miércoles, 29 de abril de 2015

FRANCISCO TURELL "ARDILLA."



Francisco Turell "Ardilla" era más conocido por el mote de "Cunillet". Nació en la Barceloneta el 19 de Febrero de 1883. Poco podernos añadir a "Ardilla", puesto que fue uno de los que empezaron en la cuadrilla de niños y que siguió en la cuadrilla hasta que fue disuelta, se retiró tranquilo a su casa el año 1897; vivió tranquila su retirada en la Barceloneta, barrio de muchos aficionados, donde tenia un taller de aparatos eléctricos. Francisco Turell, era el más joven de la cuadrilla de Niños Barceloneses.

JOSE TURELL "POSTURITAS"



Nació en Barcelona en 1881 Fue uno de los que formó parte en la primitiva cuadrilla de Niños Barceloneses. Después de algún tiempo de ensayos debutaron en el año 1892 en dos corridas, en las que despacharon dos becerros, uno en cada corrida. En la primera figuró como espada José Villalonga "El Secretario" y en la segunda figuró Juan Buzón "Patata". En estas dos corridas salieron vestidos de la época de Pepehillo. En el año 1893 se organizó la cuadrilla de Niños Barceloneses en la que formaban como espadas Juan Buzón "Patata" y José Huguet "Mellaíto", picadores: Manuel Cabas "Jilguero" e Ignacio Rifa "Corianito"; bánderilleros : Jaime 'Bosch "Palmita", Antonio Vargas "Negret", José Argelaga "Canelo", José Turell "Posturitas", Francisco Turell "Ardilla" (hermano de "Posturitas") y Juan Massó "Picaíto". José Turell "Posturitas" siguió en firme en la cuadrilla del que era espada Juan Buzón "Patata', aunque "Mellaíto" se fue de ellos igual que el "Negret", en 1896 torearon varias corridas en la que "Patata" y "Metralla" eran los matadores. En el año 1900 cambió José Turell el apodo de "Posturitas" por el de "Tit" y fue de banderillero en las novilladas o como auxiliar de la cuadrilla de Niñas toreras. En el ario 1901 fue contratado para torear en la plaza de Lima, donde toreó buen número de corridas, tomando parte en muchas como matador. Al regresar a Barcelona a primeros de Junio de 1902, entró como auxiliar en la cuadrilla de las niñas y actuando como matador cuando le salía alguna corrida, como fue la que toreó en Pozoblanco (Córdoba) el 26 de Septiembre alternando con Fermín Muñoz "Corchaíto" y siguió después de banderillero sin cuadrilla fija hasta que de una enfermedad falleció en Barcelona el mes de Enero de 1914. Se había hecho un buen banderillero y era muy solicitado Por todos los novilleros que llegaban a torear a Barcelona.

lunes, 27 de abril de 2015

TOMAS MAZZANTINI


En aquellos añorados tiempos, ya un tanto lejanos, en que por fortuna no se cernía sobre la fiesta de toros la perniciosa influencia del becerro adelantado, la mujer aficionada, el turista extranjero que, en unión del malhadado estilismo y toreo moderno, han llevado al arte al grado de postración y monotonía en que se encuentra. En aquella segunda mitad del siglo XIX, época de las más brillantes en la historia de la tauromaquia, todas las cuadrillas contaban con un artista que, más hábil y seguro por sus conocimientos o facultades, era el designado con el calificativo de peón de confianza, el que resultaba de gran eficacia para el matador y de poderoso auxiliar de sus compañeros durante el curso de la lidia. Estos peones de confianza eran los que, metiendo oportunamente su capote, cortaban el viaje de las reses en las arrancadas de peligro: los que las corrían por derecho a una sola mano; los que las quebrantaban el poder sin destrozarlas; los que las cambiaban de terreno, sacándolas de las querencias cuando así convenía para el mejor orden de la lidia, y los que, autorizados por e! jefe, intervenían en quites y practicaban suertes de adorno, como saltos y quiebros, animadores del espectáculo. Estos lidiadores eran estimadísimos de la afición y de sus jefes, los que apreciaban su gran valía. —Me han cortado una pierna—decía el gran Rafael Molina cuando se retiró de la profesión su notabilísimo subalterno Mariano Antón, uno de los más hábiles peones de brega de su tiempo. Juan Molina, en la citada cuadrilla: Pablo Herráiz, en la de "Frascuelo": Francisco Sánchez, en la de su primo "Carrito"; Manuel Sánchez, en la de su hermano "Cara-Ancha"; Remigio Frutos, al lado de Ángel Pastor; Diego Prieto, con "el Gallo , y Tomás, con su hermano Luis Mazzantini, fueron, entre otros, eficaces auxiliares de sus jefes en la lucha con aquellos temibles astados que se criaban en la sierra colmenareña y en los feraces prados del Jarama y Guadalquivir. Al último de los peones citados, a Tomás Mazzantini y Eguía, vamos a dedicar en el día de hoy nuestro recuerdo. Vio la luz en la simpática población alavesa de Llodio el 21 de diciembre de 1862. Cursé con aprovechamiento la primera y segunda enseñanza, y estimulado por la decisión de su hermano Luis abrazó la profesión del toreo, ensayando sus aptitudes en las capeas de los pueblos madrileños de la ribera del Tajuña durante el otoño de 1881 y todo el año de 1882 especializándose en el toreo de capa, que cultivó con gran cariño.
Vistió por vez primera el traje de luces, uno bastante usado que compró a Tomás Parrondo, "el Manchao", en una ciudad castellana tal vez Palencia o Zamora —no lo recordaba el interesado—, a la que fue dicho año de 1882 con el espada novillero Angel Villar, "Villarillo". Hizo su presentación en Madrid, como banderillero, a las órdenes de Joaquín Sanz, "Punteret", en la novillada del 25 de febrero de 1883, pareando con uno y medio al cuarteo al toro "Quintano", retinto, de la vacada navarra de Carriquiri. Con el "Manchao" y "Villarillo" toreó dos corridas en Tarazona, a mediados de agosto del citado año, teniendo la satisfacción de que su trabajo fuese muy aplaudido y de que el cronista de la fiesta escribiese habían sido lo mejor de las corridas las labores con la capa y banderillas realizadas por el joven Tomás Mazzantini. Su afición, valentía y grandes deseos de agradar fueron muy estimados por los espadas novilleros, que solicitaron con interés la colaboración del joven alavés, quien toreé en Levante y Baleares con Gabriel López, "Mateíto", en la última década del mes de agosto, escuchando palmas. EL bautismo de sangre lo recibió el 17 de septiembre, en Tomelloso, a cuya Plaza fue con el espada "Villarillo". Al pretender quebrar a cuerpo limpio —suerte que habla ya realizado con fortuna— al toro "Bandolero", cárdeno, de don Higinio Flores, fue cogido y revolcado, sufriendo leves contusiones en la cabeza y brazo derecho. Por cierto, que el corresponsal de un periódico madrileño escribió que el novel diestro había salido con una muñeca rota, una oreja arrancada y una herida en la sien derecha. Nada más que esto... Dos días después de esta cogida estuvo a punto de sufrir tan percance gordo, ajeno a la lidia. Para ir de Chinchón a Ciempozuelos, él y el también banderillero Ramón Marqués alquilaron un cochecito-jardinera tirado por una mula. En el camino, y muy próximo al punto de destino, se asustó el animal, emprendiendo vertiginosa carrera sin que el conductor pudiera frenarla: los diestros se arrojaron del carruaje, causándose sólo algunas erosiones, mientras que al chocar con un edificio quedó muerta la mula, deshecho el coche y moribundo el conductor. Con Felipe García fue a torear en Consuegra (Toledo) el 22 de septiembre, siendo muy aplaudido y obsequiado por las hijas del alcalde, a las que habla brindado unas suertes. Antes de esta fecha, el 5 de agosto, toreó nuevamente en Madrid, haciéndolo por vez primera a las órdenes de su hermano. Formando pareja con Felipe Aragó, "Minuto", pareó muy bien al cuarteo y relance al toro “Cabrero", retinto, de Bertólez. A este toro lo quebró a cuerpo limpio a la salida del chiquero, siendo muy aplaudido por el público y la crítica, que elogió su labor escribiendo —con la concisión entonces acostumbrada—: "Mal los banderilleros, excepto Tomas”. Nuevamente fue ovacionado en la corrida siguiente, 12 de agosto, al efectuar repetidamente el quiebro con el toro “Tejón", retinto, de Félix Gómez. Como se apreciará, el joven lidiador iba siguiendo con aprovechamiento el curso de la profesión elegida, siendo muy apreciado su concurso y toreando ininterrumpidamente: hasta que a fin de aquel otoño su hermano Luis le incluyó en el personal de cuadrilla que había de acompañarle en su contrato de Montevideo durante el invierno de 1883-84. La primera actuación de Tomás en aquella Plaza uruguaya tuvo lugar el 2 de diciembre, pareando al quinto bicho con tal habilidad y valentía que escuchó una prolongada ovación, escribiendo el cronista: “Tomás clavó un par de los retebuenos, que valió al chico muchas palmas".

Tomas, el año de su retirada.

En el toro siguiente, al ayudar al espada “Mateíto", que preparaba al animal, para la muerte, se vio alcanzado y prendido por la faja. Tomás no perdió la serenidad, forcejeó y logró desprenderse sin sufrir daño alguno. Por su intrepidez fue también revolcado por el toro lidiado en séptimo lugar, escuchando muchas palmas y felicitaciones del público. De vuelta en España toreó con diversos espadas, banderilleando toros por vez primera en Madrid el 20 de julio de 1884. Este día formó a las órdenes de Diego Prieto, "Cuatro Dedos", y de pareja con él, "Aragonés" y "Currinche", pareó los toros "Diablillo" y "Rabicano", negros, de Surga, siendo muy aplaudido, especialmente en el segundo de los toros citados, al que, llegando con valentía a la cara, clavó dos estupendos pares de rehiletes. Los espectadores le obsequiaron con tabaco para fumar una temporada. El siguiente año de 1885 ya toreó asiduamente incorporado a la cuadrilla de su hermano Luis, ensayó sus aptitudes de matador de novillos y romo tal se presentó en Madrid el 8 de diciembre, estoqueando con decisión y buen arte dos toros de don Juan Moreno, de Arcos de la Frontera. El segundo de dichos toros lo brindó a su hermano, y lo mató de una buena estocada. Cumplió bien en la brega, y el cronista hizo constar que el trabajo de Tomás había sido lo único digno de loa. Continuó su labor como banderillero y estoqueó algunas novilladas más, pero con buen acuerdo desistió luego de su manejo del estoque, aplicándose a las banderillas, y sobre todo a la brega, en la que alcanzó justo renombre. 

El formidable crítico taurino don José Sánchez de Neira, escritor nada propenso a entusiasmos, proclamó en reseñas de las corridas de 1897 que Tomás Mazzantini era un "gran torero", al que vio poner el más difícil par de banderillas colocado desde los antiguos tiempos del "Regatero” Y que no habla subalterno que se le pusiera por delante. Así fue en realidad: superó en la brega a todos los de su clase, incluyendo a Juan Molina, tan buen peón como Tomás, pero menos fino y elegante. Retirado del toreo al propio tiempo que su hermano, en 1905, residió algún tiempo en Madrid donde apoderó la ganadería dé don Eduardo Alea (antes Villamarta) y murió en el puerto de Santa María (Cádiz) el 26 de octubre de 1919. Esa fue la vida en el arte del excelente peón de brega y notabilísimo banderillero alavés.

jueves, 23 de abril de 2015

LOS LENTES DEL SEÑORITO


Cuando las «Señoritas Toreras» hicieron su excursión a Buenos Aires, iba como auxiliar de dicha cuadrilla, el torero valenciano Sandalio Fandos (Señorito), cuya falta de vista era bastante pronunciada. En la referida cuadrilla, que trabajaba por las noches en el Teatro de San Miguel, bien pronto se dio a conocer la buena escuela del mencionado torero, no solo como auxiliar, sino por lo que por cuenta propia había, entre otras suertes la de capa y el salto .de la garrocha, siendo esta ultima celebrada y aplaudida grandemente en aquel país. Dos .Tres veces había ya ejecutado Fandos con singular limpieza el salto referido; mas la última, por efecto de la poca vista, sufrió el diestro una escoriación en los dedos, por lo que determino no volver a practicarla. Se acercaba la noche del beneficio de la cuadrilla y visto por el director de esta D. Mariano Armengol el éxito que obtuvo la referida suerte y a fin de dar más aliciente a la función, pudo conseguir de Sandalio, después de muchos ruegos, que por solo aquella noche la practicaría, para lo cual y sin que el público se apercibiera y con el fin de no sufrir una avería, se pondría unos lentes. Era la víspera del beneficio y en la fonda donde se hospedaban, formaba en la tertulia un conocido revistero catalán que, en su afán de dar noticias en el periódico en que escribía sus crónicas y revistas taurinas, no respetaba ningún secreto, por importante que fuese. En el curso de la conversación, salía a relucir el proyecto de Fandos para el día siguiente, y a pesar que éste advirtió al periodista la mayor discreción con respecto a ello, al día siguiente apareció un suelto en el que se daba cuenta de lo proyectado. Aquellas líneas aumentaron la ansiedad en el público, por ver no ya su suerte favorita, sino la adición a ella; y entre la cuadrilla y en particular el ejecutante, la indignación contra el periodista tan poco discreto. Vino la noche y empezó la función con gran éxito artístico y financiero para la cuadrilla, y cuando más confiado estaba Sandalio de que el público no se acordaba ya de la suerte por él temida en parte, oyó que todos los espectadores gritaban a una: ¡La garrocha! ¡La garrocha! Sandalio se resistía, mas el público empezaba a impacientarse y con mayor fervor gritaba: ¡La garrocha! ¡La garrocha! Armengol, aunque no hacía caso, hostigaba a Fandos porque preveía la bronca; y éste, viendo que no le quedaba más recurso que cumplir lo ofrecido, entró en un burladero, sacó del bolsillo de su chaquetilla los lentes prevenidos y, ¡oh contrariedad!, por efecto del sudor, saltaban éstos así que quería fijarlos sobre el caballete de su nariz. La bronca crece; Armengol se desespera y Sandalio más; pero ante tal contrariedad, halla solución; coge un puñado de tierra, se la refriega por la cara y así pudo fijar los lentes y dar el salto de la garrocha que le proporcionó una de las más grandes ovaciones que oyó en su larga vida torera.

VIVA CUBA LIBRE.
Según refería un periódico valenciano, el diestro Sandalio en una plaza de la República Mexicana, fue protagonista del siguiente suceso: En una de las corridas en las que intervino, el público lo jaleaba los pases de muleta al grito de ¡Viva Cuba libre¡ Cansado ya Fandos de oír tanto insulto, y antes de tirarse matar, se volvió al público y con valentía gritó: iViva Cuba española! grito subversivo en aquel País, pues el Señorito fue multado con 10 Pesos por el presidente, multa que se le condonó en la corrida siguiente por lo bien que estuvo en la muerte de sus respectivos toros.

JUAN MARTIN "EL PELON"




Notable piquero jerezano, perteneciente a una familia de gran abolengo taurino, cuyo origen comenzaba en los primeros tiempos del toreo profesional, aquellos en que aún la vara de detener no estaba en su totalidad admitida en el primer tercio de la lidia, empleándose a la vez los rejones y rejoncillos. Juan Martín, «el Pelón», el garrochista de que hoy vamos a ocuparnos, vio la luz en la ciudad de Jerez de la Frontera en el año 1798. No tenemos noticias referentes a los comienzos de su vida en el arte ni qué maestros le adiestraron en el oficio. Dicen los historiadores que a las órdenes de Juan León trabajó por vez primera en Sevilla el 27 de diciembre de 1824. La fecha, seguramente, es exacta; lo más dudoso es que lo hiciese a las órdenes del citado espada, pues en aquel tiempo aún los varilargueros se contrataban directamente ron las empresas y no dependían de los espadas. En la misma Plaza sevillana trabaja en 1825, tomando parte en las cinco corridas organizadas por la Maestranza en los días 28 y 29 de abril, 3 y 9 de mayo y 13 de junio, en las que alternó con «Hormigo», «el Bombero», Pinto y Manuel Sánchez, «Poquito-pan», artistas bien acreditados. Su fama de buen piquero llegó a Madrid, y los organizadores de las corridas le contrataron para servir las de 1826, haciendo su presentación en la fiesta inaugural, día 22 de mayo corrida entera, en la que se lidiaron doce toros, seis en la mañana y seis en la tarde. En esta segunda fase de la función fue en la que trabajó Juan Martín, alternando con el sevillano Juan Marchena, «Clavellino». Agradó a los madrileños el trabajo realizado en ese día por el nuevo lidiador jerezano, y su campaña en esta temporada fue buena, tanto por el número de actuaciones como por los aplausos conquistados, lo que motivó le fuese renovado su contrato por siete años más consecutivos, hasta 1833, último en que  toreó de temporada. En estos años tuvo ocasión de alternar con lo más florido de los garrochistas de la época.Se avecindó en Madrid, donde ya contaba con buen número de amigos, y en varias temporadas los arrendatarios de las fiestas invernales le comprometieron para que picase los novillos de puntas, lo que realizó por no pasar inactivo todo el invierno. Un defecto muy importante notaron los aficionados de la Corte a este artista: sus desigualdades, pues no siempre ponía a contribución sus entusiasmos por el oficio, lo que no podía por menos de disgustar a sus amigos y admiradores. 


Algunos años comenzaba a trabajar con desgana, limitándose a cumplir, viendo impasible cómo se prodigaban los aplausos a otros compañeros de menor valía, dando ocasión a que la critica le censurara, diciendo: «Juan Martín, "el Pelón", se ha hecha muy atrás.» Otro cronista hizo el resumen de la labor de los piqueros en una de aquellas temporadas, y refiriéndose al piquero jerezano, decía: «Juan Martín, el hombre de mucho brazo, con el cual sujeta a veces al toro en su carrera, es además muy buen torero con los adelantos que ha hecho en estos dos últimos años. Grave y circunspecto en tanto grado que ni aun se digna mirar a los que le aplauden ni a los que le abroncan cuando, a las veces, toma cuantas medidas le sugiere su prudencia para no arrimarse mucho a los toros, lo que algunos exaltadillos llaman hacer la mula.» Esta apreciación corrobora lo que antes consignamos con referencia a sus fallos, pues siendo buen piquero, como todos reconocían, no se explicaban esa fatal desgana que de él se apoderaba. A veces, acuciado por sus amigos, prometía enmendarse y trabajar como sabía hacerlo, evitando que la crítica le tildase de tumbón y holgazán, como solía a veces hacerlo; pero, luego de portarse bien durante algún tiempo, volvía a caer en el desánimo e indiferencia. Tomó parte en las fiestas reales de 1831 y sea por la importancia de las mismas, con el estímulo de sus compañeros o por deseos de mantener su cartel a buena altura, es el caso que fue uno de los varilargueros más aplaudidos. Al terminar este año sus compromisos con los organizadores de las corridas madrileña: se ausentò de la Corte, regresando a Jerez donde fijó su residencia. Aún en 1834, y de paso por Madrid, salió a trabajar en la última corrida, 17 de noviembre, en la que alternó con José Salcedo, picando los cuatro toros lidiados en plaza entera, los que fueron estoqueados por Jerónimo José Cándido y Francisco Montes, «Paquiro». Parece que don Manuel Gaviria trató de contratarle para la temporada de 1835, negándose el diestro, alegando se encontraba delicado de salud y estar próxima la fecha de su retirada, lo que debió efectuar poco después, ignorándose la fecha de su muerte. Juan Martín, «el Pelón», pese a sus desánimos, debe figurar en los anales como piquero de primera categoría. Este picador trabajó con otros compañeros para modificar la costumbre de que los piqueros estuviesen en el ruedo durante toda la lidia. Habló de ello con la Junta de Hospitales y con don Manuel Gaviria, proponiendo se retirasen los jinetes terminado el primer tercio. Los espadas no se opusieron a la reforma, pero sí la crítica, que alegaba no debían hacerse tales innovaciones. El asunto motivó no pocas discusiones entre los aficionados, y la modificación propuesta quedó, por entonces, en suspenso continuando los picadores en el redondel durante toda la corrida, con lo que a veces tenían ocasión de hacer quites a sus compañeros de tanda y aun a banderilleros y espadas, si era preciso.

Falleció en 1862,en Huesca a los 39 años de edad, "Caimán" un toro de Manuel del Val, de Tudela lo mató el día 10 de agosto al desmontarlo y clavarle el pitón en el pecho saliendole por el cuello y muriendo media hora después en la enfermería de la plaza.Intervenian en la lidia aquel dia Manuel Pérez (el Relojero) y Joaquín Gil (el Huevatero).Contaba con las simpatías del mundo del toro por lo que su viuda fue amparada con una colecta que le organizaron, participando en ella lo mas granado de la toreria de su epoca.

miércoles, 15 de abril de 2015

JOAQUIN GIRADO GARCIA “TERREMOTO”



A Joaquín Girado ya le apodaban Terremoto antes de ser picador de toros. Si el terremoto propiamente llamado es una sacudida del terreno, ocasionada por fuerzas que actúan en lo interior del globo", las fuerzas de Girado consistían en cargarse, cuando era joven, unos sacos con una cantidad de peso que no los levantaría una grúa Titán. Por eso le pusieron en Córdoba de apodo el nombre de dicho fenómeno sísmico. Y fue en Córdoba precisamente porque allí nació Joaquín en 24 de agosto del ario 1884, y, además, en la parroquia de Santa Marina, de la que han salido no pocos toreros. Hijo de humilde familia, humildes fueron también sus ocupaciones al dedicarse al trabajo, pues ejerció éste como jornalero, hasta que le reclamaron los deberes militares. Fue al servicio, que prestó en un regimiento de Artillería, y una vez licenciado pensó en ser) picador. Se presentó en su ciudad natal como reserva en una novillada, allá por el año 1910, y como reserva siguió varios años en una vida obscura y poco envidiable, hasta que poco a poco comenzó a actuar a las órdenes de diferentes diestros en novilladas sueltas. Estas modestas actividades de Terremoto duraron lo menos diez temporadas. ¿Conseguiría algún día labrarse una reputación? ¿Lograría salir de aquella esfera en la que se desenvolvía demasiado anónimamente? Dos lustros sufriendo porrazos y rodando entre las patas los caballos sin vislumbrar sin decoroso puesto es un aprendizaje tanto más largo cuanto mayor es su dureza, y la de dicho ejercicio hay que convenir en que no puede serlo más. En el año 1920 consiguió Terremoto colocarse con Nacional I, que era matador de toros; ir colocado en la cuadrilla de un espada de alternativa supone ya un avance considerable en la carrera de un subalterno, y logrado esto, Olido navegar en, franquía. De la cuadrilla de Ricardo Anlló, pasó a la de su hermano, Nacional II, a la que perteneció durante los años 1924 y 1925, y fallecido Juan Anlló, se incorporó a la de Braulio Lausín (Gitanillo de Ricla), con cuyo espada toreó durante la temporada de 1926. Luego se alistó con el espada Manuel del Pozo (Rayito), a quien acompañó en los años 1927 y 1928, picó suelto posteriormente, sirviendo a distintos matadores, y actualmente pertenece a la cuadrilla del diestro navarro Saturio Torón. Ha sufrido Terremoto varios percances ejerciendo su profesión. El primero fue en Aranjuez, el 30 de mayo de 1917, en una corrida en la que tomaron parte Manolete, Malla y Punteret. Un toro del Duque de Tovar le infirió una cornada en la axila derecha. Toreando a las órdenes de Emilio Méndez, en San Sebastián, el 2 de agosto de 1925 un toro de Villagodio le produjo la fractura de la clavícula derecha. En la misma corrida resultaron lastimados el espada Luis Freg y el banderillero Niño de la Audiencia. El 7 de junio de 1927, en Madrid, toreando con Rayito, sufrió una patada de un caballo que equivalió a una cornada. Y el 7 de abril de 1929, en Madrid, al sufrir una caída proporcionada por un toro de Santa Coloma, resultó con una dislocación que le tuvo mes y medio sin poder torear. Ya hemos dicho que es dura la profesión de picador de toros; pero creemos que no le hubiera ido mejor a Terremoto continuando en Córdoba de jornalero, de cuya esclavitud consiguió manumitirse al ser reclamado por el servicio militar. En la feria de Valencia de 1931 sufrió un fuerte golpe que le hizo retirarse. Aunque los médicos no le detectaron ninguna herida de gravedad en las revisiones posteriores, falleció el 7 de agosto en Madrid. Dejó viuda y cinco hijos "en penurias" por lo que sus amigos organizaron un festival del que cuenta el tenor Miguel Fleta que actuó de mozo de espadas en aquella ocasión:

"Un fraternal compañero mío en "La Nación". Modelo de hombres buenos y de amigos cordiales, con un corazón que no le cabía en el pecho, y había pecho para muchos, Carlos Revenga ("Chavito"), impresionado por la situación tristísima en que había quedado el modesto hogar del picador cordobés, organizó un festival taurino para socorrer a la familia de Terremoto". Los matadores de toros a quienes acudió se prestaron gustosos a la benéfica obra. Pero no recuerdo quiénes fueron exactamente. Creo que toreó Domingo Ortega, y también Mariano Rodríguez. y Fuentes Bejarano, y Félix Rodríguez II. Del que estoy seguro es de Manolo Bienvenida, porque su becerro- -novillo de hoy por el tamaño- le cogió contra las tablas y le hirió ce alguna consideración. Como que el tal becerro resultó ser un toro emano, con la edad reglamentaria, un poder insospechado en su menguado aspecto y una picardía de persona mayor. Para mayor aliciente del festejo, "Chavito" seleccionó un grupo de bellísimas presidentas, todas ellas artistas, y pensó que actores y cantantes escogidos sirvieran las "espás" a los matadores. El propio "Chavito" lo solicitó de Miguel Fleta con quien le unía una fraternal amistad, y del también magnífico tenor Juanito García, y yo su cooperación al popular maestro Guerrero y al graciosísimo primer actor Rafael L. Somoza. Todos accedieron.El periodista Luis Muñoz Lorente y yo fuimos a buscar a las maravillosas presidentas para llevarlas a la Plaza en una -jardinera" que procedía de las cocheras de S. A. R. la infanta madrileña doña Isabel de Borbón. Y poco antes de comenzar el festejo, a Plaza llena nos hicimos esa foto en compañía de tos mozos de ''espás''.

RAMON TARODO "ALHAMEÑO"



Natural de Alhama de Aragón, de ahi su apodo,Ramón Tarodo "Alhameño", se dio a conocer en la capital de España a finales del siglo XIX y al que tenemos documentado toreando en Puente Vallecas el 3 de Abril de 1898. Tuvo de todo en su carrera, incluso una tarde del 23 de Agosto de 1903 que estuvo muy mal en Madrid y se le fue un novillo vivo al corral, se cortó la coleta en el mismo ruedo y, aunque siguió toreando, no le dejarían volver a esa misma plaza hasta 1909. Se retiró del oficio con discreción y regentó un negocio de vinos.

martes, 14 de abril de 2015

ANTONIO CALDERON


Aunque lució menos que su hermano Curro fue buen Picador como él; pero tenla más años y menos alegría por consiguiente. Podía más; sin embargo, que aquél con el brazo derecho. Entendía mucho en el arte, era también inteligentísimo en ganado, y sabia lo que debe saber un buen picador. Por eso, la opinión unánime de los aficionados entendidos le coloco en uno de los más preferentes puestos de su clase. Era natural de Alcalá de Guadaira, pueblo , en el partido de Utrera, provincia de Sevilla. Dejó de existir en el año do 1889 el 18 de Enero, y en dicha villa, a le edad de sesenta ocho años, después de haberse retirado del toreo, hacia más de diez.

RAFAEL BARRERA ROMAN



Natural de Carmona (Sevilla), donde vino al mundo el 24 de octubre de 1882, fue Rafael Barrera , un tipo representativo del hombre de campo andaluz, simpático, ingenuo, de un carácter abierto y sencillo que hace recordar a algunos personajes quinterianos de dicha modesta condición. Sus principios no pudieron ser más humildes: a los nueve años de edad entró a servir en la casa de Miura como yegüerizo; allí se crió y allí permaneció por espacio de catorce años consecutivos. Al salir de la casa de Miura, entró en la de los señores Campos Varela, en la que prestó servicio dos años como cabestren). Ocupando esta plaza, allá por el año 1907, fue a Constantina, a llevar una novillada de dicha ganadería, que fue estoqueada por Campitos y Capita y en tal ocasión actuó como picador por primera vez. No continuó picando, pero al abandonar Su mencionada colocación e ir a Sevilla al lado de su hermano Francisco, desbravador, comenzó a ocuparse en serio en el arte de torear a caballo, y poniéndose a las órdenes del ex-picador Cantares, contratista de aquella plaza, actuó como reserva en las funciones que en la misma se daban. Su primer espada fijo fue Manuel Martín Vázquez, con quien picó dos años, a partir de 1921, y luego el celebérrimo Larita. Retirado temporalmente de la profesión, fue dos años conocedor en la ganadería de don José Carvajal, de Zalamea la Real (Huelva), vacada ya desaparecida. Al volver a las lides, tuvo por jefes a Manolo Belmonte y después al hermano de éste, Pepe, a quienes abandonó para ingresar en la cuadrilla de Varelito, cuando dicho infortunado diestro tomó la alternativa el 26 de septiembre de 1918. En ella se mantuvo mientras dicho espada vivió, y al fallecer en 1922, Rafael Barrera volvió a ponerse a las órdenes de Pepe Belmonte, aunque por poco tiempo, pues cuando José García (Algabeño) se doctoró----29 de junio de 1923—se colocó con él. Cuatro años picó con el señorito José, que fueron los de su consolidación como varilarguero, y al recibir Francisco Vega de los Reyes (Gitanillo de Triana) la investidura de matador de toros-28 de agosto de 1927--ingresó en su cuadrilla,formando pareja con Francisco Leiva y Chaves. Fue buen caballista y buen picador, procede, como tantos otros y según queda dicho, de la que pudiéramos llamar academia de Manuel Rodríguez (Cantares), Jaquel varilarguero que perteneció a la cuadrilla de Mazzantini, Espartero y Antonio Fuentes y que luego fue contratista de caballos en la plaza de Sevilla, lo que le permitió enseñar muchos secretos de la profesión a los jóvenes que junto a él empezaron la misma. Apenas sufrió Rafael Barrera percances cae los toros, y el más importante de ellos le ocurrió siendo conocedor de la ganadería de Carvajal, pues al apartar una corrida con destino al propio Zalamea, uno de los astutos le infirió una cornada que le atravesó la pierna izquierda por la parte inferior.

lunes, 13 de abril de 2015

ANTONIO DE ANDRES "EL TRUENO"


Nació Sevilla, en la “Puerta de la carne”, hacia 1885, su aprendizaje es en el Matadero de Sevilla y comenzó sus andanzas taurinas en Salamanca y Valladolid, Debuta en Valladolid el 10 de junio de 1906, con ganado de Castro. En este año de 1906 y en el siguiente se le repitió en los carteles de Valladolid. Debuta en Sevilla En la Plaza de Toros de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla debutó en una de seis aspirantes el 21 de junio de 1908 y repitió el 5 de julio junto a Jaqueta y Copao con novillos de Coruche. El 6 de junio de 1909 es cogido en Sevilla cuando ya había matado a sus dos novillos cogido por el sexto “Abaniquero” de Anastasio Martín que correspondía a El Serio que estaba en la enfermería.


Durante toda la novillada había estado muy valiente, fue varias veces volteado e ingresó en la enfermería, donde se hallaban sus dos compañeros, los otros dos matadores; pudo excusarse de seguir toreando, pero un punto de vista de honra torera le impulsó a salir a matar al sexto novillo., un tremendo torazo, tuerto del derecho y de kilométricos pitones. Vestido con una blusa —pues su chaquetilla había quedado destrozada— se dispuso a estoquear a «Abaniquero», y éste le dio la cornada mortal. La cogida ocurrió al entrar a matar. Murió en, la mayor miseria.

"El trueno" ese fatidico dia al salir de su casa

El autor de "Treinta años de crítica taurina" en "El Liberal de Sevilla", inició una suscripción para la familia del desgraciado diestro, que encabezó con 25 pesetas. Antonio de Andrés, «el Trueno», había despertado simpatía entre sus paisanos. Contaba veinticinco años de edad era huertano y vivía con su abuela y una hermana soltera. Su pundonor profesional le arrastró al fin trágico que tuvo. Muere el día 19 de junio.

El infortunado diestro es conducido a la enfermeria.











domingo, 12 de abril de 2015

TOMAS IBAÑEZ GINER "METRALLA"


Apreciado Banderillero que nació en 1877, en la provincia de Valencia, aunque se le tuvo por catalán al haber emigrado muy joven a esta región.De escasa altura pero muy habilidoso logró debutar en Madrid como novillero allá por el año 1906, toreo con casi todas las grandes figuras de su tiempo, cruzo el charco en varias ocasiones, después de su intentona en Madrid se le vio actuar como sobresaliente en muchas corridas como por ejemplo en la inauguración de la plaza de Marsella, cambio el traje de oro por el de plata y con el cosecho grandes triunfos hasta que se retiro en 1927,ejerciendo posteriormente,como puntillero de la monumental y asesor en la misma plaza. Como dato curioso en 1933 fue herido por un toro que saltó al callejón en una corrida benéfica. Falleció en la dècada de los 40 en Barcelona.

"Metralla" en 1927, año de su despedida, poniendo un par de banderillas de fuego.

sábado, 11 de abril de 2015

RAIMUNDO RODRIGUEZ AYLLON "VALLADOLID"



Raimundo Rodríguez Ayllón, apodado Valladolid, por haber nacido en una villa de dicha provincia, en la histórica Tordesillas, lugar de reclusión de doña Juana la Loca, el día 23 de enero de 1854. Fue empleado del ferrocarril en la estación de Valladolid, y después de servir en el ejército se dedicó de lleno a la lidia de reses bravas, matando toretes en la placita de los Campos Elíseos, de Madrid, durante los años 1876 y 77. Como todos los novilleros de las promociones anteriores a Mazzantini y el Espartero, alternaba sus labores de banderillero con las de estoqueador, y como tal matador en novilladas logró bastante reputación y no pocos ajustes. Era grueso y de baja estatura, y como cualidades dignas de loa se destacaban en él, principalmente, la modestia y el compañerismo. aquélla, para no ir más allá de donde le dictaba su buen sentido, absteniéndose de tomar la alternativa, y la otra, para ponerse siempre a disposición de cualquiera, cuando de realizar actos meritorios se trataba. Quedamos, pues, en que si como Valladolid era un torero muy estimable, como Raimundo fue un hombre bueno a carta cabal y con sentido común, además, cosa que es patrimonio de muy pocos toreros. El día 8 de agosto de 1880 debutó nuestro hombre como espada novillero en Madrid, debut que se efectuó en una función mixta y sui géneris, pues tuvo un carácter que si entonces era frecuente, en nuestros días es desconocido, por revestir más seriedad las novilladas de bogado que las de antaño. En la que nos ocupa, se corrieron primeramente dos embolados, para aficionados principiantes; luego, Juan Ruiz (Lagartija), estoqueó dos toros de puntas de la ganadería de Yagüe, jugados en lidia ordinaria y, finalmente, el debutante dio, muerte a otros dos bichos del mismo ganadero, después de haber sido rejoneados por el portugués Rento d'Araujo. Hizo campañas muy aceptables en América y en el mediodía de Francia ; figuró como banderillero en las corridas reales del año 1879 ; perteneció en 1887 a la cuadrilla de Punteret (Joaquín Sanz) ; tomó parte en las corridas celebradas en París en 1889 y 'toreó por última vez en Madrid el 27 de octubre de 1892, estoqueando unos toros de Aleas rejoneados por cavalheiros portugueses, como prólogo de la lidia de seis de don Félix Gómez, que estoquearon Lagartijo, Mazzantini y Tortero, siendo ésta una de las corridas que se dieron con motivo de IV Centenario del descubrimiento de América. Poco fue lo que después vivió, pues el 24 de abril de 1893 falleció en Madrid, de un ataque de disnea.
La muerte siempre es temprana y no perdona a ninguno.

MANUEL MOLINA SANCHEZ



Manuel Molina, hermano de los colosos Rafael y Juan, incomparable maestro el primero y grandioso peón el segundo, nació en Córdoba el 26 de Abril de 1853. Manuel Molina, no pasó de ser una medianía en el toreo. Figuró como banderillero en la cuadrilla de su paisano Manuel Fuentes "Bocanegra" y en la de su hermano el "Califa Rafael". Banderilleó en Madrid, por primera vez el 10 de Octubre de 1875, formando pareja con Mariano Antón; pareó el cuarto toro "Cubeto", negro, de la vacada de Don José Bermúdez Reyna.. Aspirando a ocupar un puesto en la torería, tomó la alternativa en Murcia el 5 de Septiembre de 1879, cediéndole su hermano Rafael Molina "Lagartijo", el primer toro, llamado "Olivero", negro, de la ganadería de Murube; dicha alternativa, le fue confirmada por su mismo hermano en Madrid, el 11 de Julio de 1880, matando el primer toro de la tarde, de la vacada de Antonio Hernández, toro llamado “Triguero”. De pelo negro. Fue un torero corto, de pocos recursos y frío, y como en aquella época ocuparon la atención de los aficionados los dos colosos: Rafael y Salvador los demás coletudos actuaban muy secundariamente y aun algunos como Manuel Molina, solo muy contadas veces y como relleno de carteles, dé a las influencias e imposiciones de su hermano. La última vez que toreó en la madrileña fue el 25 de Octubre 1885 alternando con Salvador Sánchez "Frascuelo" y Manuel Hermosilla, los que estoquearon reses de Eduardo Ibarra y de D. Joaquín trillón, siendo el último toro que mató de este ganadero, se llamaba " Granjero" berrendo en negro. Sus hermanos, los mentados Rafael y Juan le aconsejaron la retirada del toreo, estableciéndose en Córdoba. A Manuel Molina, le correspondió, dar muerte al célebre toro "Bailaor" que se lidió en Linares, en tercer lugar, el día 29 de Agosto de 1883, que con bravura sin igual tomó veintiuna varas, matando catorce caballos.

viernes, 10 de abril de 2015

MIGUEL PEREA “PARRAITO”



Miguel Perea «Parraíto», modesto torero que nació en San Roque, Cádiz, el año de 1885. Sus aficiones al arte de Montes, lo llevaron a Sevilla, y allí, por tientas y encerraderos, satisfizo sus primeros impulsos. Decidido a ser un profesional, actuó largo tiempo en las capeas de Andalucía y de los pueblos de la Mancha, pero no, vio logrado su deseo de presentarse ante la afición madrileña, punto de mira de todo el que pretende ser gente en el toreo. Para el 9 de Mayo de 1915 se anunció en la plaza de Santa Cruz de Tenerife, una corrida de novillos de la ganadería de D. Antonio Campos, que debieron ser muertos por Pascual Bueno e Isidro Lagares; de sobresaliente figuraba, «Parraíto». El segundo toro, cárdeno, llamado Cotorro en la vacada, cogió y puso fuera de luchas a los dos matadores y Miguel tuvo que empuñar los trastos para terminar la fiesta. Lo trasteó de muleta brevemente y sin estar el toro igualado se metió a matar, empitonándole el toro por el muslo derecho, en el que le produjo extensa herida en el tercio superior. Llevado a la enfermería, le fue practicada dolorosa y larga cura y luego en una camilla lo trasladaron al Hospital civil y al siguiente día al hotel «Teide», por gestiones felices, realizadas por Pascual Bueno, que le apenaba dejar en el Hospital a su compañero.



Al regresar los diestros que tomaron parte en la corrida, a la península, en el vapor Delfín, Miguel sintió el deseo de volver con los que fue y por el legítimo anhelo de estar en Sevilla al lado de su mujer e hijos. Aquello fue una imprudencia y nunca debieron acceder ni médicos ni toreros, pues el pobre «Parraíto» se agravó considerablemente durante la travesía, hasta el extremo de morir en el Hospital Mora de Cádiz, el lunes 17 a las once y cuarto, de la noche. Su entierro, verificado al siguiente día, fue presidido por Francisco Mateo, «Dominguito», «Gonzalito», «Canario», «Mono» y Antonio Sevilla, toreros gaditanos. En el acompañamiento fúnebre figuraron muchos aficionados y todo el personal de fonda del vapor Delfín.

PEDRO ORTEGA Y MOLERO “EL RONCO”




Nació el 19 de  Octubre de 1850, en San y Pablo, provincia de Toledo, punto muy  conocido y frecuentado por la afición por estar muy próximo al sitio llamado El Molinillo, en donde el famoso ganadero Sr. Duque de Veragua acostumbraba a hacer sus nombradas tientas. Tal vez por este motivo Pedro, que ya por curiosidad de  chico acudiera a presenciar estas faenas de campo, o quizá  por vocación inconsciente, arraigo en su cerebro la idea de dedicarse a hacer lo  que a los tentadores que iban al referido tentadero veía ejecutar con los erales  veragüeños, y se vino a Madrid a codearse ,con los que  para él fueron más tarde sus verdaderos maestros y protectores, los eminentes picadores Manuel Martínez (Agujetas) y José Bayard (Badila). Como todos los que empiezan tuvo que aguantar la serie desgraciada de picar toros con malos caballos  y peores toros, y así y todo, como náufrago que se agarra para salvar su vida a un frágil y flotante tablón, se asió a su vergüenza torera y logró sacar a salvo su reputación de una manera tan brillante que el 15 de Septiembre de 1884 en una corrida de abono tomó la alternativa, toreando los espadas Currito, Valentín Martín y Mazzantini toros del marqués viudo de Salas. El célebre picador el Sastre se la concedió. Después formo parte en las cuadrillas de Rafael Molina (Lagartijo), Salvador Sánchez (Frascuelo), Juan Ruiz (Lagartija), Ángel Pastor y otros. Por los años del 83 y 84 el popular espada Luis  Mazzantini lo protegió, incluyéndole entre la gente que en unión suya fue contratada para torear un buen número de corridas en América, como la Habana en los años 1886 al 87, y en Montevideo en los del 1889 al 1890. En su carrera tiene el hecho memorable como triste de que tomó parte en la novillada que se verificó en esta corte e 15 de Agosto del 80, en que un toro de D. Donato Palomino mató al joven banderillero Nicolás Fuertes (el Pollo). Tuvo una cogida toreando con el novillero Tomás Parrondo (Manchao) en Ávila, que consistió en un puntazo en el pie derecho. El brazo izquierdo roto de resultas de una caída toreando como espadas Paco de Oro y Quilez y un puntazo grave que le dio un toro de Lizaso picando a las órdenes de Mazzantini en la plaza de Logroño. Retirado casi a la fuerza por los escasos contratos, vivió a costa de un modesto sueldo que ganaba como otros de su profesión en la temporada de matanzas de ganado de cerda  en el Matadero destinado a esta clase de faena y a las pocas corridas que en el verano solía torear. Como particular, a pesar de que no pudo recibir gran instrucción, era considerado como hombre correcto.



martes, 7 de abril de 2015

LAS COSAS DE CUCHARES


En la isla del Guadalquivir se verificaba una tienta de becerros, y a ella habían sido invitados los íntimos del ganadero, que por cierto era un célebre y entendido criador de reses de primer cartel. Curro Cúchares constituía como torero la única excepción, pues los convidados eran todas gentes ilustradas y de pluma; y así, que espectadores meramente pasivos como Curro, habían tomado posesión de una carreta colocada en medio de una inmensa llanura, para desde ella ver cómodamente y observar los lances de la tienta.
Estaba nublado el cielo y como con aparato de lluvia primaveral; y para evitarse una mojadura cada quien se había provisto de su paraguas, que en caso de variación de temperatura pudiese servir como quitasol contra los rigores de Febo, que ya en esa época deja sentir sus ardientes rayos. Todo era broma y jolgorio entre los ocupantes de la carreta; discusiones sobre las arrancadas y recargues que hacían los becerros al tentador, así como encomios de las colleras de derribadores, que del rodeo, establecido allá a lo lejos, sacaban las reses destinadas a la prueba, dándoles alcance a todo correr, para terminarlo con el trepe de rigor que a veces, si consistía en la caída de costado, otras, y eran las más aplaudidas, finalizaba con total vuelta de campana, que malparaba al becerro, dejándole como entontecido del golpe.
De pronto y como impulsado por una idea que requiriese manifestación inmediata, se levantó Curro provisto de su enorme paraguas de canónigo, esto es, de aquellos que en lo antiguo se llamaban así y que eran una enorme máquina de varillaje dorado, con vara de metal fortísimo y terminada en blanco puño de marfil en forma de muletilla, un paraguas, en fin, de rica seda grana, bajo cuya media naranja podía cobijarse una familia. —¡Jacerme lao,—dijo. —¿Pero donde vas, hombre? —A una cosa... —¡Pues no, no bajas, porque te conocemos y vas a hacer alguna diablura, y es una tontería que nos des el rato exponiéndote!... —¡Pero, home, dejarme dir, que no ez coza de cudiao!—Y así diciendo, saltó por encima de unos y otros y cayó en tierra, echando á andar en seguida y sin volver la cara. —¡Pero, Currito,—le decían sus amigos, —no seas majadero; vente, hombre, vente; ¿qué vas a hacer?  Curro, sin mirar atrás, contestó: —¡Que too se ha de decir! ¡Pus voy a una necesiá menor

—¡Aquí, hombre, aquí, junto á la carreta!.. Nada, que no hacía caso, y allá se fue lejos a hacer su menor necesiá; mas evacuó la cita con tranquilidad absoluta, y adoptando entonces una postura fachendosa, apoyado el paraguas sobre la cadera izquierda, cruzada la pierna derecha con la otra y la mano diestra en la cintura, quedóse mirando hacia el rodeo. —¡Currito,-le gritaban,—vente ya; no nos machaques más tiempol Y Curro sin hacer caso. — |Currito, acaba de venir y no nos des un mal rato! Y Curro, por toda contestación y a cada nueva llamada, levantaba la mano derecha, pero sin volver la cara, y significaba con la acción que aguardasen. En esto un bravo becerro había salido del rodeo y con más pies que el fuego, corría como alma que lleva el demonio, y tras él la collera de garrochistas. E l peligro podía ser cierto, entonces y, ante este temor, las voces de súplica a Curro redoblaron; pero Cuchares, impávido, sin moverse de su sitio ni variar de postura, cuando más, volvía a su movimiento de mano para significar que aguardasen.

El becerro vio a Curro que en medio de aquel anchuroso paraje le desafiaba con su indiferencia, y le puso los puntos como suele decirse. Redoblando su vertiginosa carrera, con la baba de la rabia en la boca, impetuoso y á la vez decidido a apoderarse de aquel extraño bulto, iba acortando las distancias, percibiendo aún más, no solo el infante, que como estatua le aguardaba, si que también las voces que a Curro daban sus amigos para que no comprometiese un lance. Pero ¡aquí de la gracia e inteligencia de Curro! que ya tenía estudiada de antemano su habilidosa defensa para divertir a todos y probar que su genio taurómaco improvisaba suertes en cualquier ocasión y con especial pretexto. A unas seis varas ya el becerro, Curro cambia de posición y, sujetando el puño del enorme paraguas con la mano derecha, y con la izquierda puesta sobre el anillo del varillaje, esperó la acometida: no se hizo aguardar esta, y en el momento mismo en que el becerro humillaba para tirar el derrote, corrió la mano izquierda y se abrió repentinamente el paraguas, haciéndole tal espanto á la res aquel enorme engaño, que dio un brinco de lado y huyó como si hubiese visto una máquina infernal. Carro, que tenía suspenso el ánimo de sus amigos, reía como estos a reventar, de la gracia, tan luego terminó felizmente el lance, y dirigiéndose entonces hacia la carreta, fue recibido con abrazos, burras y plácemes, el gran inteligente, que una vez más había probado su suficiencia artística, donde no había olivos ni aceitunas con que taparse.