miércoles, 31 de octubre de 2018

MANUEL DE CASTRO y PARDIÑAS (El hijo del cura)




Nadie calificarla de excepcional, aunque sí de poco corriente, el hecho de que cualquier escritor empuñe estoque y muleta, y enjaretando unos pases de mayor o menor lucimiento—que esto no afecta a la cuestión—, cuadre al toro que los recibe, y tras perfilarse como los cánones preceptúan, salga el animal muerto con su estocada hasta la cruz.
El 08 de junio de 1970 falleció en Montevideo el escritor Manuel de Castro Pardiñas, hijo de un sacerdote (Manuel de Castro Cobas) y una pianista (Soledad Pardiñas) con la que tuvo que huir a Paris al dejarla embarazada, de ahí se trasladaron a Rosario (Argentina) donde contrajeron matrimonio civil y donde nació Manuel de Castro Pardiñas. Tras una enfermedad y un traslado a Córdoba, fallece doña Soledad, al enviudar, Manuel de Castro (padre) pensó en retomar los hábitos por lo que se radicó en Chile dejando a su hijo en Villa Casilda, Santa Fe, bajo la tutela de un maestro retirado, con la indicación de decirle que su padre había muerto y que su único familiar era un tío sacerdote que residía en Chile, en espera de poder hacerse cargo de él.


Transcurridos tres años solicitó que le fuera enviado su hijo a Chile. Al llegar le pidió que lo quisiera como padre pero que lo llamase tío y lo inscribió en el Seminario Conciliar de Concepción, donde finalizó su educación formal. Al terminar su hijo los estudios, fue cura párroco y profesor de Victoria, Chile, hasta que decidió regresar a Galicia, pero durante el viaje falleció del corazón al arribar a Montevideo. Manuel de Castro (hijo), al quedar huérfano en plena adolescencia, se estableció definitivamente en Montevideo al cuidado de un tío paterno, en la situación que años más tarde describirá en su novela Oficio de vivir, publicada en 1959. La historia de su origen familiar la describió en otra de sus novelas, publicada en 1937 con el título de El padre Samuel (su vida sacra y profana evocada por un llamado su sobrino). Novela picaresca americana.
Con una afición desmedida a las corridas de toros, y con poca preparación el 15 de abril de 1941 el peruano Adolfo Rojas, «el Nene», le da la alternativa en Montevideo (más simbolica que otra cosa, pero alternativa a fin de cuentas). Y a tal honor corresponde nuestro escritor ilustre cortando la oreja bizarramente al astado de la ceremonia, tal suceso ocurrio en La Blanqueda, el campo del Parque Central, estadio de Nacional, fue escenario de corridas entre 1939 y 1941, siendo presidente Alfredo Baldomir, quien levantó las prohibiciones fue debut y casi despedida pues ya no actuaria más que en tentaderos fiestas camperas y ocasionalmente como sobresaliente. Con motivo de la muerte en 1940 del torero español Manolete, en la plaza de toros de Linares, escribió la obra poética Pregón lírico diciendo de la muerte de Manolete (1949). Publicó un ensayo sobre Goya titulado Goya y la fiesta de toros (1964).


Además de escribir una extensa obra poética, novelas y cuentos, fue periodista en La Mañana y Mundo Uruguayo de Montevideo, Ercilla de Santiago de Chile y Clarín de Buenos Aires, entre otros medios. Tuvo a su cargo la sección de crítica, de arte y literatura del diario El Pueblo. A fines de los años 1950 creó la Editorial Banda Oriental a fin de publicar sus propias obras. Falleció, como ya dijimos, a los 74 años de edad en Montevideo.
¿Dónde majeza se viera y tan regida elegancia?
¿Dónde solera tan rancia, que de Córdoba viniera?
Tez morena, sangre mora, de malva y oro vestido: Manuel Rodríguez,
¿qué ha sido de tu sangre vencedora?
¡Qué movible geometría sobre estática cintura!
Sobre arena endurecida yacen la negra montera y una rosa desvaida que la muerte le ofreciera...
(Manuel de Castro,Pregón lírico diciendo de la muerte de Manolete )

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