lunes, 21 de marzo de 2016

FRANCISCO MORENO VEGA "CURRO PUYA"


Nació en el barrio de Triana en el año 1934, era sobrino del también torero Francisco Vega de los Reyes, Gitanillo de Triana, (1903-1931), y de su hermano menor Rafael, del mismo nombre artístico, que fue uno de los integrantes del cartel del 28 de agosto de 1947 en Linares, que se hizo famoso por la cogida mortal que sufrió esa tarde Manolete. Con estos antecedentes, Francisco Moreno encaminó su vida hacia la profesión taurina e, incluso, tomó el apelativo de sus parientes toreros, Curro Puya; fue uno de los novilleros destacados en la década de los años cincuenta, hizo el paseíllo en las plazas de Sevilla y Madrid, y, precisamente, una grave cogida en Las Ventas, que le afectó a la femoral, le impidió tomar la alternativa. Decidió, entonces, integrarse en el escalafón de plata, y ahí encontró el respeto y el reconocimiento de la afición junto a figuras como Miguel Báez Litri, Antonio Ordóñez, Curro Romero, Manolo Cortés, José Antonio Campuzano y Pepe Luis Vargas. Retirado de los ruedos, fue nombrado profesor de la Escuela de Tauromaquia de Sevilla, donde dedicó sus conocimientos a los jóvenes que sueñan con ser toreros. Fallecio en Sevilla el 21 de Octubre de 2013 victima de un cáncer.

JUAN ANTONIO CERVERA


Son muchos los toreros a los que el ritmo acelerado de la vida les hizo desfilar como fantasmas fugitivos, al menos para la memoria de los aficionados, porque la curiosidad necesita acudir velozmente a la gente nueva que sin cesar aparece, y entre los que no gustaron el sabor de la fruta de la nombradía y cayeron hace tiempo en la sima del olvidó figura el matador de toros Juan Antonio Cervera, nacido en Montoro (Córdoba) el dia 1 de mayo del año 1866. No fue impaciente para dedicarse a la lidia de reses bravas, puesto que no se entregó a ella hasta que estuvo próximo a cumplir los veinte años; mozo de muy elevada estatura, su arte careció de gracia y vistosidad, y si se abrió paso —un paso estrecho, claro está— fue merced al brío que ponía para dar frecuentemente unas estocadas tremendas, cosa relativamente fácil para él por el dominio que su talla física le prestaba. Téngase en cuenta que en su época disfrutó la estocada de mucho prestigio, y si Cervera no lo alcanzó fue porque no daba realce a la ejecución de la suerte.; es decir, que los espectadores le veían meter la tizona sin experimentar la emoción que produce el volapié cuando se practica como lo practicaron los grandes estoqueadores en sus respectivas modalidades. 

Hizo sus primeras correrías por las Plazas de la provincia de Córdoba, y se presentó en Madrid como espada novillero el día 9 de marzo de 1890, alternando con Juan Gómez dé Lesaca en la lidia y muerte de cuatro astados colmenareños de doña Carmen García y 'hermanas, hijas de Puente López. Cervera dio cuenta de los llamados ((Lechuguino», colorado, y ((Zorrito», retinto, y el semanario «El Toreo» juzgó su trabajo en el resumen de la revista con estas palabras: «Cervera tiene desahogo cerca de los toros, para al pasar y se arrima. A l herir se arranca desde cerca, pero sin esperar a que los toros estén cuadrados o en disposición, lo cual prueba que desconoce mucho el arte. En la brega, trabajador.» Repitió el 3 de agosto del mismo año, esta segunda vez para estoquear toros de don Faustino Udaeta con Miguel Almendro y Cándido Martínez, «Mancheguito»; no pudo dar muerte más que al primero de suls enemigos, tercero de ¡a tardé, llamado «Bragaíto», cárdeno, pues el sexto volvió al corral después de banderilleado, por hacerse de noche, y el referido semanario se expresó así al ocuparse del montoreño : «Cervera es un novillero casi desconocido en Madrid, pero esto no obsta para que sepa del arle de torear muchas cosas que suelen ignorar los novilleros. Pasó con tranquilidad al único toro que estoqueó, y, aunque la estocada no fué colocada en muy buen sitio, no estró mal en la suerte. Tiene la buena cuíalidad de que no estorba nunca a sus compañeros y de que en quites sabe lo que hace.» Con el salvocondúcto que le facilitaron aqueHas estimables actuaciones en Madrid, circuló por las Plazas de provincias como un novillero más, sin hacer llamadas a la atención, pero demostrando que nada le venía ancho cuando de «entrar por uvas» se trataba. El día 12 de septiembre de 1895 obtuvo un feliz éxito en el mencionado ruedo madrileño. Celebróse Un festejo mixto, cuya primera parte se compuso de la lidia de dos becerros por las «Señoritas Toreras» catalanas, y a continuación debían estoquear Cervera y Alejandro Alvarado, «Alvaradito», cuatro toros defectuosos, uno de cada una de las ganaderías de Veragua, Aleas, Miura y don Tiburcio Arroyo (antes de Medrano); pero, herido el segundo de dichos matadores al hacer un quite en el toro primero, Juan x4ntonio hubo de estoquear los cuatro animales, verdaderamente imponentes por su tamaño y sus defensas, singularmente el de Aleas, llamado «Marismeño», retinto oscuro, con seis años sobre los lomos, y el de Miura, «Corcito» de nombre, de siete años y «capaz de asustar a cualquiera», como dijo «El Enano» en la revista de tal espectáculo. 

Pues bien; Cervera escuchó cuatro grandes ovaciones por la valentía y el acierto que puso al estoquear a aquellos «pavos», amén de las que ganó bregando sin descanso y no dándose un punto de reposo haciendo quites con mucha vista y gran oportunidad, pues aquellos astados demostraron un poder que estuvo en consonancia con su descomunal tamaño. Indudablemente fué aquella la página más brillante de su historia taurómaca. Siguió el hombre de novillero, y al final del año 1896 marchó a México, en cuyo país permaneció bastante tiempo, y esta larga ausencia contribuyó no poco a que se le fuera olvidando y a que las Empresas no le tuvieran en cuenta cuando regresó. Gastado, profesionalmente, y madurito ya, pues contaba sus buenos treinta y cuatro años, se decidió a tomar la alternativa, sin duda para tener la satisfacción de haber llegado a ser matador de toros, y el día 3 de septiembre del año 1900 recibió tal investidura, de manos de Joaquín Navarro, «Quinito», en la Plaza de Villarrobledo (Albacete), al estoquear mano a mano seis toros de Flores. Después de este paso, siguió en las regiones del olvido, y, en vista de ello, tomó la determinación de marchar de nuevo a tierras mejicanas, donde pasó algunos años toreando y ganando para vivir. Allí toreó su última corrida, y cuando regresó a España fijó su residencia en el pueblo en que naciera y se dedicó al comercio de comestibles. ¿ He dicho que toreó su última corrida en México? Pues he dicho mal, porque cuando llevaba bastantes años retirado de la profesión y contaba más de cincuenta de edad, se le ve torear una corrida en Bélmez (Córdoba) con fecha 25 de julio de 1917, en la que estoqueó dos toros- de Páez alternando con «Manolete». 

Y ésta sí que fue, definitivamente, su última corrida. Juan Antonio Cervera es una figura borrosa en la historia del Toreo, un diestro que apoyó sus actuaciones, principalmente, en la imponderable fuerza de su brazo; y como en su época no existía la propaganda, pasó sin pena ni gloria y sin que sus formidables estoconazos dejaran en el espíritu de los aficionados ninguna sugerencia, ninguna emoción honda, ninguna nostalgia, o sea, que sus estocadas carecieron de ese eco duradero propio de la profundidad artística que es privilegio de las notabilidades.

sábado, 19 de marzo de 2016

FRANCISCO AVILES "CURRITO"


Entre los innumerables Curros que ha tenido el toreo se encuentra este Currito, nacido en el sevillano barrio de Triana el día 17 de septiembre del año 1855, y diestro de vida un tanto accidentada, con ribetes de pintoresca. Ansioso de gloria, y queriendo emular a los que eran grandes maestros cuando él no pasaba de adolescente, se hizo torero muy pronto, o dio los primeros pasos para llegar a serlo, y en edad temprana todavía, alternó en Sevilla, en la lidia y muerte de cuatro toretes, con el que más tarde fue banderillero Francisco Sánchez Arjona, Currinche, sobrino de Cuchares, de quien ya nos hemos ocupado en esta sección. No temblaron las esferas por las hazañas de Currito Avilés, pero pudo vanagloriarse de haber sido Guerrita banderillero suyo en dos ocasiones.

Ocurrió esto en los días 15 de julio y 5 de agosto de 1877. en la Plaza sevillana, en cuyas dos fechas actuaron circunstancialmente como subalternos suyos Mojino, Torerito y Llaverito (este último era Rafael Guerra), pertenecientes los tres a una cuadrilla juvenil cordobesa. No era ya un muchacho cuando hizo su presentación en Madrid como novillero, puesto que tal debut corresponde al 25 de marzo del año 1886; estoqueó en tal día ganado de don Joaquín Castrillón, alternando con Tomás Parrondo, el Manchao, y Raimundo Rodríguez, Valladolid; si entonces no hizo gemir a las prensas para narrar sus hazañas, tampoco pasó inadvertido, y hubo época en la que disfrutó de cierta nombradía, según nos dice esta semblanza suya, debida a Manuel Alamo, Paco Pica Poco;
Es novillero afamado
que ganó muchas palmadas;
está, el hombre acribillado
de tomar tantas cornadas;
gasta una coba muy fina
y unos cuentos de caminos,
y casi siempre camina
con revisteros taurinos.
Es de genio vivaracho;
tiene corridas bien hechas;
las piernas de este muchacho
parecen arcos de flechas.
Los versos no son de antología precisamente, pero los transcribo porque nos hablan del carácter, la figura finísima, las aptitudes y las costumbres del diestro, del cual se dice que sus piernas eran como «arcos de flechas» porque el buen Currito era estevado, o sea que tenía dichos remos curvados hacia afuera. Lo de tener el cuerpo acribillado a cornadas tiene su porqué, como se demuestra con estos datos: en el año 1882, toreando en Higuera, junto a Aracena, sufrió una cogida que puso en peligro su existencia; el 5 de octubre de 1884, en Morón, recibió tan fuerte porrazo en el pecho, que por poco no lo cuenta; cuando aún no se le había pasado el susto, el 19 del mismo mes, el toro Bizcochero, de Arribas, le cogió en Cádiz y le produjo una cornada grave en la región glútea, en la misma que recibió otra herida de consideración actuando en Barcelona el 11 de abril de 1886. Siguiendo la pauta de cuantos mataron novillos durante casi todo el siglo pasado, Currito Avilés, igual que el mozo del Ingenioso Hidalgo, «así ensillaba el rocín como tomaba la podadera»; quiere decirse que lo mismo servía para un fregado que para un barrido, con lo que se quiere dar a entender que, si mataba novillos, no desdeñaba los palitroques para actuar como subalterno de un matador de toros cuando se presentaba la ocasión de hacerlo así, como tampoco perdió las oportunidades que se le presentaron para realizar excursiones a América durante los inviernos, donde en algunos países adquirió cierta popularidad. La semblanza transcrita nos dice que era de genio vivaracho, y el diablo, que todo lo añasca para perder a los hombres y aprovecha cualquier momento para salirse con la suya, hizo que Currito, tomando parte en una juerga, sintiera que se le calentaba la sangre al sostener un altercado con otro de los concurrentes a. la cuchipanda, y no encontró mejores razones en su discusión que asestar a dicho contrincante tal silletazo en la cabeza, que le ocasionó la muerte. No adjetivemos a Currito Avilés, por este hecho, con los más duros calificativos; el hombre era vivo de genio, tuvo un momento malo, y el vino, que no es buen consejero cuando de él se abusa, hizo lo demás. El susto que se le metió en el cuerpo cuando sintió despejada su cabeza y se dio cuenta de las consecuencias que para él tendría aquel homicidio, puede figurárselo el lector; oculto estuvo varios días en Sevilla, en la casa de un compadre suyo, revistero de toros, por cierto, y éste, con sus influencias, consiguió facilitarle un pasaje para América. Allá fue Currito con lo puesto y tres camisas, acaso con menos, y al tocar en el Perú, en Lima encontró su tierra de promisión. Esto ocurrió en 1890, y su destino quiso que no volviera a España en el resto de su vida.
En el Perú pasó bastante tiempo sin dar su nombre; los días que pasaban se encargaban de su pena y de elevar su ánimo; toreó allí algunos años lo que pudo, hasta quedar inválido como secuencia de los percances sufridos y con fecha 6 de marzo del año 1903 se dio en la Plaza de Lima una corrida a su beneficio. Al aparecer en el ruedo fue saludado con una ovación; queriendo corresponder a tales manifestaciones de simpatía, se esforzó en la faena que hizo con el torete que le destinaron -primero de la tarde—, al que mató con dos pinchazos y una estocada caída; escuchó una nueva ovación, recogió mucho dinero y abundantes cigarros, y en seguida el matador de toros Antonio Olmedo, Valentín, le cortó la coleta en el mismo redondel, delante del palco municipal.
A continuación, el mencionado Valentín, Llaverito, Chaleco, Pablito y El Rubio despacharon cinco astados de varias ganaderías. Estas últimas noticias las tomamos de la información publicada por el famoso semanario Sol y Sombra, en su número 398, correspondiente al 5 de mayo del citado año 1903, y en tal ocasión fue cuando la misma revista publicó ese retrato de Currito, en el que éste aparece ataviado con severa levita y sosteniendo con una mano un sombrero de copa. Curiosa es la fotografía; a un torero nacido en Triana no lo hubiera concebido vestido así toda la torería del siglo XIX pero Currito Avilés se elegantizó y adquirió refinados gustos para vestir. Cuatro años sobrevivió al corte de su apéndice capilar, pues falleció allí, en la capital peruana, en 1907.

sábado, 12 de marzo de 2016

José Edgar Zúñiga Villaquirán "JOSELILLO DE COLOMBIA"



(Cali, 1930) Miembro de una célebre dinastía de toreros colombianos, es hermano del diestro Manuel Zúñiga Villaquirán, y padre de un joven torero actual, José Edgar Zúñiga, que también se anuncia en los carteles bajo el apodo familiar de "Joselillo de Colombia". Tras un período de fogueo inicial por diversas plazas de su lugar de origen, logró cruzar el Atlántico y presentarse en España, única vía para iniciar la andadura taurina de cualquiera que aspire a ser reconocido como figura del toreo. Una vez en suelo español, el día 1 de junio de 1952 hizo el paseíllo en la pequeña plaza madrileña de Vista Alegre, en donde, acompañado por los novilleros Pedro Palomo y "Mirabeleño", despachó un encierro marcado con el hierro de Quintana. Era aquélla una de las funciones que entonces se organizaban para dar una oportunidad a los jóvenes modestos que estaban empezando en la difícil profesión del toreo, oportunidad que, en el caso de "Joselillo de Colombia", tan sólo le sirvió para firmar un par de novilladas con picadores. Con tan modesto bagaje, acometió sin desmayo la temporada de 1953, en la que intervino en seis funciones picadas. Mas, para no dar lugar al desánimo, en el curso de aquella misma campaña aprovechó la ocasión que se le brindaba para tomar la alternativa, y se doctoró en la localidad murciana de Lorca el día 20 de septiembre. Fue su padrino el genial diestro madrileño (aunque nacido en Caracas) Antonio Mejías Jiménez ("Antonio Bienvenida"), quien, bajo la atenta mirada del coletudo sevillano Jaime Malaver García -que comparecía en calidad de testigo- le facultó para lidiar y estoquear a un toro perteneciente a la vacada del conde de Ruiseñada, que atendía a la voz de Bombardito. No tuvo ocasión de confirmar este título de doctor en tauromaquia hasta el día 12 de octubre de 1956, fecha en la que hizo el paseíllo a través de la arena de la plaza Monumental de Las Ventas (Madrid). Venía, a la sazón, apadrinado por el matador cordobés José María Martorell Navas, quien cedió el turno a "Joselillo de Colombia" para que lidiara y diera muerte a estoque a un morlaco llamado Algabeño, perteneciente a la ganadería de Ramos Matías. Corrió a cargo del espada mejicano Guillermo Carvajal Garibay dar fe -a guisa de testigo- de aquella confirmación de alternativa, en el curso de la cual José Zúñiga Villaquirán mereció el galardón de fuertes ovaciones. En tierras ultramarinas, "Joselillo de Colombia" confirmó su doctorado en las arenas de la plaza México (Ciudad de México), el día 8 de mayo de 1960. 


Fue en aquella ocasión su padrino el diestro azteca Juan Silveti, quien, en presencia de un testigo también mejicano, José Huerta Rivera ("Joselito Huerta"), le facultó para lidiar y despenar a un toro marcado con el hierro de La Punta. Viendo que su predicamento en Hispanoamérica iba en ascenso, decidió alternar el oficio de matador de toros con el beneficio de empresario taurino, actividad que poco a poco le fue alejando de los ruedos. Así las cosas, el 8 de marzo de 1964 se cortó la coleta en las arenas de su Cali natal, retirada que apenas duró un par de años. Sin embargo, esta reaparición no cosechó tantos triunfos como "Joselillo de Colombia" había deseado, por lo que optó por cortarse definitivamente la coleta en 1975. Zúñiga se enamoró del toreo sentado en una sala de cine. A los 12 años vio una película que mostraba a esos hombres temerarios enfrentándose a los descomunales animales y desde entonces asumió con convicción el destino de su vida.El apoyo de sus padres, que no tenían ni idea del toreo, fue fundamental. El primer traje de luces de este torero fue elaborado a mano por su mamá, que se las ingenió para bordar lentejuelas sobre el vestido de paño negro que Joselillo había utilizado en su primera comunión. En Lorca (España), el sueño de Zúñiga se hizo realidad. En esa ciudad recibió la alternativa el 20 de septiembre de 1953, con ganadería del conde de Ruiseñada. Su padrino fue Antonio Bienvenida.Posteriormente, el 12 de octubre de 1956 confirmó su alternativa en Madrid. A partir de entonces su recorrido por las plazas del mundo se hizo más frecuente, pero sin disminuir esa sencillez que le permitió invertir sus ganancias en la promoción de la fiesta taurina en las localidades más apartadas y pobres de Colombia. Falleció en Cali (Valle), Colombia el 9 de agosto de 1997.

ALFONSO GONZALEZ OLMO "CHIQUILIN"



Chiquilín nació el 27 de febrero de 1933 en el barrio de Santa Marina de Córdoba, el mismo barrio que 16 años antes vio nacer al gran Manuel Rodríguez "Manolete", con el que trataron de compararle por la forma tan similar que tenía de interpretar el toreo y la manera de ponerse delante del toro. Alfonso González heredó su sobrenombre taurino de su padre, banderillero, precisamente, de la cuadrilla de Manolete, además de actuar también a las órdenes de otro gran torero de aquellos tiempos como fue Manuel Calero "Calerito", oriundo también de la tierra cordobesa, más concretamente de Villaviciosa de Córdoba. No acaban aquí los antecedentes taurinos de Chiquilín, puesto que su abuelo, Francisco González Molina, que llegó a actuar de subalterno con el mismísimo Joselito El Gallo, fue, a su vez, hijo de María Manuela Molina Sánchez, hermana de uno de los grandes referentes taurinos del siglo XIX como fue Rafael Molina "Lagartijo". Con semejante árbol genealógico no fue extraño que Alfonso González, Chiquilín, se dedicara también al mundo taurino. Toreó por primera vez una vaquilla con tan sólo 12 años, empezando una esperanzadora carrera novilleril que le llevo a presentarse en Madrid el 2 de octubre de 1955 para, tres años después, tomar la alternativa de manos de Antonio Ordóñez en Cabra (Córdoba), con Chamaco de testigo, y los toros de Álvaro Domecq. Confirmó doctorado en Las Ventas el 29 de marzo de 1959, siendo Marcos de Celis y Juan Antonio Romero padrino y testigo, respectivamente, de una ceremonia en la que se lidiaron toros de Flores Albarrán. La falta de contratos y, sobre todo, las graves cornadas que sufrió le obligaron a apartarse de los ruedos demasiado pronto, en 1961 cuando sólo contaba con 27 años. Una cornada sufrida en la localidad balear de Muro que le rompió la femoral y le afectó gravísimamente al riñón aceleró su retirada de una profesión a la que intentó volver varios años después, primero toreando una novillada picada, después actuando como torero de plata y, finalmente, como asesor de la plaza de toros de Los Califas de Córdoba. Falleció en Córdoba el 04 de Agosto de 2015 a los 82 años victima de  cáncer.