martes, 27 de septiembre de 2011

"PEOR QUE CAGANCHO EN ALMAGRO"

Cuando se quiere señalar que una persona ha quedado en pésimo lugar, debido a una lamentable actuación, es habitual que se diga: «Peor que Cagancho en Almagro». Desde pequeño sabía quién era Cagancho y que pasó en Almagro.
Cagancho era una de las figuras del toreo en los años veinte y treinta del pasado siglo y, en 1927, protagonizó en Almagro uno de los mayores escándalos vividos en el mundo taurino. Después de una mala faena a su primer toro, se negó a matar el segundo en medio de una bronca pareja a las expectativas despertadas por su presencia en la bella localidad manchega. Cuentan las crónicas que en la reventa se habían pagado precios fabulosos por una entrada, que el tren procedente de Ciudad Real iba lleno hasta los estribos y que algunos aficionados habían empeñado el colchón para poder sacar la entrada. Con tales antecedentes, la actitud del diestro desencadenó un monumental escándalo, la gente se tiró ruedo, alguno llegó a agredir físicamente al torero a quien lo más suave que le gritaban era cobarde. En su furor, algunos desaprensivos prendieron fuego al coso y ardieron los palcos que eran de madera. Quedó tan mal que se acuñó la expresión: «Peor que Cagancho en Almagro».
En aquella España de los años veinte las pasiones que hoy despierta el fútbol se desataban ante la rivalidad de dos colosos del toreo. En los casinos, en las tabernas o en el trabajo no se hablaba del Real Madrid o de F.C. Barcelona, sino de la rivalidad entre José Gómez Ortega, «Joselito» y Juan Belmonte. Dicen que este último, al tener conocimiento de que Joselito había muerto como consecuencia de la grave cogida sufrida en la plaza de Talavera de la Reina, exclamó: «¡Me ha ganado la partida!».
¿No es atractiva esta anécdota que refleja la actitud vital del torero? Entre las anécdotas que se cuentan del cordobés Rafael Guerra Bejarano, más conocido como «Guerrita», mi preferida es la que ocurrió con ocasión de ser presentado al filósofo, don José Ortega y Gasset. El diestro le preguntó: «Usted, don José ¿a qué se dedica?». «A pensar», respondió Ortega. Cuentan que «Guerrita» lo miró sorprendido y, volviéndose a los que estaban alrededor, exclamó: «¡Hay qué ver! ¡Desde luego, hay gente pa tó». Utilizo, con frecuencia, la expresión de otro torero sentencioso que se atribuye a Juan Belmonte. El diestro se encontraba en Lima, en lo que en el riquísimo argot taurino se denomina «hacer las américas». Alguien le comentó lo lejos que quedaba su Sevilla natal. Belmonte, sin vacilar, le respondió: «Sevilla está donde tiene que estar, lo que está lejos es esto». Eso lo pienso y lo digo en muchas ocasiones

1 comentario:

  1. Señor Romàn Romero, en lo que se refiere a Cagancho en Almagro, si es cierto que en aquella corrida se liò un alboroto y de los grandes, teniendo la autoridad competente tomar cartas en el asunto y llamar refuerzos policiales para aplacar el problema, pero no esta usted bien enterado, cuando prendieron fuego a la plaza de toros de Almagro fue un 24 de Agosto de 1.934, en aquella corrida por cierto de ocho toros estaban acartelados, Domingo Ortega, Marcial Lalanda, Maravilla y el Estudiante, y los toros pertenecian a la vacada del Duque de Tobar.Si quiere informarse mejor entre en el portal taurino Sabiendo de toros por Angel y Gloria del cual soy el Director, ademas se muy bien la historia por que el padre de un servidor de usted estaba tanto en la corrida de Cagancho como en la que ardio la plaza y para mas informaciòn soy natural de un pueblo que esta a tres kilometros de ALMAGRO. Un saludo.

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