viernes, 24 de enero de 2014

José González Lucas PEPE DOMINGUIN




Cuando se nace en una familia en la que el padre ha roto el cerco del hambre con sus pases de torero, de torero mítico, hay un elevado tanto por ciento de posibilidades de que el vástago continúe en el oficio. Pepe Dominguín, , hijo de Domingo y hermano de Domingo y Luis Miguel, empezó a ir a los toros a los tres años. Un entorno especialmente diseñado para convertirse en matador de toros y, más tarde, en apoderado taurino. Pepe Dominguín, el hermano del medio, a caballo entre la aureola de intelectual comunista y maldito de Domingo y el triunfador Luis Miguel, que acompañaba a Franco en sus cacerías para que le contara los chistes que circulaban sobre el dictador. 
Pepe Dominguin y su primera esposa.

Hubo de pasar algún tiempo para que Pepe Dominguín, ya torero, descubriera que dar pases no era la única dimensión de su vida. "Desde pequeño, mi aspiración, como la de mis hermanos, era seguir en el medio. Había que intentarlo, ver si había condiciones o no". A los nueve años empezó a torear, o a jugar a los toros, que entonces era lo mismo, bajo el aliento de su padre y a escondidas de su madre. O sea, la aventura total, el ideal de proyectar locuras perfectamente posibles. "Tengo recuerdos muy vivos de toreros míticos, como El Gallo, Belmonte o Marcial Lalanda". La guerra civil supuso además "un paréntesis en nuestros estudios, que nos refugió aún más en el toro, fue la afirmación de que queríamos ser toreros. Nos acercó de nuevo al campo, al terrón, a la aldea de Quismondo (Toledo), en la que nació mi padre. Porque más que herencia torera, en la que no creo, lo que tengo son raíces campesinas. Mi padre fue primero labrador, mi abuelo era guarda en Quismondo". Una larga trayectoria vital hasta descubrir, en los años sesenta, que necesitaba expresarse con la pintura y explicar los orígenes de su dinastía, y publicó Mi gente. 

Desde 1939 a 1944, Pepe Dominguín cubrió la etapa de novillero hasta tomar la alternativa en Madrid. Tuvo ocasión de torear con Manolete y Ordoñez, además de compartir el cartel con sus hermanos Domingo y Luis Miguel en varias ocasiones. Pero al casarse con la actriz María Rosa Salgado -de la que luego se divorció-, Pepe Dominguín tomó una decisión que había madurado dolorosamente en él: la retirada. "Si sabes que una mujer te quiere, y eres consciente del peligro del toro, tienes que poner tu grano de arena... Es falsa esa idea de que la mujer no debe influir en que el matador de toros se retire: a menudo éste sigue por razones económicas". Pepe Dominguín se había casado antes con una peruana, que murió en su segundo parto, una desgracia que le desgarró a sus 28 años. "A los tres años de matrimonio había desaparecido todo: la segunda niña murió dos años después de mi mujer, y nuestra primera hija, enferma de meningitis, sólo me duró hasta los 15 años". El dolor hizo que tuviera que dejar de torear durante un par de meses. Luego, ese sol que sale casi todos los días le ayudó a seguir. Y al contraer su segundo matrimonio decidió cambiar la muleta por los negocios. El capote, por el contrario, no lo ha dejado nunca. "Todavía cuando puedo, en algun tentadero, doy algunos pases; es algo que no puedes olvidar, lo necesito". Su envergadura física de hombre alto, de facciones labradas, de hermosas arrugas, adquirió en Pepe Dominguín un tinte decadente, cierto aire de torero clásico. 

Y para hacer honor a la leyenda -o para que la leyenda aprenda de él-, el ex torero fué un hombre sentimental, ardiente y enamoradizo. "Como Bradomín, aunque no tan católico". Ni tan feo. Y ciertamente cariñoso -y exquisito- cuando habla de sus hermanos, los triunfadores. "El suicidio de Domingo fue una sorpresa, pero entiendo su decisión de arriba abajo, porque era un hombre sensible al que le dolía la humanidad, y por tanto, más vulnerable". Tras el divorcio de su segunda esposa se casó de nuevo, aunque este tercer matrimonio no fué su única pasión amorosa. Tuvo seis hijos, y hay quien dice que tuvo con las mujeres un éxito menos nutrido pero más efectivo que su hermano Luis Miguel. "No sé qué significa tener éxito con las mujeres. Éxito, en todo caso, es elegir la que te gusta, la que te va y la que te dure; lo otro, lo que a veces se considera éxito, son muchos pequeños fracasos". Autor de varios libros, el más conocido, "Mi gente", donde habla de los secretos e interioridades, sugerentes y sugestivos, de la gran familia del toro. Otra obra suya, "Rojo y oro", es claro exponente de su color ideológico, santo y seña del movimiento que combatió los desmanes de la última dictadura en España.

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