viernes, 22 de febrero de 2019

PEDRO ABILIO HURTADO. “CURRITO DE GRANADA”.


El 17 de agosto de 1968 se celebró en Miraflores de la Sierra (Madrid) una novillada sin picadores en la que aquel novillero había de entendérselas con un torete de Juan Sánchez. El cornúpeta mostró desde su salida peligrosa tendencia a acostarse del lado derecho y Currito atendiendo a los consejos de su apoderado Manolo Escudero, lo toreo por el izquierdo, con lo que el a. lado pareció mejorar, aunque todavía le dio un par de revolcones, que no amilanaron al valiente muchacho. Durante la faena de moteta volvió a ser cogido y lanudo al aire, en cuyo momento recibió un plumazo en la boca del estómago. Retirose hacia la barreta, con las manos crispadas y sin poder respirar; pero se le paso. y reanudo la brega con su enemigo, al que mato bien y le cortó las orejas. Al desnudarse en la fonda, se le apreció como un pequeño redondel amoratado en la parte del estómago; pero w fue a cenar con unos amigos de su apoderado a los que habla brindado la muerte del novillo y comió con excelente apetito y notorio contento por el éxito alcanzado.
Al acostarse, sin embargo sentía gran pesadez de estómago e incluso dolores que atribuyó a que llevaba diez o doce días comiendo mucho después del hambre que había pasado durante sus correrías toreriles... El lunes transcurrió normalmente y el martes se fue a la plaza madrileña de Vista Alegre, a torear de salón. A causa, quizá, del ejercicio se le reprodujeron las molestias estomacales y tuvo que ser atendido en la casa de socorro de Carabanchel Bajo donde ya presento síntomas que parecían de un ataque de apendicitis determinante de grandes vómitos y dolorosos retortijones de vientre. Conducido al sanatorio de toreros, experimentó nueva mejoría, por lo que se te preparó el alta para el día siguiente, que no llego a dársele, por no estar en las debidas condiciones. y el jueves se le renovare las molestias. Ni las radiografías ni los análisis acusaron síntomas de apendicitis: pero su estado empeoraba rápidamente y se decidió la intervención quirúrgica: entonces se descubrió que a consecuencia del pitonazo sin que éste abriese ningún orificio de entrada, le había estallado al herido un asa intestinal siendo el pronóstico de muela gravedad, Transcurrieron nuevas horas, sin embargo, en estado estacionario, hasta que el domingo presentó el empeoramiento caracteres alarmantes, que fueron agravándose durante la mañana del lunes 2 de septiembre, en que a la una de la tarde entregó su alma a Dios.



Parece que poco antes había exhalado como en un postrer lamento el fin de sus ilusiones: — ¡Me muero sin torear en Granada! Porque él mismo se consideraba como granadino y Currito de Granada era su apodo aunque había nacido, el 20 de noviembre de 1950 en Becerril de Campos, en cuyo pueblo palentino estaba destinado su padre como guardia civil y de donde fue trasladado a tierras granadinas en las que el chaval se aficionó a los toros. Después vino a Madrid a probar fortuna en las novilladas de la “oportunidad” organizadas en la plaza de Vista Alegre por los hermanos Dominguin y en ella, destaco lo suficiente para dedicarse de lleno como profesional a la difícil y arriesgada carrera que le costó la vida. Trasladados sus restos mortales al depósito del sanatorio donde se instaló la capilla ardiente el día 3 fueron conducidos a Granada para recibir cristiana sepultura. después de que al féretro que los contenía se le dio en el coso taurino a hombros toreros profesionales, vuelta al ruedo que el infortunado soñaría en vida con haberla dado tras una tarde triunfal que quizá no llevó a causa de un accidente inexplicable por lo inusitado...

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