miércoles, 19 de noviembre de 2014

LORENZO SANCHEZ


Varilarguero gaditano que vio la luz en la simpática ciudad de Vejer de la Frontera --cuna de excelentes lidiadores de a caballo—, en los comienzos del año 1819. El historiador don José Sánchez de Neira, que vio trabajar a este piquero en el ruedo madrileño, al ocuparse del «tío Lorenzo”: como sus compañeros le nombraban, es «Uno de los mejores picadores que después del año 1840 se han presentado en la Plaza de Madrid. Aunque su figura no era notable, su arte sí lo era, y lució mucho en la cuadrilla que dirigió «el Chiclanero». Nadie se le puso por delante en el año de 1852, en que trabajó tan renombrado torero.» 

No poco favorecido sale este buen garrochista de la pluma del famoso crítico taurino, el autor del «Gran Diccionario Taurómaco», pues si bien es cierto que el lidiador gaditano tuvo temporadas brillantes, de gran eficacia y relieve, como esa de 1852 en Madrid y varias más en provincias, no es menos cierto que en algunas otras, por enfermedades y otras causas, descendió bastante la valía de sus labores, llegando hasta ser supeditado por compañeros menos artistas, menos hábiles, pero ,más animosos y arrojados. En unas semblanzas de lidiadores, aparecidas años después dé sus triunfos en Madrid, se le dedicaban las breves líneas que copiamos: «El tiempo: todo lo borra. 

El picador que más se distinguió en 1852 en todos conceptos ha cumplido este año bien, y nada más. Verdad es que los jefes de cuadrilla «Cúchares» y «el Chiclanero”, infundían valor y animación a todos. Es duro al trabajo y cuida mucho de su honra profesional.» Lorenzo Sánchez dedicó sus actividades primitivas a las labores del campo, trabajando en algunas fincas de su familia, regularmente acomodada. Sintió la vocación del toreo, eligiendo el caballo, por la costumbre adquirida de manejar esta clase de ganado. Sabemos que en principio limitó su radio de acción a las plazas de su provincia, desconociéndose quiénes fueron, sus maestros en el arte; lo único que se puede afirmar es que llevaba varios años en el oficio cuando alzo su presentación en Madrid 

En su tiempo, muchos de los diestros de a caballo seguían, la costumbre de los antiguos, contratándose directamente con las empresa y organizadores de las fiestas, prefiriendo este sistema de trabajo al de ingresar en las cuadrillas y estar sometidos a la voluntad y decisiones de los jefes de las mismas. Lorenzo Sánchez fue, uno de los continuadores de esta costumbre, rechazando las ofertas de varios matadores que pretendieron agregarle a su gente, pues siendo libre y dueño de sus decisiones podía trabajar más a su placer, realizándolo en los lugares que le convenía, evitando con ello las infinitas molestias de los viajes lejanos desplazamientos, que le hubiesen impedido prestar atención a unas fincas heredadas de sus mayores. Estas fueron las principales causas de que el «tío» Lorenzo Sánchez no trabajase con mayor frecuencia en la Plaza de la corte y de que hasta el año de 1851 no consiguiese su íntimo amigo José Redondo «el Chiclanero», incluirle como picador fijo en su cuadrilla. Había empresarios andaluces que al contratar lidiadores les exigían el cartel madrileño, como garantía de competencia, y para obtenerlo vino Lorenzo a la corte en 1846, logrando que la empresa facilitase su deseo, viéndose en el cartel de la octava corrida, día 1 de junio, en la que alternó con Pedro Romero, «el Habanero», y Juan Martín, picando, las reses de don Gil Flores lidiadas. Cumplió el nuevo piquero, no disgustando a la afición de la capital, y la empresa recompensó su trabajó con la suma de 800 reales, cantidad habitual fijada para varilargueros de segunda fila. Se reintegró a su tierra natal, realizando sus campañas: sin salir de las plazas regionales, en las que trabajó con los espadas de su tiempo, pero siempre como eventual y agregado, no como de plantilla. No volvió a Madrid hasta el año 1850, en que su amigo José Redondo le comprometió para torear las corridas de los días 3 y 24 de octubre, en ras que formó tanda con Pedro Romero, «el Habanero», y Juan Antonio Mondéjar, «Juaneca».
Los aficionados Madrileños celebraron su reaparición en el anillo de la Puerta de Alcalá, apreciando que Lorenzo había realizado progresos en su arte, picando con finura y buen estilo, manejando con habilidad el caballo y la garrocha, pero continuando con la no muy abundante dosis de arrojo manifestada en su presentación, cuatro años antes. Ya en la temporada de 1851, al organizar «el Chiclanero» su personal fijo para las futuras temporadas, consiguió la colaboración de su amigo Lorenzo, que tuvo por compañero a Francisco Puerto. La de 1852, en Madrid, fue la mejor temporada que nuestro piquero realizó en la corte, y tal vez la más brillante de su vida profesional. En ella luchó con garrochistas del empuje y fama de José Trigo, Puerto, «Chola», Martín, «Charpa» y Bruno Azaña, sin que su trabajo fuese supeditado, mereciendo de la crítica este laudatorio comentario a sus labores: “Lorenzo va acreditándose, y si continúa con el entusiasmo que demuestra por la profesión llegará a ser un buen diestro.» Este año, en la corrida del 21 de junio, realizó la hazaña de picar los seis toros dé Fuentes y Berrendero sin cambiar de caballo, al que sacó ileso de las treinta y siete varas que puso, escuchando grandes aplausos de los espectadores y la felicitación de los jefes de lidia, los espadas «Cúchares», Chiclanero» y «el Cano».
Con la misma cuadrilla vino a Madrid en 1853, y muerto su amigo Redondo al comienzo de la temporada, se prestó Julián Casas, «el Salamanquino», a capitanear los subordinados de su compañero fallecido, haciéndose cargo de las corridas por éste contratadas o apalabradas, lo que realizó, en regando a la viuda las cantidades que su rasgo de simpático desinterés de Casas que fue comentado y aplaudido por toda la afición española. Las faenas del piquero Lorenzo Sánchez, pese a su buena voluntad, habían desmerecido no poco de las anteriores realizadas. En parte había una justificación de este retroceso, pues al finalizar el otoño de 1852 se vio atacado por unas fiebres intermitentes que minaron su organismo. Sin estar totalmente repuesto, comenzó la campaña en Madrid el 4 de abril, corrida en la que se lidiaron ocho toros de Paredes, Hidalgo Barquero, Taviel de Andrade y Romero Balmaseda, actuando los piqueros Lorenzo, Arce, Puerto y Antonio Calderón, apreciando los espectadores la falta de salud del diestro, el que por esta causa sólo pudo tomar parte en nueve de las veintitrés corridas efectuadas, saliendo en algunas abrasado por la fiebre. Sus campañas en los años sucesivos —en que mejoró algo. — carecieron de importancia. Hubo años en que no pisó el ruedo; otros, de paso por Madrid, toreó una o dos corridas, y con la del 31 de octubre de 1858, en que alternó con «Charpa» y «el Coriano», terminaron sus labores en el circo de la corte. Continuó trabajando en su región, sin gran intensidad, hasta el año 1862, retirándose por esta fecha para continuar vigilando su hacienda, y aquí perdemos su pista, no constando en nuestras notas la fecha de su muerte. Lorenzo Sánchez puede ser situado en la categoría de garrochistas de primera fila, pero no a la cabeza de .éstos, como un Corchado, un Sevilla o un José Trigo.

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