jueves, 12 de julio de 2018

LA CHISPA FULMINANTE




En el siglo XVIII y XIX se le solía dar muerte en las novilladas a alguna de las reses por medio de la chispa fulminante. Esta, consistia en una especie de pelota o bola, llena de una fuerte materia explosiva, que se colocaba bien asegurada al novillo entre las dos astas, sobre la, nuca o sitio de su descabello, impregnando aquella exteriormente de pólvora; de manera que el acercarse el lidiador o persona encargada de aplicarle fuego, lo verificaba con un cebete a más de tres varas de distancia,(algo mas de dos metros y medio) y entonces, al inflamarse el exterior del petardo, estallaba como una bomba y la res caia instantáneamente al suelo atontada o muerta, siendo imprescindible siempre el remate con puntilla por las dudas. La mayoría de las veces, que por no tener suficiente fuerza la chispa fulminante, estar mal colocada o tener el novillo demasiada resistencia, no surtía el efecto deseado, y al momento de caer el bicho al suelo se volvía a levantar, siendo preciso matarlo a estoque. Hacia 1896 el afamado Sanchez Neira en su obra fundamental el Gran Diccionario Tauromáquico lo referenciaba como en uso, ignoro en que momento cayo en desuso aunque puedo imaginar que en los pueblos permaneciese arraigada dicha costumbre hasta bien entrado el siglo XX.

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