Bernardo Gaviño Rueda nació un 20
de agosto de 1812 en la marinera población de Puerto Real (Cádiz) hijo de Juan
Gaviño y María de las Nieves Rueda, cuando contaba con un año de edad quedó
huérfano de padre y a los diez, de madre por lo que fue criado bajo los
auspicios y protección del obispo de Cádiz Don Francisco Javier Cienfuegos
quien le procuro sus estudios primarios y secundarios, así como la posibilidad
de una futura carrera eclesiástica.
Gaviño se trasladó a Sevilla
algunos años después al ascender en la jerarquía eclesiástica su mentor, que
fue nombrado arzobispo en la ciudad hispalense. En Sevilla, ya andaba de
seminarista cuando descubre su afición taurina, al parecer mucha culpa la tuvo
el diestro Juan León “Leoncillo” primo de su madre a quien le agradó el
muchacho por su viveza y las reses que para su consumo llegaban al matadero de
palacio, poco tiempo después el joven Gaviño se fugó después de un encierro de
quince días que le impuso el sr. Arzobispo, en ese tiempo se colocó en una
cuadrilla y debuto por primera vez en la plaza de toros de San Roque (Cádiz) a
las órdenes de un espada llamado Francisco Benítez y apodado panaderillo o
panadero, toreando días después en Algeciras, Vejer y Puerto Real, su pueblo.
Enterado un hermano de su madre, D. Francisco Rueda, lo amenazo con meterlo en
la cárcel.
Harto de tantas contrariedades se
embarcó para América en el puerto de Cádiz, después de una larga travesía llego
a Cuba no agradándole el ambiente y embarcando para Montevideo en 1829 donde
actuó como banderillero y medio espada las temporadas de 1829-1830 regresando a
la Cuba en 1831.
Por tres años hizo campañas
aceptables en la isla en compañía de un tal Rebollo natural de Huelva los gaditanos Bartolo Mejigosa y José Díaz “Mosquita” y el mexicano Manuel Bravo,
en 1834 precedido por su fama y ayudado por las amistades de Manuel Bravo fue contratado
para actuar en México y en México se quedó desde 1835 y hasta su muerte, 51
años después.
“Es aceptado a tal punto que lo hizo suyo la
afición que aprendió a ver toros como se estilaba por entonces en España.
Gaviño entendió muy pronto que apropiarse del control, no significaba ser el
estereotipo de un español repudiado por la reciente estela de condiciones
establecidas por un país que ha expulsado a un grupo importante de hispanos a
quienes se les aplicó cargo de culpa sobre todo aquello que significó la
presencia de factores de coloniaje” (J.F. Coello Ugalde)
En una corrida de toros de la
época, pues, tenía indiscutible cabida cualquier manera de enfrentarse el
hombre con el bovino, a pie o a caballo, con tal de que significara empeño
gracioso o gala de valentía. A nadie se le ocurría, entonces, pretender restar
méritos a la labor del diestro si éste no se ceñía muy estrictamente a formas
preestablecidas.
Gaviño se ajustó a los gustos del
público y creo una manera especial de toreo. Los picadores montaban a caballo
con el pecho y las ancas cubiertos de cuero y no picaban a los toros sino que
los pinchaban en cualquier sitio, los banderilleros clavaban invariablemente
tres pares repartidos por todo el cuerpo de la res y cuando sonaba el clarín
salía Gaviño con un capote arrollado a un palo en la mano izquierda y después
de dar tres o cuatro lances, se colocaba a la derecha del toro con el capote
extendido, hacía con este un movimiento hacia la derecha del toro y al tiempo
que el toro embestía al trapo le introducía en la tabla del cuello, casi
siempre bajo, el estoque que sacaba inmediatamente dando la vuelta sobre los talones
y mostrando al aire el acero victorioso al tiempo que la degollada res rodaba.
Tanto arraigó el sistema que
cuando José Machío fue y estoqueo dejando el acero en su sitio en lugar de
emplear el metisaca (que tampoco era invención de Gaviño, simplemente lo
adoptó), oyó muchos insultos y hasta tuvo que aguantar que lo apedrearan en no
pocas ocasiones. Fue Mazzantini en 1887-1888 quien pudo hacer comprender la
superioridad del sistema español, con lo cual vino a menos la escuela mexicana
de Gaviño.
Bernardo Gaviño aporta, entre
otras cosas, la ceremonia de alternativa, en México no se acostumbraba. Es
Bernardo Gaviño quien empieza a poner orden y jerarquías entre los toreros.
Gaviño concede la primera alternativa en el país, fue a Ponciano Díaz, miembro
de su cuadrilla. Tal acto tiene lugar en abril de 1879.
El trabajo de Gaviño para
fomentar, innovar y promocionar el toreo
en México fue duro, trabajó en las
plazas de todos los departamentos o provincias, dio funciones de toros improvisando
plazas donde jamás se había celebrado una corrida, organizó cuadrillas con
aficionados del país, selecciono las vacadas dirigiendo las tientas para afinar
la bravura del ganado…
Y a pesar de todo su esfuerzo no
consta que recibiese alternativa alguna, hecho que queda empequeñecido al
compararse con su titánica y longeva labor en pro de la fiesta en México, se
mantuvo activo por más de 50 años y al finalizar la temporada de 1880 en la que
había pasado algún tiempo enfermo muchos amigos y admiradores le aconsejaron
abandonar las lides al verlo ya anciano y escaso de facultades, a nadie hizo
caso.
El 31 de Enero de 1886 y con
motivo de la feria de Texcoco se organizó una corrida en la que figuraban
Gaviño (74 años) y la cuadrilla de muchachos del país, discípulos suyos.
Estoqueados los dos primeros
toros por el diestro español, que vestía de negro con adornos de seda, y el
mexicano José de la Luz Gavidia, salió en tercer lugar un toro del ganadero
mexicano D.Vicente Pueyo y Carmona “Ayala”, negro zaino que tomo ocho puyazos y
mato dos caballos de nombre “Listonero” ,en algunos sitios se nombra como
“Chicharrón”, al presentar Gaviño la muleta le infiere una cornada en la región
perianal hueco isquio, la enfermería de la plaza solo tiene una cama, un montón
de heno, allí fue curado y una hora después se le infectó la herida, no
llegando a recuperarse de aquella herida y falleciendo en su domicilio al que
fue trasladado el 11 de febrero de 1887, a las 9,30 de la noche.
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Hierro de Ayala |
“El 31 de
enero de 1886, al estoquear un toro de la vacada de Ayala en la plaza de
Texcoco, (México). fue cogido y volteado, resultando con una herida de cuatro
centímetros de extensión, en la margen derecha del ano, que le perforó el
recto, y otra en la entrepierna, que le causaron la muerte, el 11 de febrero” J.Carralero
Burgos “La fiesta nacional” 1905
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Cromolitografia de “La Muleta” cuyo autor es Carlos Noriega,
integrante de la publicacion “tres picos” Mexico 1888 de la colección de D,
Julio Tellez. |
El Arte de la
Lidia año II, N° 9, del 28 de febrero de
1886.
PARTE
FACULTATIVO de las heridas que recibió Bernardo Gaviño en Texcoco la tarde del
domingo 31 de enero de 1886 por un toro de la ganadería de Ayala, que
ocasionaron su muerte. Bernardo Gaviño tiene una herida de bordes irregulares
contusos de cuatro centímetros de extensión situada en la margen derecha del
ano hasta la parte posterior que interesa en algunos puntos la piel y el tejido
celular y en otras la mucosa y dicho tejido. En la parte posterior de la herida
penetra en la fosa isquio-rectal a una altura de 10 centímetros perforando el
recto en una obertura superior de un centímetro y 1/2 de diámetro. Tiene en la
parte anterior e izquierda de la margen del ano otra herida de bordes
irregulares de 2 centímetros 1/2 de extensión que interesa la piel y la mucosa
hasta el tejido celular. Al nivel de los trocánteres sobre todo en el
izquierdo, grandes equimosis como de 20 centímetros de diámetro. La primera
curación se la hizo en Texcoco el Dr. Osorio y el día 1° de Febrero y 1, los
Doctores Osorio Icaza y Casasola.
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Traje de torear que llevaba Bernardo Gaviño
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El periódico EL SIGLO XIX reporta
la noticia de la siguiente manera: “El Capitán Bernardo Gaviño fue herido por
el tercer toro y parece que de gravedad; igualmente lo fue un torero en el
momento de clavar unas banderillas, quien probablemente perderá el brazo que le
hizo pedazos el animal; y por último, una mujer cuyo nombre se desconoce, quien
recibió una ligera cornada también en el momento de banderillar. El toro
“Chicharrón” fue despachado “a la difuntería por el intrépido torero Carlos
Sánchez”. Bernardo murió a las nueve y media de la noche del jueves 11 de
febrero”
“Dio muerte a 2,756 bichos. Se dice que murió pobre, pero hay quien asegura que testó una gran fortuna. Gaviño a última hora recibió los auxilios espirituales”. (LA VOZ DE MÉXICO).
Jorge Gaviño Ambríz (descendiente
directo): “Semblanza de un torero en el siglo XIX” (Trabajo Académico
Recepcional en la Academia Mexicana de Geografía e Historia), (pp.353-375), p.
365-367.
Desde que salió del toril reveló
su ley y viveza. Perseguía con feroz encarnizamiento al bulto y se disparaba
furioso contra el encuentro de los caballos de los picadores y persistía en la
garrocha hasta tocar los ijares, no dejando con vida a ninguno de los flacos
resistentes que salieron a la plaza.
Se tocó a banderillas y al
ponerle el primer par persigue al banderillero, lo alcanza cerca del burladero,
pega la embestida y le quiebra un brazo que le agarra contra la pared de la
plaza donde el cuerno deja una profunda huella.
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Faja que llevaba puesta el día de la cogida |
La compañía continúa
banderillando al bicho con gran temor.
Bernardo decía satisfecho: este
toro sí es de los buenos. Toma la espada y la muleta, lo cita muy cerca de la
valla y el toro le da una cogida causándole una herida profunda y peligrosa.
Se mandó lazar a la fiera pero el
público insistió en que la matara Carlos, hubo que ceder, tomó la espada y le
dio muerte con una estocada en que le dejó puesta el arma.
Gaviño “todavía caminó por su
propio pie hasta el cuartucho de adobe improvisado para enfermería, dejando un
reguero de sangre pálida. La herida cerca del ano era profunda, incurable…
sobre el camastro el pobre Gaviño respiraba dificultosamente después de la
curación bárbara, en un cuarto mal oliente, un montón de heno en el rincón,
unos frascos y unas vendas… sobre la silla de tule, los treinta pesos que cobró
por actuar en esa tarde gris y polvorienta”.
El periódico “El Siglo XIX” del
día 8 de febrero publica el estado de gravedad y las condiciones miserables en
que se encontraba:
“El decano de los toreros en
México, el octogenario Bernardo Gaviño, sabido es que no ha muerto, pero sí se
halla grave y casi al borde de la tumba. Algunos amigos que hemos estado en su
casa a informarnos de su salud, nos conmovimos profundamente por la miseria
horrorosa en que se encuentra. La pieza en que está es baja, oscura, húmeda,
casi es un sótano El Dr. Vicente Morales lo asiste con ese empeño y solicitud
que todos le conocemos y más los exagera, tratándose de heridos en lides
tauromáquicas. Dados los sentimientos humanitarios que ha mostrado el buen
viejo con propios y con extraños en iguales circunstancias las que hoy lo
agobian, así como el deseo de algunos de sus buenos amigos para favorecerle,
ahora que carece de los indispensables elementos para su curación, no hemos
vacilado en promover una suscripción que pudiera acaso servirle de mucho en
estos momentos.
“Es un deber de humanidad el que invocamos,
así de sus paisanos los españoles, como de sus amigos del país. Los donativos
se reciben en la peluquería de la calle de los Rebeldes, junto al baño”.
El día 11 de febrero a las 9:30
de la noche en el Callejón de Tarasquillo número 5 1/2 bajos, falleció de
gangrena del recto el célebre torero Bernardo Gaviño a los 73 años de edad,
durante su carrera dio muerte a 2950 bichos.
Fue inhumado en el Panteón Civil,
en una fosa de tercera clase, ocupando la Nº 1763, línea 23, sepulcro 2.
Juan Pellicer Cámara (Cartas
Taurinas 1973, México) escribe al respecto: “su estancia aquí dejó una huella
profunda, fue un patriarca incansable en el ejercicio de su profesión. El
repertorio de suertes y aún de la manera de vestir tuvieron en Gaviño un
poderoso transmisor. De lo que Gaviño impuso y de lo que a él le impuso nuestro
medio, nació el mestizaje, que tuvo su afirmación y evolucionó más a más, hasta
adquirir un tipo perfectamente definido, con sello y personalidad muy propios”.
Bibliografía:
José Francisco Coello Ugalde “Registros
Taurinos en Texcoco durante el siglo XIX”
“Cosas del pasado: música,
literatura y tauromaquia” Carmena y Millán, Luis, 1845-1903 Madrid: Librería de
Fernando Fé, 1905 (Imprenta Ducazcal, 1904)
“La Fiesta nacional” : semanario
taurino: La Fiesta nacional : semanario taurino - Año II Número 53 - 1905 abril
1 (01/04/1905)
“Los toros”: revista taurina: Los
toros : revista taurina - Año II Número 48 - 1910 abril 8 (08/04/1910)
El Ruedo: suplemento taurino de
Marca: Año IV Número 163 - 1947 Agosto 07, Año VII Número 338 - 1950 Diciembre
14.
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