martes, 26 de mayo de 2015

BERNABE ALVAREZ JIMENEZ "CATALINO"



¿ Dónde estaba escrito que Bernabé Alvarez había de ser picador de toros? En el libro donde se registraron los primeros pasos que dio en la vida del trabajo, no; en el de sus inquietudes juveniles, tampoco ; en el de sus aficiones taurómacas, menos, porque no las tenía, Bernabé no aspiró nunca a emular las glorias de sus paisanos Pepote y Zurito el viejo; Bernabé vivía en Córdoba — donde nació el 15 de febrero de 1885 — dedicado a su oficio de calderero, y tanto pensaba en ser picador como yo en que me hagan jalifa marroquí; pero un día sus compaíñeros de trabajo comenzaron a gastarle vayas y a hacerle, medio en broma medio en serio, cariñosas e insistentes indicaciones: -Bernabé: que tú tienes un tipo colosal de picador de toros, que tú puedes ser un picador imponente, con ese tipo tuyo y ese brazo tuyo no seria ni un día más calderero el hijo de mi madre, —Pa luego es tarde, Bernabé; suelta el manillo y agarra la vara, que tu porvenir está en los toros, Y tanto le dijeron y tanto le machacaron, que Catalino — quien, por cierto, ha ignorado por qué le plantaron ese sobrenombre  hizo caso de sus amigos casi a la fuerza, se dijo un día:—¡A ver qué pasa!— y sin encomendarse a Dios ni al diablo, ni hacer prueba alguna, salió a picar como reserva en Córdoba en una novillada que se celebró el 8 de septiembre de 1903.



Picó los seis astados, y tan decidido y con tan buena traza lo vio el contratista de caballos, que entusiasmado con sus admirables condiciones lo comprometió aquella misma noche para picar en una corrida de toros celebrada en Andújar, Toreando en su ciudad natal como reserva y a las órdenes de los matadores que reclamaban sus servicios, estuvo Catalino algunos años, simultaneando tal actividad con su oficio de calderero, que no abandonó hasta que fue a Madrid con el novillero valenciano Copao en 1909, Suelto y con diversos espadas, entre ellos Vicente Segura y Moreno de Alcalá, hizo la preparación para el ingreso en la cuadrilla de su paisano Machaquito, a la que perteneció hasta la retirada de dicho matador, en octubre de 1913, En el año 1914 fué con Paco Madrid; en 1915 Se colocó con Belmonte, a quien dejó a mediados de 1916 para aljstarse con Joselito; salió de la .cuadrilla de éste terminada la temporada de 1917 para marchar con Belmonte a Lima; en 1918 picó con su paisano Cámara; nuevamente se incorporó a Belmonte, con quien trabajó durante los años 1919, 20 y 21; en 1922, con Sánchez Mejías, y luego, sucesivamente, otra vez con Juan Belmonte, con el Algabeño, con Marcial Lalanda, Niño de la Palma y Cagancho, tambien a la cuadrilla de Antonio Márquez, Picador duro, de los que siempre han hecho mucha sangre a los toros, no es extraño que Catalino haya tenido siempre acomodo con los espadas de vanguardia. Aquellos compañeros de oficio que hace veintisiete años le auguraron un buen porvenir si se dedicaba a la picandería, tenían excelente ojo clínico. Entre los percances de que ha sido víctima merecen citarse estos: Un toro de Vicente Martínez, el 7 de julio de 1913, en Pamglona, le dio una cornada en la cara.


En Salamanca, el 11 de septiembre de 1917, un toro de Veragua le infirió una cornada en el muslo izquierdo. El 12 de abril dei 1925, otro toro de Vicente Martínez, en Murcia, le produjo una herida- de diez centímetros en la pierna derecha. Y sin estar curado de la misma, el 15 de mayo del mismo año recibió una herida en la región submaxilar derecha. Ha hecho con Juan Belmonte dos viajes a Lima y uno a México. Se colocó  en la cuadrilla de Manolete retirandose del toreo en 1940 y falleciendo en 1959 a la edad de setenta y cuatro años.

Presto quite de Juan Belmonte ante caída de su picador Bernabé Alvarez.“Catalino”. 


jueves, 21 de mayo de 2015

PINO MONTANO 1928


En Sevilla, en el camino de Miraflores, frente al manicomio, Ignacio Sánchez Mejías tenía una finca, Pino Montano, donde se retiraba de cuando en cuando a gozar de la beatífica paz campestre. Ambiente de égloga. Desaparece el torero, desaparece el dramaturgo, desaparece el espíritu inquieto buscador del aplauso de las muchedumbres; entra en acción el amante de la Naturaleza.
En el sosiego profundo y reparador del campo, ante el misterio conturbador de la fecundación de la tierra, se van restañando las heridas que abre, en el espíritu las repulsas ruidosas de los públicos en las faenas desgraciadas y los arañazos que la uña aguda de la critica, por entre el terciopelo de la patita acariciadora, deja sangrientamente impresos en la carne viva. Precisamente en la intensa quietud, propicia a las graves meditaciones y a los sueños, de su finca, hubo de concebir Sánchez Mejías su obra dramática. Vecino a él, se levantaba el Manicomio de Miraflores. El espectáculo diario de los desventurados que se debatian en las sombras tétricas de la enajenación, acaso historias escalofriantes oídas de los mismos labios de ellos, le indujeron un día a coger la pluma y llevar a la escena el drama horrible de los que pasan por, vida con el alma ausente de sí mismos.


Allí, en Pino Montano, Sánchez Mejías paseaba a caballo por veredas que sombreaban árboles frondosos; realizaba la obra de misericordia de dar de comer al hambriento, una numerosa bandada de aves de corral, que le tributaban jubilosos cacareos para demostrarle su gratitud; se cuidaba de los progresos de la cría de volatería, ante las jaulas en que las distintas razas se iban seleccionando; empuñaba con mano fuerte y diestra el arado, que hundía su filo en la entraña fecunda de la tierra para hacer surgir de le herida el fruto benéfico rico…


Y, acaso, bajo la claridad gloriosa del cielo andaluz, bajo la sombra de algún árbol añoso, olvidado del mundanal ruido, procul negotiis recitara los suaves versos de las Georgicas, fragantes de tomillo y mejorana y límpidos y frescos, como agua de manantial.