, 18 de septiembre de 2014

FRANCISCO DEL PINO, GADITANO.


Allá por el año mil ochocientos cuarenta y tantos en tiempos de Paquiro y el Chiclanero taconeaba su empaque grandullón por las calles de Cádiz don Francisco del Pino. Este tipo, de exaltada popularidad, fue mozo de estoques de aquél y compadre de éste. Nació El Viernes de Dolores de 1798, en la "tacita de plata", y desde que en 1813 viera en Plaza a los afamados Curro Guillén y el Sombrerero, se le despertó el amor a la tauromaquia; y ejerciendo el honroso cometido de servir los estoques de oficio a estas y otros diestros, quizá se cuajara torero de verdad si el amor no le aparta, siquiera transitoriamente, de la férula de aquellos maestros, con los que mucho aprendiera si a Cupido no se le antoja sorberle el seso. Con la boda -in facie ecclesie- se le entró la fortuna por las puertas; abandonó la ebanistería, a la que se dedicaba en los ratos de ocio, y se matriculó con el alto comercio. A mediados del año 19 vendía sanguijuelas, las más hambrientas de la península y Ultramar. Ignoramos por qué se titulaba compadre del Chiclanero pues no tuvo hijo al que bautizar ni mantuvo en la pila a ningún Chiclanero Chico; pero compadres se llamaban, y aunque fuera por chunga, de verdad que lo apreciaba el famoso diestro.
No le fue bien a Pino en el hogar, pero le prosperó el negocio; y a le venta de sanguijuelas se emparejó la de cuarterón, de contrabando y picón para braseros. Se le voló la pájara, dicen, y comenzó a consolarse de su ausencia en lugares competentes para el olvido, que tabernas no faltaban en su tierra, y a la vuelta de su portalillo estaba la de la Recova, manantial de consoladora manzanilla sanluqueña y espirituales bocas de la Isla. Los triunfos de su compadre le removieron la sangre torera, borrándole instintos comerciales. No podía atender el negocio que le daba el pan sino abandonando el pedestal que le iba labrando la, socarronería de sus concurdáneos, y adoptó un término medio: reducir las especies al tabaquillo entrefino en cuarterones de a real y aceptar de dependiente a un mono tetuaní, grande y rabón, fiel y sobrio, que, simplificada la venta, le fue fácil acostumbrarse al toma y daca tras una semana de lecciones entre estacazos y cacahués. Monedita de real al cajón y cuarterón de picadura sobre el mostradorcillo. Dejamos al mono, que, con gafas verdes, camiseta a rayas y gorrito a la turca, parecía un hombre, y al que su fidelidad de mono costó la vida, y volvamos a don Francisco del Pino, cuyos entusiasmos taurinos, reverdecidos en eternas vagancias y alentados par la socarronería de amigotes y convecinos, desembocaron en el pintoresco profesionalismo que le hizo célebre. Y conste que no tuvo poca parte en que así fuera su propio compadre. Culminó su gloria en la vieja Placita gaditana, cara a la asar, por el lado que mira a la bahía anchurosa. En el año de 1852 se imprimió en Cádiz, en la imprenta y litografía de la "Revista Módica", a cargo de don Juan Bautista de Gaona, sita en la plaza de la. Constitución, número 11, una pequeña y extractada biografía de don Francisco del Pino, escrita por uno de sus numerosísimos admiradores, dice en su preámbulo: '"...Sin Hornero, Virgilio y el Tasso, que a un tiempo fueron eminentes poetas, historiadores y biógrafos, no conoceríamos coma conocemos los héroes y las proezas que ilustraron a Grecia e Italia en la antigüedad y a la Europa entera en tiempos de las Cruzadas".
Pues gracias al chungón gaditano sabemos que en la tarde del 17 de agosto de 1845 se arrancó don Francisco del Pino, decidido a matar dos toros en la Plaza gaditana; dando principio a su vida pública con años para no meterse ya en camisa de once vanas. Y atándose los machos, cascabeleando ya a la puerta de su portalillo el jaco de la calesa que había de transportarlo a la Plaza, le llegó el consejo de su, compadre, o mejor, sus instrucciones: "Compadre: para que mate usté los dos burós que le, tocan, preséntese delante de ellos bien cerca, búsqueles la mediación de la, geta y píncheles allí donde pueda...; basta”. Y sirvió a den Francisco del Pino su frescura iluminada y le bastó aquella decisión que tantos ases envidiarían para salir avante. Fue un torero provincial y medio In broma, medio en serio, llegó su fama hasta Algeciras. Su vida, atiborrada de anécdotas necesitaría un libro de trescientas páginas. Una nos interesa hoy no dejarla en el tintero: "El Comercio", --periódico gaditano, en su número correspondiente al mes 10 de junio de 1851, refiere cómo en la corrida extraordinaria celebrada domingo anterior salió un toro flojo en varas y mansurrón en todo lo demás. El público lo tomó a guasa, rieron, además era chico y esmirriado, y por seguirla, la emprendió con don Francisco del Pino, que ya en el apogeo de su gloria y comiendo avellanas estaba entre el público, para que se arrojara al ruedo y lo matara ante la repulsa que patentizaban los diestros y así dice el revistero de aquel periódico gaditano:
(Va hablando del toro)
Su alegría el pueblo nota
y pide, por si es de vino,
salga a ver si lo acogota
mi insigne compatriota,
señor don Francisco Pino
Pero éste, con gran talento,
no tuvo de lucir ganas
y se retiró al momento,
dejándose en el asiento
un pañolón de avellanas.
Eran de enojo encendidos
sus pómulos, remolachas;
y al salir de los tendidos
decía: "Ruegos perdidos...
yo no mato cucarachas".
Tan cierta fue la cosa, y a tanta altura quedó su dignidad profesional, que del acontecimiento surgió la idea do que abriera una escuela de tauromaquia. ¡Y la abrió! Ya no vivía el mono, que seguramente se hubiera Encargado atenderla, como a la, tienda, y don Francisco pechó con las seccionen... ¡y tuvo alumnos! Fueron los más aprovechados: Antonio Romero, el Pastor, del Puerto de Santamaría. José Pontrimoli, Pichirín, del barrio gaditano de los Corrales. Antonio Duarte, Cucharilla de Chiclana. Antonio Jiménez, el, Troni, de Cádiz. Antonio Fernández, el Momito, de Chiclana. El Curro, de Cádiz, Francisco Ortega, el Cuquito, de Cádiz. Juan Feria, Linchachi, de Algar. Todo, trabajaron en las Plazas de México y Lima, y si allí llevaron las enseñanzas de don Francisco del Pino, hay que convenir que cimentaron algo muy serio y digno de consideración. Así lo describe el revistero cuando su debut:
Visteis un hombre vendado,
jugando a ciega gallina,
que vacilante camina,
y aquellos que le han cegado,
si lo ven aproximado
a estrellarse contra un chino,
gritar “riyendo",.. ¡tocino!
! Pues así comenzó el juego,
y dicho se esté que el ciego
era don Francisco Pino.
Total: que se negó a matar cucarachas y que a ciegas se iba al toro. Que, entre chuflas, enseñó, cuando menos, dignidad profesional, y que supo inculcársela hasta al mono que adiestró para dependiente ¡Pobre don Francisco del Pino! Si antaño dio mucho que reír, hogaño no deja poco que pensar.

miércoles, 17 de septiembre de 2014

MANUEL DIAZ "LAVI" MATADOR DE TOROS ANECDOTICO


Pese a no haber sido mal torero, y oportunamente diremos por qué, Manuel Díaz, «Lavi» gitano y anecdótico, pasó a la historia más como hombre gracioso y ocurrente que como destacado lidiador. Un botón de muestra: En cierta ocasión encargó un traje de luces sin indicar al sastre el color que prefería. El maestro se lo hizo grana. Nuestro hombre estrenó el terno en una corrida en que, al primer bicho que le correspondió sólo le agradaba buscar el bulto. «Lavi» sufrió varios achuchones y acabó con el toro como Mejor pudo. . Al día siguiente, Manuel Díaz fue a casa del sastre formulando su protesta  por el «fario» del color que éste le había elegido. Comentando con el sastre las veces que le halda querido coger el toro, exclamó: ¿Cómo no había de quererme coger el toro, maestro, sí, me ha vestido usted de muleta? Al a par de esta anécdota supersticiosa se puede contar la siguiente, toda piadosa y respetuosa con el Creador: En presencia de «Lavi», en una francachela, alguien se permitió blasfemar. El torero dijo solemnemente: — ¿Arto, zeñores! too menos mentar a Dió ni meterse con un zer tan grandable . Hemos dicho al empezar que no fue mal torero nuestro biografiado y, para ello, vamos a transcribir la opinión que mereció al maestro «Don Ventura», escrupuloso historiador: «Aunque al hacer una valoración sabiamente depurada de los toreros del pasado siglo no puede ser favorecido este gitano con un puesto de los más envidiables, tampoco debe considerársele como tino de los peores espadas de su tiempo, sino como un segundón que completaba cualquier cartel, sin --desdoro, según se desprende de sus frecuentes actuaciones en la Plaza madrileña, donde toreó de, temporada durante doce años.» Ahora que hablamos de las actuaciones de «Lavi» queremos dejar constancia de una cosa muy graciosa, como todas las suyas, ocurrida con motivo de la escritura de dos corridas con un torero-empresario de los llamados mixtos, por su procedencia de padre o madre gitanos. A la hora de cobrar no se entendieron el gitano y el mixto. Este, indignado, dijo a «Lavi»: --La culpa la tengo yo por entenderme con gitanos. --¡Ay qué Salero! --exclamó Manuel Díaz---. Dime, sentrañas, ¿eres tú montañés? Manuel Díaz, «Lavi», era de descendencia gitana por los cuatro costados. También supersticioso en grado sumo. Ello le hizo pasar muy malos ratos en las plazas, especialmente cuando tenía que lidiar toros negros, pues una mujer de su raza, al decirle la buenaventura, te anunció que le mataría un toro de ese color. En los ruedos fue un hombre ocurrente y -oportuno cuando el público se metía con él, cosa que le mortificaba. En cierta ocasión, en Valencia, cuando estaba pasando de muleta a un toro de Carriquiri, un gracioso le gritó: —Arrímate más, mal cañí; ¡malditos sean tus muertos! -«El Lavi» se descompuso e hizo una faena catastrófica, y cuando pasó ante el tendido de donde salió la voz, dijo: —Permita Dios que un bicho te pique en el cogote y tengas las manos atás por delante del «busaó». Pero dejemos de momento lo anecdótico, que es la parte biográfica más interesante del diestro calé, y demos algunos datos de su vida. Nació «Lavi» en Cádiz el 11 de marzo de 1811. Con su hermano Gaspar, matador de toros, y que también usó el mismo apodo, se cree dio sus primeros pasos en el arte taurino; primero como banderillero y después como matador. Sus primeras actuaciones tuvieron por escenario los cosos de Andalucía, donde logró adquirir un buen cartel. Hizo su presentación en Madrid como matador de toros el 17 de abril de 1813, alternando con Juan Pastor, «el Barbero», y Francisco Espeleta, también gaditano, jugándose toros de Gaviria y Juan Sandoval. En esta corrida en la capital de España no. hubo cesión de trastos para el debutante, cuyo nombre figuró varios años en los carteles de la Villa y Corte. Dice el famoso historiador Sánchez Neira que en las funciones reales de 1846, celebradas en Madrid, trabajó como espada por delante de Juan Lucas Blanco; por cierto que al primer toro que rompió plaza le arrancó en seguida «Lavi» la preciosa moña que ostentaba y la ofreció a la reina Isabel 11. Manuel Díaz hizo la ofrenda a S. M. de la siguiente manera: —Señora: ésta es la primera moña que V. M. tiene el honor de recibir de mis manos. 


En el año 1858 hizo un viaje a Lima, donde fue debidamente contratado una cláusula del ajuste se preveía —según el ilustre académico y gran escritor taurino don José María Cossío— la entrega a la familia del diestro gitano de 2.000 pesos (dos mil) si moría en la travesía. Anteriormente había estado en La Habana y México, donde consiguió tales éxitos que a su regreso a España decía: —Si no me voy de aquella tierra me jasen emperaor, como Napoleón los franceses. Llegó al Perú nuestro hombre a mediados de noviembre. Le acompañabais su hijo Antonio, José Jiménez, «el Granadino», y José Lara, «Chicorro». No pido torear ninguna corrida. Cayó enfermo y falleció el día 9 de diciembre del mencionado año 1858 en Lima. - Ofrecemos a continuación unas anécdotas:
MAS VÁLE QUE NO LE LLEVEMOS LA CONTRARIA 
--¡Corre a ese toro por derecho! —gritaba furioso el Lavi a un banderillero cobardón que sabía lo supersticioso que era su maestro. --Pero si no quiere...! Enántes, cuando pasé por --su cara pa tenderle el capote, me dijo no quío seguirte pa dar inquina al señor Lavi Este reflexionó un momento con muestras evidentes de preocupación y dijo: ----Entonces, más .vale que no le llevemos la contraria, no sea que me tome entre ojos.
HABLABA MUCHO CON LOS TOROS 
 Si era el toro de los que buscaban el bulto, le decía: ----No seas ladrón, aplómate y déjate matar, qué tengo cinco chorreles. O bien: — ¿Te cuelas para coger? Pues mira, te voy a diñar mulé antes que lo huelas y lo cuentes a tu mare.
UN LAPSUS LINGUISTICO
 Hablando con unos amigos del viaje de su hermano Gaspar a Filipinas, decía: —Va a Manila bien costeao, y allega presto, poique lo trasmiten por el limbo. Se refería al istmo de Suez.

ARTURO PARAMIO


Arturo Paramio y Huertas era natural de Cádiz. En cuanto tuvo edad para ello le dedicaron sus padres a un oficio, que abandonó más tarde por los toros, a cuya lidia mostró marcada predilección desde que presenció la primera corrida. Pasando mil fatigas hizo su aprendizaje en las capeas que se celebran en muchos de los pueblos de las provincias de Sevilla y Cádiz, demostrando no poca valentía. En 1893 tuvo los primeros ajustes como matador de novillos, y en el pasado año, después de haber toreado con Potoco varias corridas en Tenerife, hizo su debut en la plaza de Sevilla el día 17 de Junio, toreando en unión de Palomar y Conejito reses de Adalid, y estando poco afortunado en el cumplimiento de su cometido. Toreó después en Cádiz y otras poblaciones, y al terminar la temporada se embarcó para América, donde toreó con bastante aceptación en Guadalajara (México) y otros puntos, pasando luego a la Habana ajustado para tomar parte en varias corridas en la plaza de Colón, de Santiago de Cuba, y en la segunda de ellas fue donde sufrió la cogida que le ocasionó la muerte.
El empresario de la plaza de Colon en Santiago de la Habana, Sr. Beloso , en vista del éxito obtenido en la corrida que hacía pocos días había tenido efecto, y en la que Arturo Paramio por su valentía y serenidad ante los toros se había captado las simpatías del público de esta capital, organizó para el dia 10de marzo de 1895, la segunda fiesta taurina con la cooperación de las cuadrillas de Joaquín Artau (el Catalán) y el referido Arturo Paramio, para estoquear reses de la ganadería de Castellanos. A las cuatro y media, hora anunciada, dio principio el espectáculo bajo la presidencia del Sr. Fernández, llenándose los preliminares propios del caso. Una vez en su puesto la gente de coleta, se dio suelta al primer cornúpeto, que era negro, lucero y cornicorto. Artau le saluda con cuatro capotazos sin parar lo suficiente, que le valieron aplausos. La gente montada se las entendió luego con el bicho, metiendo entre Curro, Navas y Brazo de Hierro seis puyazos, a cambio de dos tumbos. A los quites, los espadas. Paramio en uno, rasca la cara de su adversario, por lo que el público le bate palmas y obsequia con tabacos.
Del segundo tercio se encargaron Vaquerito y el Sastre, dejando el primero dos pares superiores, y el segundo uno, que no desmereció de los de su compañero. Artau, obtenida la venia presidencial, se dirige al bicho, al que después de dos telonazos da pasaporte de dos pinchazos y una estocada baja. Fue aplaudido. El cornúpeto que salió en segundo lugar se llamaba Cocodrilo, y era berrendo, con armas abundantes, de representación y con las de Caín dentro del pellejo. Paramio, para pararle los pies y fijarle, dio tres buenas verónicas, que le valieron una ovación. Entra en juego la gente de vara larga, y ponen varios puyazos, sufriendo algún tumbo bueno. Paramio hace sólo los quites, terminando algunos arrodillándose ante la cara, lo que le valió palmas y música. Banderilleado con dos pares y medio por los muchachos, se pasó al último tercio, del que estaba encargado Arturo Paramio. Este, después del brindis correspondiente, salió a entendérselas con Cocodrilo, que estaba en la querencia de un caballo muerto, y una vez allí, y con el objeto de que abandonara el sitio, le dio varios pases, sin conseguirlo.
El Vaquerito después tiró varios capotazos con el mismo fin, y sin obtener mejor resultado. En vista de esto, vuelve Paramio a, pasarle de muleta, y en cuanto juzgó al bicho en disposición, entró con mucho coraje a matar, largando una estocada, monumental, que hizo polvo a su enemigo, pero con tan mala suerte, que a la vez era cogido por el toro, volteado y despedido a gran altura. Cae, y en el momento se incorpora, llevándose las manos al pecho. Trata de andar, pero no puede y cae de nuevo, siendo recogido inmediatamente por la cuadrilla y conducido a la enfermería, donde espiró á los pocos momentos, diciendo: Madre mía, ese asesino lo ha matado! Reconocido, resultó tener una herida profunda en el lado izquierdo del pecho con destrozo del corazón, mortal de necesidad, y por la que arrojaba sangre en abundancia. La noticia circuló rápidamente entre los espectadores, causando un pánico indescriptible. En vista de esto, y a petición del público, el presidente dio orden de que se suspendiera la corrida. Gran número de personas se agolpó a la puerta de la enfermería, donde yacía el cadáver del infortunado muchacho rodeado de toda la cuadrilla, el juez, varias autoridades, el director de un periódico de la localidad. La autoridad dio orden de que se impidiese la entrada del público, y la fuerza armada tuvo que intervenir para que se obedeciese el mandato. El lunes 11 se dispuso que fuese enterrado al día siguiente en un nicho costeado por todo el personal de las cuadrillas, asistió al fúnebre acto numerosa comitiva, pues el finado contaba con muchos amigos y con las simpatías de toda la afición de la ciudad, donde ha hizo gran impresión el desgraciado accidente. Los individuos de su cuadrilla, y muy especialmente Vaquerito y Perea.. La cabeza del toro causante de la, muerte, fue cortada por orden del empresario con el objeto de disecarla.

martes, 16 de septiembre de 2014

IGNACIO EZPELETA "EZPELETITA"


Matador de novillos gaditano. Marchó a México EN 1906 a probar fortuna como torero, y aunque no se le mostró muy espléndida, tampoco dejó de favorecerle. El 29 de enero de 1910 trabajó en Guadalajara, de México, con Pascual Bueno, alcanzando Ezpeletita un buen éxito.Vivió en el 9 del callejón de Jimenez en México D.F. llegando a tomar la alternativa en Puebla, se la dió Reverte Mexicano, alternativa a la que renuncio para seguir actuando como novillero; sus hijas fueron Pilar y Paquita o "Las Canasteras de Triana", bailarinas de flamenco, en 1932 su dirección era Echeveste 3 en el D.F.,falleció el 22 de mayo de 1951 a los 62 años en México.



SEBASTIAN SUAREZ AÑINO "CHANITO"


Nació en San Fernando el 22 de Febrero de 1891, tomando la alternativa en su ciudad natal treinta y dos años después. Su última corrida ya cuarentón fue precisamente en 1931 en El Puerto de Santa María. Su padre era carnicero por lo que le resultó más fácil su comienzo, ya que al disponer su padre de reses para su sacrificio, las aprovechaba previamente para torearlas e ir cogiendo sitio. De ahí nació la afición, que fue creciendo cuando se trasladó a Cádiz.

Con diecisiete años vistió su primer traje de luces. No estuvo mal, le animaron y harto de torear palurdos y ganado de media casta, aprovechó la oportunidad que le brindó el empresario de Cádiz para actuar en la plaza que estaba instalada frente al Colegio de la Mirandilla, que era de madera y con mucha capacidad. Los éxitos se sucedieron y dado su espíritu aventurero, tomó un barco de los que cruzaban el charco y se fue a México, encontrándose el estallido de la revolución, alli tomó otra alternativa, el 4 de enero de 1914 en un mano a mano con Vicente Pastor, confirmándola en Madrid de manos de Juan Silveti en 1925.Tras la tempestad llegó la hora de promocionarse, cosa que hizo él mismo con carteles imaginarios. Se fue abriendo camino, encontrando a un paisano suyo de Chiclana que actuaba de matador de toros y se apodaba “El Bicho La Tina”.


Siguió su campaña, actuando en corridas de concurso quedando finalista, saliendo a hombros junto al mexicano Solís, que se llevó un capote de paseo por matar bien Chanito contaba con muchos partidarios y ese día según me dijo se la jugó y el público lo apreció. A partir de ahí toreó con todas la máximas figuras del toreo, como Juan Belmonte, Vicente Pastor, Luis Freg, Ignacio Sánchez Mejías, Rafael “El Gallo”, con éste en San Fernando, después de su retirada acaecida como ya hemos dicho en 1931,siguiendo la tradición familiar, regentó una carnicería en el mercado de abastos de Cádiz, allí estuvo hasta el año de 1973, en que perdió la vista por completo y se refugió en su casa de la calle María de Arteaga número 2, primer piso, desde donde cada año, cuando por aquel entonces pasaba por su puerta la Cofradía del Perdón y María Santísima del Rosario, de la que era muy devoto, le arrojaba un ramo de flores. Falleció el 4 de enero de 1983 en Cádiz.

lunes, 15 de septiembre de 2014

SALVADOR ANGOSTO "LOQUILLO"

Un monosabio auxilia al ya inerte "Loquillo"

El picador Salvador Angosto «Loquillo» actuó siempre por la región murciana. Era natural de Cartagena, en cuya ciudad ,dio sus primeros pasos en el arte de «Badila». Encontró la muerte en la segunda corrida de feria de Murcia del año 1913, que tuvo celebración el día 8 de septiembre, festividad de la Virgen. Se corrieron en tal ocasión seis. toros de doña Celsa Fontfride, que salieron bravos, por las cuadrillas de Rafael, González «Machaquito», Luis Freg y Joselito. El lidiado en tercer lugar cogió a «Loquillo», causándole una herida en el corazón, falleciendo en el acto. El cuerno del toro penetró por la espalda saliéndole por el pecho.



El hecho ocurrió al clavar una vara el desafortunado piquero a «Bonito», que así se llamaba el toro en cuestión. Joselito hizo una extraordinaria faena a este toro. Salvador Angosto «Loquillo», la tarde que encontró la muerte, actuaba en calidad de picador de reserva.Tenía treinta y cuatro años, estaba casado y con hijos. La cuestación realizada durante la corrida produjo 1.958 pesetas. Machaco y Gallito dieron 200 cada uno. Una señorita, que estaba en la barrera, entregó un collar de 53 perlas, tasado en 4.000 pesetas. El Loquillo hacía unos días que había salido del Hospital de Alicante por haber sido cogido por un toro de Veragua. Aquel dia, era la segunda vez que toreaba después de la cogida.


"Joselito" dá cuenta del toro asesino.

JUAN BAUTISTA SANTOJA RASON "EL ARTILLERO"


Al caer, después de poner una vara al primer toro de Veragua en la corrida que se celebró en la plaza vieja de Albacete el día 9 de Septiembre de 1913, la llamada perilla de la montura le oprimió el bajo vientre, causándole tan grave lesión, que a consecuencia de ella se presentó la peritonitis y falleció antes de las veinticuatro horas. Los compañeros de Bautista Sántonja, y muy especialmente Francisco Codes (Melones), no se separaron un instante de él atirante la noche del 9 y la mañana del 10. La hora de celebrar la segunda corrida se aproximaba, y cuando se preparaba el referido Melones a vestirse, tuvo que sostener en sus brazos a Bautista, que sufrió un colapso, hasta que auxilió al herido el ayudante del médico. Pasado aquel terrible momento, y cuando ya tenía la faja puesta el compañero otro colapso más fuerte privó de la vida para siempre al que hasta veinticuatro horas antes era hombre joven, sano, vigoroso y fuerte.



Aquellos hombres, que no habían dormido, que habían visto sufrir horriblemente y expirar a su compañero, después de besar su cadáver, se vieron obligados a salir de nuevo a no saber si al día siguiente habría que borrar otro nombre de la lista.El desgraciado Bautista Sántonja era natural de Bocairente, donde nació en 1878, contaba pues treinta y cinco años de edad, y desde niño residía en Córdoba, donde trabajo desde pequeño. Pertenecia a la cuadrilla de Vicente Pastor donde entró para sustituir a Pedro Navarrete "Cantaritos", en sus primeros pasos profesionales encontró la protección de Rafael González "Machaquito", actuó en México la temporada 1910-1911 recomendado por su protector, actuó en provincias a las ordenes de "Mancheguito".



MARIANO CORTES EL NARANJERO


Al famoso "Naranjero" multó el presidente un día porque la puya metía siempre en el mismo agujero.
y al defender su dinero.
 exclamó con arrogancia:
 ---¡Es injusto aquí y en Francia,
 lo que ha hecho la Presidencia!
 ¿Qué harán con la inconsecuencia si castigan la constancia?
A Mariano Cortés le correspondió actuar en un tiempo en que se disputaban las palmas de la inteligentísima y severa afición madrileña una baraja de notables garrochistas, que salían al ruedo a luchar con toros de edad cumplida, grandes, poderosos, de enorme arboladura, criados con esmero por aquellos ganaderos andaluces y colmenareños que tenían a gala el dedicarse a la crianza de reses de lidia y a quienes las ovaciones en las Plazas compensaban de todos sus desvelos y sacrificios, que no escasos eran los que les ocasionaba su desinteresada afición. No le arredraron jamás al madrileño las feroces acometidas de los poderosos astados de Colmenar y con ellos supo conquistar fama y nombradía. El diestro de que nos ocupamos, y a cuya memoria rendimos este modesto homenaje, vio la luz en Madrid el 17 de octubre de 1826. Muy joven apenas cursada la primera enseñanza se vio precisado a trabajar, efectuándolo como dependiente de un asentador de frutas representante en la capital de unos naranjeros levantinos. Con este jefe pasó algunos años; el Naranjero le apodaron, y por tal fue conocido desde mucho antes de abrazar la carrera del toreo. Por mejora de condiciones, cambió de rumbo su trabajo, y actuó al servicio de un almacenista de vinos, que le destinó a uno de sus despachos, situado en la calle del Ave María. Por residir en las inmediaciones, frecuentaba el establecimiento el picador de toros Bruno Azaña, y con éste, algunos de sus amigos, como Juan Álvarez (Chola) y el matador Isidro Santiago, los que pronto simpatizaron con el nuevo dependiente. Del trato con éstos, de las facilidades que por los mismos tuvo Mariano para asistir a las corridas, surgió su vocación por el arte, y hallándose dotado de valor y serenidad para sortear al ganado, de lo que se cercioró en las pruebas a que sus nuevos amigos le sometieron, decidió, contrariando la voluntad de su familia, abrazar la profesión del toreo. Comenzó por trabajar de peón y banderillero, y, como tal, hizo su primera salida en el ruedo de la corte en la novillada del 16 de marzo de 1851, acompañando luego en algunas novilladas de provincias Basilio González (el Sastre).


Le agradaba el toreo de a pie; mas, comprendiendo que su fortaleza de músculos, desarrollados en el manejo de los fardos de fruta y pellejos de vino, se avenían mejor con la lucha a caballo, aceptó las lecciones que le ofreció su amigo y profesor Bruno Azaña y se decidió por ser picador de toros. Su maestro influyó con el contratista de caballos de la plaza madrileña para que le facilitase el manejo del caballo, comenzando a practicar en las fiestas de mojiganga, luego como reserva en los novillos de puntas y más tarde en tanda. Así solían comenzar todos los picadores que en Madrid se formaban en aquel tiempo. Le había prometido el arrendatario de las novilladas que en las de 1852 ya picaría las reses de puntas, pero un suceso inesperado anticipó la fecha. Anunciado Juan Álvarez (Chola) para picar en la fiesta del 8 de diciembre de 1851, cayó enfermo la noche anterior a la corrida, y, al enviar recado de su dolencia, rogó fuese sustituido por el Naranjero, como se efectuó, cumpliendo bien su cometido. Para el 14 de agosto de 1853 se anunció una corrida en cuya primera parte hizo su labor aquella famosa cuadrilla de indios, negros y pegadores que dirigía el gitano Rodríguez Alegría.

1862, Cuadrilla de Cúchares, Naranjero marcado con X

Después, y como parte seria del espectáculo, se lidiaron tres toros, que picaron el veterano Andrés Hormigo y el novel Mariano Cortés. No consideró éste como fecha de antigüedad la de tal corrida, acogiéndose a la del 29 de mayo de 1854, en la que alternó con José Sevilla, siendo el toro Panadero (berrendo en negro), de Cabrera, el primero que picó en su elevación de categoría. Desde entonces trabaja con frecuencia en la plaza madrileña, así picando toros como novillos de puntas, sin perder por esto su categoría, por ser esto habitual entre los picadores de la época. En el año 1856 desarrolla una gran labor, y para demostrar a sus paisanos que sabe torear de a pie, toma parte como matador en una novillada, en la que alterna con su colega Juan de Fuentes. Sólo Dudo matar —regularmente— su primer novillo, pues a, tocar a muerte en su segundo se llenó el redes del de aficionados y se dio al toro la puntilla para evitar posibles desgracias. Sin duda por esta actuación, cierto historiador le inventaría como matador de novillos en plazas de segunda y tercera categoría Indudablemente, quien tal escribió ignoraba que, se trataba del mismo diestro de quien después se ocupa. También este año un crítico madrileño le retrató --, una, semblanza que decía así: «Hay en este picador más plaza más hulla y más animación que en otros pero menos inteligencia: más voluntad pero menos poder; mejores facultades. Pero peor aprovechadas. A Pesar de ello y aunque se atrevía en la suerte, se le ve adelantar, y, si se corrige será un buen picador.» Efectivamente en años posteriores se aplicó y su cartel quedo consolidado entre los de primera fila. Toreó por última vez en Madrid el 6 de octubre 1867: luego se retiró dedicándose al negocio de vinos y licores, en el que trabajó hasta su muerte, ocurrida el 16 de noviembre de 1879 de una "congestión cerebral".

JOSE FUENTES RODRIGUEZ "EL PIPI"


En la profesión del toreo se le conoció por el apodo de «El Pipi», vio la luz en la ciudad de Córdoba el 23 de mayo de 1841. La voz de la sangre le llamaba a la profesión de la tauromaquia, pues era hijo del antiguo banderillero apodado «Canuto» y hermano del matador de toros Manuel Fuentes, «Bocanegra», y del banderillero Antonio Fuentes, «Hito». Muy joven comenzó el aprendizaje de la profesión, realizándolo como torero de a pie en los pueblos de la región, a los que iba en compañía de los novilleros principiantes de su tiempo. Desistió del toreo de a pie, realizando sus ensayos como picador, en vista de su torpeza de piernas, motivada por una caída que tuvo cuando era muchacho. Recibió oportunas lecciones de los picadores amigos de su hermano Manuel, y cuando éste, en el año 1862, recibió la alternativa, agregó a José a su cuadrilla. Con dicho hermano vino a Madrid en 1868, haciendo su presentación en la decimocuarta corrida (19 de julio), en la que alternó con Domingo Granda, «el Francés», siendo el toro «Ropero» (negro mulato), de Veragua, el primero que picó en la Plaza de la corte. Su trabajo en este día no pasó de frío y vulgar, demostrando a la afición madrileña que el nuevo varilarguero ni poseía grandes facultades, ni fino estilo; sólo se apreció en él un buen deseo y no escasa habilidad en el manejo del caballo. Nuevamente toreó en otras dos corridas en que lo hizo su hermano, las de los días 6 y 27 de septiembre, y en la temporada siguiente, los días 5 y 12 del mismo mes (corridas decimoquinta y decimosexta), a las que vino en sustitución de Antonio Calderón —herido en Zafra—, agregado a la cuadrilla de Rafael Molina, «Lagartijo». 


Tampoco su trabajo en estas fiestas alcanzó relieve alguno; se limitó a cumplir y escuchó algunos aplausos, no muy nutridos, ciertamente, y con esta labor terminó su actuación en la Plaza madrileña. Continuó figurando en la cuadrilla de su hermano Manuel, el que le acuciaba para que se aplicase y adelantase en el oficio, ya que para ello no le faltaban valor ni buenos deseos, como lo prueba el hecho que vamos a referir. En la corrida de Córdoba del 31 de mayo de 1868, en la que se lidiaba ganado de la testamentaria de don Juan Miura por las cuadrillas de «Bocanegra» y «Lagartijo», el primer toro le dio una tremenda caí-da, retirándose a la enfermería, donde le fueron apreciadas fuertes contusiones en la espalda, hombro y brazo derecho, certificando los facultativos que no podía continuar la lidia. José Fuentes creyó que aquello carecía de importancia, y contrariando la opinión de los médicos, volvió a la Plaza y continué trabajando hasta el final de la corrida. Para inaugurar la temporada sevillana de 1874 —día 5 de abril— se dio una corrida en la que «Bocanegra» y Francisco Arjona, «Currito», actuaron de matado-res, los que lidiaron ganado de don José Antonio Adalid. El cuarto toro, «Corianito» (negro) resultó de mucho nervio y poder, y en las primeras varas derribo con estrépito a Enrique Sánchez, «el Albañil», el que pasó a la enfermería. José Fuentes, que por complacer al empresario de caballos aceptó uno de escasa alzada, fuese hacia el toro, y al poner una vara derrotó alto el bicho, alcanzando al piquero en el lado derecho del pecho, dándole una cornada que le fracturó una costilla y le alcanzó el pulmón. Pasó a la enfermería, agravándose días después de practicada la primera cura, dando lugar a que se le declarase .a pulmonía traumática, que dio fin de su vida a las doce de la noche del 10 de abril de 1874. José Fuentes, «el Pipi», puede ser clasificado entre los profesionales de la garrocha de segunda categoría, y aun en ésta, no ciertamente en los primeros puestos. Si tomó parte en corridas de gran importancia, lo debió a figurar en la cuadrilla de su hermano Manuel, víctima, como él, de la profesión que abrazara.

JOSE FERNANDEZ MIRALLES "MADRILES"


Nacido en Novelda (Alicante) el (17-03-1892), fue su primera profesión la de chocolatero, pero por su gran afición a los caballos la cambió por la de cochero. En este servicio servía en la línea de Badajoz a Bancarrota; en ella, en un viaje de la cuadrilla del novillero Eusebio Montes, conoció al buen picador de toros extremeño Pedro Belmonte (Zurito chico), con quien llegó a tener íntima amistad. Estimulado por éste, que apreciaba las facultades y aptitudes y los conocimientos del cochero caballista de José, y que le brindó su apoyo, se decidió por seguir los consejos de su amigo, que ya por entonces eran coincidentes con su verdadera vocación. Y tras varios ensayos en privado, vistió por primera vez la casona de ante y el castoreño, y se presentó en público en la Plaza de Toros madrileña de Vista-Alegre (Carabanchel Bajo), el (16-07-1916), en una novillada en que Mariano Merino, Marchenero y Praderito mataron novillos de don José Pereira Palha Blanco, bravos y de poder, y que dejaron fuera de combate a varios picadores y con ello obligaron a intervenir al novato de reserva Madriles a picar nada menos que a los seis toros, sufriendo grandes porrazos y siendo empitonado aparatosamente. Bernardo Muñoz “Carnicerito de Malaga” estuvo casado, , con la gran estrella del baile – y también torera –Soledad Miralles, recordada como una temperamental y genial bailaora, considerada la primera que bailó la petenera,era hermana de José Fernández Miralles. Tambien su sobrina MARINA HEREDIA,toreó en los años precedentes a la guerra civil.

BENITO GARRIDO "VILLAVICIOSA"


Toreó al lado de Rafael hasta el año 1873, y el puesto que dejó vacante en la cuadrilla fue ocupado por Juan Molina, hermano del matador. El último toro banderilleado por Villaviciosa fue Bolichero, de Veragua, en la corrida de Beneficencia efectuada. en Madrid el 25 de mayo del expresado año 1873. En la corrida de inauguración de la actual plaza madrileña, en 1874, toreó sin banderillear, Retirado definitivamente en 1875 fue desde entonces apoderado de Lagartijo y falleció en Córdoba en el mes de mayo de 1883. Ese retrato está hecho por Laurent, en la Carrera de San Jerónimo de la corte, hace mas de cien años, en aquellos días en que Lagartijo empezaba a dar codazos para ponerse en la primera fila y en los que su cuadrilla de banderilleros la formaban el susodicho Villaviciosa, Juan Yust y el primer Gallito, José Gómez, tío carnal del calvo y del infortunado Joselito.

sábado, 13 de septiembre de 2014

LOS PASTORES DEL TOREO



Estos pastores no tienen nada de simbólico ni el titulito cae dentro del reinado de la metáfora. No me refiero a los que pudiendo hacer de conductores del numeroso rebaño tauromáquico hayan procurado llevar a éste por el redil, sino a otra clase de pastores.
Vamos a escribir estos con una mayúscula inicial y en seguida estaremos al cabo de la calle. Quiero hablar de los pastores que ha habido en el toreo, mejor dicho, de los lidiadores que han llevado el apellido Pastor, que son algunos. Al mencionarlos por orden cronológico, el primero que acude a la cita es Juan Pastor, apodado el Barbero, matador de toros nacido en Alcalá de Guadaira (Sevilla), alumno de la Escuela de Tauromaquia que fundara Fernando VII, el cual recibió la alternativa en Madrid de manos de Juan León en el año 1839. Murió en 1854. Fue el prototipo de los toreros de rumbo y su vida está llena de curiosas anécdotas y episodios llenos de gracia. Viene después Antonio Pastor, torero de a caballo, picador de mediados del pasado siglo que no adquirió celebridad, pues no salió del montón anónimo. Actuó por vez primera en Madrid como tal varilarguero en Octubre de 1844. Más notables que los anteriores fue Ángel Pastor y Gómez, banderillero de Cayetano Sanz y Frascuelo y después matador de toros, a quien Lagartijo el Grande le dio la alternativa en octubre de 1876. Era de Ocaña, disfrutó de grandes simpatías y se distinguió por su toreo elegante, con el que suplía sus deficiencias de estoqueador. Se retiró en 1893 y dejó de existir en 1900. Hubo otro Juan Pastor, natural de Alicante, matador de novillos, que se presentó en Madrid el 9 de Enero de 1881 y dos días después murió trágicamente en una taberna de la calle de Tetuán de la Corte. Clemente Pastor fue un lidiador madrileño que solía matar novillos hace treinta y tantos años en fiestas de poca importancia, y dada su escasa significación, la historia no ha podido recoger ninguna hazaña su-ya digna de mencionarse. Vicente Pastor y Duran, en cambio, adquirió justa celebridad y en la memoria de todos están las grandes campañas que realizó dicho espada madrileño hasta que en 1918 se retiró del toreo. Es el más famoso de los lidiadores de tal apellido. Ernesto Pastor fue el matador de toros nacido en la isla de Puerto Rico que murió el 12 de junio de 1921 en Madrid a consecuencia de la herida que un toro de Villagodio le produjo toreando en la misma plaza el día 5 del expresado mes. Hubo un Julián Pastor, novillero mexicano, y un José Pastor, valenciano, también matador de novillos, residente en Barcelona.

Víctimas del toreo: Picadores - Fiestabrava

miércoles, 10 de septiembre de 2014

JOSE GOMEZ CANALES


Medina y Banegas, José María (conocido por Canales). —Picador de cartel a quien no faltaba voluntad, poder, ni intención; agradaba al público, alguna vez mucho menos de lo que debiera, porque aunque sabía su obligación, no era bullidor mi hacía lo que otros para conquistar palmas, lo cual es de ensalzar; pero al mismo tiempo re empeñaba en ocasiones en no querer lo que el público exigía, y esto, cuando no está justificado, es digno de censura. Se puede decir que se  crió entre reses bravas, porque había sido cabestrero, después gran aficionado a picar, y buen jinete. 

La, primera vez que toreó fue en Jaén, donde le dieron doscientos reales por picar en una becerrada en el año de 1866; dos años más tarde le vimos en. Madrid, como de reserva, con las cuadrillas de Cúchares y el Tato, y en 2 de Junio de 1869 Currito autorizó su alternativa en Algeciras. Esta fue confirmada en la plaza de Madrid en 1874, habiendo trabajado antes y después con cuadrillas de primer orden, como lo son las del Gordito, Bocanegra y Cara-ancha. Nació en el Puerto de Santa María el 18 de Febrero de 1842, siendo hijo .de Manuel Medina y de Lutgarda Banegas; por consiguiente, no se explica por qué en los carteles se le titula Gómez sin serlo, y sin tener él interés en ocultarlos verdaderos apellidos. Se desconoce la fecha de fallecimiento.


martes, 9 de septiembre de 2014

JOSE ANTONIO LEARTE CALDERON "CAPITA"


Célebre banderillero tuerto, nacido en Carmona (Sevilla) el 6 de abril de 1798, fue un banderillero ejemplar, extraordinariamente dotado para la colocación de los rehiletes y, sobre todo, gran conocedor de casi todas las técnicas de la lidia, sabiduría que fue adquiriendo a lo largo de su dilatada experiencia en cuadrillas de tanto renombre como las de Francisco Montes Reina ("Paquiro") y José Redondo y Domínguez ("Chiclanero"). Es fama que el mismísimo "Paquiro", al comienzo de su andadura torera, aceptó los consejos de "Capita", así como que asesoró sabiamente a los afamados diestros madrileños Ángel López ("Regatero") y Cayetano Sanz Pozas. Vivió varios años en Madrid, convertido en un teórico de la tauromaquia y participando de cuantos corrillos y cenáculos taurinos se organizaban en la Villa y Corte, donde encontró la muerte el 21 de febrero de 1868.

JOSE GOMEZ GARCIA "GALLITO"


El primero de los "Gallos", hermano de Fernando, padre de Joselito y Rafael y tio de estos, fue un banderillero excepcional de la cuadrilla de "Lagartijo" durante dieciocho años,En 1866, entró de banderillero en la cuadrilla del recién alternativado espada Lagartijo,con Juan Molina, hermano de Lagartijo formó una pareja de subalternos ejemplar en la historia del toreo. Si Juan Molina destacaba por su poderío en la brega,José el Gallo sobresalía por su justeza y medida al correr los toros por derecho, a punta de capa. Esa precisión en el toreo de capa a una mano, junto con un porte inconfundible, sería una cualidad característica de sus familiares, que tanta gloria darían a su apodo"por él se hizo torero el padre de los "Gallos" su apodo le vino por la peculiar forma de dar pasitos para ir a banderillear al toro: "que cuando banderilleaba daba saltitos y la gente decía “parece un gallito cuando clava”, asi decia el divino calvo. Se retiró en Sevilla donde falleció el 18 de Abril de 1885.

sábado, 6 de septiembre de 2014

COSME GONZALEZ


Cosme González fue un diestro nacido en Aranjuez en el año 1843, uno de ,aquellos toreros que antaño tuvieron una personalidad típica, entonces muy común : la del lidiador subalterno que de vez en cuando se erigía en jefe de cuadrilla, y tan pronto oficiaba de banderillero, como de matador de novillos, o de sobresaliente en corridas de importancia con la obligación de estoquear el último toro. Hace ya muchos años que han desaparecido estos toreros de tan diversas aptitudes,pues si algún banderillero prueba a ser matador y no queda satisfecho del ensayo, vuelve a los rehiletes y ya no se acuerda más de empuñar la espada. Cosme Gonzalez figuró como banderillero en la cuadrilla de Ángel Pastor, pero como a éste simpático diestro no le asediaban las empresas, González se dedicaba a estoquear novillos cuando y donde podía. Su nombre figuró como sobresaliente en los carteles de las corridas de Madrid durante los años 1875, 76, 78 y 80. Al retirarse Ángel Pastor y fijar su residencia en Aranjuez, se retiró al mismo Real Sitio Cosme González, lugar de su nacimiento, y allí llevó una vida apacible, querido y respetado de sus paisanos, quienes le hicieron concejal de aquel Ayuntamiento. A los setenta años de edad, el 28 de Septiembre de 1913, dejó de existir el señor Cosme, de quien se dice que cultivó como especialidad,el salto del tras cuerno.

JUAN LEON "EL MESTIZO"


El "Mestizo" nació en Carmona (Sevilla) y quiso ser lidiador, a cuyo fin hizo el azaroso aprendizaje de todos los toreros de ayer; anduvo de pueblo en pueblo y de capea en capea sufriendo privaciones y en estrecho consorcio con el hambre, y cuando Dios quiso y sus progresos se lo permitieron, comenzó a trabajar como banderillero en diferentes cuadrillas. Pronto logró distinguirse en una especialidad que había de procurarle cierta nombradía, y fue la de clavar banderillas al quiebro teniendo a un hombre tendido en el 'suelo entre sus dos pies, lance arriesgado que tomó del "Gordito" y que practicaba con seguridad y. limpieza. Esta suerte le deparó alguna popularidad, la cual hizo que en él germinaran los deseos de hacerse estoqueador, logrando presentarse como tal en la plaza de Sevilla hace cincuenta años, el 11 de agosto de 1878, con poca fortuna, por cierto. No por esto desmayó el "Mestizo", pues continuó haciendo prácticas con el estoque, mas con tan poco éxito, que al presentarse en Madrid el 6 de marzo de 1881 y no agradar su trabajo, y ante la nada halagüeña perspectiva que vislumbró, decidió marchar a América, que siempre fue tierra de promisión para todas las medianías del toreo.


Entonces no se hilaba tan delgado en aquellos países, y menos si de la suerte de matar se trataba pues hasta que fue Mazzantini y demostró el verdadero mérito de la misma, fue practicada con arreglo a las normas arbitrarias, cómodas y nada expuestas que propagó Bernardo Gavillo. El "Mestizo" recorrió varias repúblicas, y si en la suerte de matar anduvo a sus anchas porque los públicos eran poco o nada exigentes, poniendo banderillas logró positiva fama y gran arraigo, pues aquella especialidad suya le permitió captar no pocas voluntades. El hecho es que Juan León propagó la fiesta en aquellas remotas tierras y que en ellas permaneció hasta su muerte, ocurrida en 1893 en Maracaibo (Venezuela). Buena prueba de la nombradía que alcanzó el "Mestizo" en América por aquella época son los versos que insertamos a continuación, los cuales le fueron dedicados con motivo de un beneficio que le dieron en Puebla (México) en 1886.
Helos aquí :

Al distinguido torero español JUAN LEON "EL MESTIZO" el día de su beneficio
I
Con rumbo a la Patria mía De las playas Españolas, Surcaste del mar las olas Dejando tu Andalucía. Allí de tu bizarría Suena el nombre soberano Y hoy te admira un pueblo hermano Por tu denuedo y valor Arrullándote al calor Del Pabellón Mexicano.

II
Del Cid y Pedro Romero, De Montes y Pepe-Hilo, Enalteces más el brillo A la faz del mundo entero; Cual ellos eres torero De fama y de nombradía Y pues ha llegado el día De función tan deseada, Con la muleta y la espada Demuestra tu valentía.
III
La suerte de banderilla Ejecutas con valor, Como diestro lidiador, Lo mismo a pie, que en la silla; Y aunque parece sencilla Esa suerte, al verla creo Que es muy difícil, y veo, Que solo tú y el Gordito Pueden levantar el grito En el arte del toreo.
IV
Del bruto rodilla en tierra Esperando la embestida, Dejas tu fama esculpida Porque el público se aterra; Que si el valor en la guerra Demuestra digno el soldado, Tu valor es más marcarlo En medio del redondel Y no se encuentra cincel Con que dejarlo grabado. Frente a frente del chiquero Y a tus pies Enrique Pola, Parece que ya se inmola El indefenso torero; Entonces tú con salero Dando un cambio soberano, Al bruto engañas, que ufano A los dos quiere arrollar, Y lo llegas a burlar Con la montera en la mano.
VI
Derecho como, la encina Del redondel en el centro, Se viene el toro a tu encuentro Cuando agarrarte imagina; Pero con tu escuela fina Lo burlas con tanta gana, Con la gracia sevillana De ese quiebro tan lucido Por ti a México traído a la escuela Mexicana.

DE GAVIÑO. HERNANDEZ Y LOS COMANCHES


Gaviño lidiaba unas 50 tardes al año y en cierta ocasión se le contrató para torear mañana y tarde en Chihuahua, de este viaje que se tornó en aventura quedan dos recuerdos, el primero es que la comitiva en la que viajaba el diestro, fue atacada en su camino por comanches, resultando una batalla de más de ocho horas. Al final de los 64 acompañantes de Gaviño solo dos, además del torero, sobrevivieron el ataque, Fernando Hernández, el banderillero y Vicente Cruz el picador. Tras recuperarse de sus heridas Gaviño dio tales faenas en Chihuahua que el párroco de Paso del Norte, hoy Ciudad Juárez, murió de felicidad, eso dicen la crónicas.
AL INTELIGENTE DIESTRO PRIMER ESPADA
Fernando Hernández.
Caminabas tranquilo y muy gozoso
Acompañado de Bernardo y buena gente,
Cuando fuiste acometido de repente
Por el indio feroz y tenebroso;
Pero tú, Fernando, firme y valeroso
Aunque a tus compañeros muertos visteis,
Al Comanche rapaz lo combatisteis
Con afán profundo y asombroso.
Honor y gloria, gladiador amable
Se vé en tu frente como blanco armiño
Porque con amor puro y admirable
Velaste por !a vida de Gaviño;
Eterna sea para siempre tu memoria,
Consignando tu nombre nuestra historia.
(Historia del Toreo en Mèxico.Domingo Ybarra.1887)
Imagen: Fernando Hernandez.

martes, 2 de septiembre de 2014

EL PADRE NEGRON


En el Archivo municipal de Estepa (Sevilla) existe, por lo menos hace más de cien años, un interesante trabajo titulado "Tradiciones peruanas", en el que relataba la vida pintoresca de fray Pablo Negrón, conocido por el sobrenombre de El Fraile Toreador. --Don Isidro Gómez Quintana, -versado publicista taurino, recogió en el propio Estepa datos referentes a este famoso clérigo, y de ellos sacó en consecuencia que fray Pablo Negrón era hijo de Estepa y que sus antecesores eran italianos que se naturalizaron en España en la época de lo Reconquista. Era, pues, andaluz el Padre Negrón, que, ingresado en la Orden de la Merced y nada partidario de la vida conventual, residió, en calidad de capellán del feudo en alguna hacienda de las proximidades de Lima. Fray Pablo tuvo una pasión que fue su tormento y el motivo de las represiones y castigos de sus superior. Tenía locura por los toros, cuyas condiciones conocía a la perfección, y gustaba de practicar el toreo en cuantas ocasiones se le presentaban. En los primeros dieciséis años del siglo 19 no se dio corrida en Lima ni lugares de su alrededor en cuya organización no interviniera el Padre Negrón. Los lidiadores del país tenían fe ciega en la maestría del mercedario y buscaban sus lecciones y consejos. El famoso capeador Casimiro Cajapaico, ensalzado como tal por el marqués de Valle-Umbroso solía decir: "Si no fuera quien soy, quisiera ser el Padre Negrón..." Vamos a relatar sucintamente un capítulo de las fiestas acaecidas en Lima en agosto de 1816, en el cual el Padre Negrón realizó la más ruidosa y divulgada de sus hazañas. Fueron estas fiestas pasa celebrar la llegada del nuevo virrey del Perú, don Joaquín de la Peñuela, marqués de Vilumá.
En el programa había tres corridas de toros qua tendrían lugar en la Plaza Mayor, en la que, según costumbre, seguían celebrándose las funciones taurinas en honor del rey o de su representante. En el circo de Acho se celebraban las restantes. El día de la función, la Plaza estaba magnífica, rebosante de espectadores. Casimiro Cajapaico 'y Juanito Breña lo torearon colosalmente a caballo: El público, complacido y entusiasmado, arrojó culos dos jinetes muchos pesos Torearon los “chulos” y, el Ayuntamiento mandó tocar a banderillas, operación gua realizó pronto y bien el diestro Cantoral. Tocaron a matar, y Lorenzo Pizi, armado de estoque y muleta, se fue bajo la galería que ocupaba, con su sequito, el virrey, al que, por las buenas, espetó e! siguiente brindis: «Por vuecencia, su ascendencia, descendencia y toda la noble concurrencia, Nos habíamos olvidado decir que Lorenzo Pizi vestía terno morado y plata. Después de brindar, se fue posa el toro, al que comenzó a citar desde mal terreno, De que lo vio de esta guisa, Fray Pablo, que presenciaba la corrida desde uno de los andamios del portal de Botoneros, se puso a gritarle: --¡Quítate de ahí! ¡Acuérdate de la lección y no vayas a dejarme feo! No tuvo tiempo el diestro de atender el apremiante consejo del Padre Negrón. El toro, que, como ya hemos dicho, era de muchos pies, se le vino encima, como una tromba, antes de que pudiera cambiarse de sitio. Pizi dio un pase embarullado y no tuvo tiempo de reponerse. Relámpago, haciendo honor a su mote, se revolvió rápidamente, y cogió al diestro de manera emocionante. Un grito de espanto resonó en la Ploma. Y entre el griterío descolló la .voz de Fray Pablo, que decía: —; Zapatetas ¿No te lo dije, negro bruto? ¿No te lo dije? Y al decir esto se terció el hábito y saltó desde el andamio a la arena para El toril y se instaló en la esquina de judíos para hacer el quite a Pizi, que, moribundo, estaba tendido en el suelo. El toro abandonó su presa segura, reclamado por él quite del mercedario, que le aguardaba con su propia capa blanca del hábito. Fray Pablo hizo varías suertes a la criolla, a la navarra y a la verónica, dando tiempo a que los chulos retirasen de la Plaza al desventurado Lorenzo. “No hay que decir que el público tributó al Padre mercedario uno gran ovación. El primer espada, Esteban Corujo, no tuvo ánimos para estoquear a Relámpago, y, previa orden de la autoridad, tuvieron que intervenir los desjarretadores y el puntillero. Fray Pablo fue llevado preso al convento de la Merced.
El comendador Fray Mariano Durán, rodeado de todos los Padres graves de la sala capitular, dedicó severa admonición al Podre Negrón y le aplicó el condigno castigo. Además, se le declaró suspenso de Misa y demás funciones sacerdotales y se le prohibió salir del convento sin licencia de su prelado. La vida de encierro le sentó mal a Fray Pablo, hasta el punto de llegar a enfermar. El médico de la Comunidad recomendó que el enfermo fuera enviado al campo, donde seguramente se repondría. El Padre Superior le envió a la Magdalena, pueblecito situado o tres millas de Lima, recomendándole que no cayera en la tentación de torear. Pero Fray Pablo comenzó a recobrar la salud, y pronto inició sus visitas a las haciendas del valle, principalmente a. Orbea y Matalechuzas, donde había ganado bravo. Pecó de nuevo: toreó hasta que un berrendo de mal genio lo inutilizó para el ejercicio de su incontenible afición. El tal berrendo le dio tan tremendo golpe contra una tapia, que le dejó desconcertado un brazo. Ya no pudo torear en adelante Fray Pablo Negrón; pero le quedó la sabiduría Y el buen consejo en tauromaquia, y en consecuencia, mientras él vivió, no hubo en Lima ni en sus alrededores cuestión peliaguda, en materia taurina, que no pasara en última instancia al consejo y decisión del llamado, y no sin respeto, El Fraile Toreador.