martes, 15 de octubre de 2019

REVERTE Y SU MALA FORTUNA

Antonio Reverte nació en Alcalá del Rio (Sevilla) en el año 1869. A los dieciocho años hizo sus primeros ensayos taurinos, después de haber pasado toda su niñez con su padre al cuidado de la ganadería de la que este era mayoral. Debuto en Sevilla, y poco después el 14 de julio de 1891, en Madrid, tomando la alternativa en septiembre del mismo año. Desde entonces su fama fue en aumento y su nombre entre los aficionados al toreo adquirió tal relieve que puede afirmarse que pocos toreros han tenido mayor popularidad. Reverte tenía un valor temerario, y su escuela de toreo, clásica rondeña, entusiasmaba al público, especialmente en los recorte, con el capote al brazo. El número de cogidas que el diestro sevillano ha sufrido durante el ejercicio de su profesión fue muy considerable siendo las mayores las que en la plaza de Madrid el toro Serranito, el 31 de Mayo de 1896, y que puso en peligro la vida del torero y la que recibió en Bayona el 3 de Septiembre de 1899, desde cuya fecha puede decirse que terminó su historia. Hace ya tiempo que Reverte sentía cierto malestar en el hígado, que más de una vez le obligó a guardar cama. Antonio lo achacaba a un golpe que un becerro hubo de darle en una da las capeas con que en los cerrados de Alcalá del Río se preparaba para sus lides taurinas que tantos aplausos y tanto dinero le valieron. Desde hace poco tiempo la incomodidad hubo de exacerbársele hasta el extremo de ponerle en cuidado. El día 4 de septiembre de 1903 toreó en Lisboa, y aprovechando su estancia en la capital lusitana hubo de consultar sobre el particular con un médico que allí goza de gran renombre, quien le dijo que el malestar provenía de un quiste que tenía en el hígado y que era conveniente operar cuanto antes. Dicho doctor le aplicó los rayos X y confirmó el diagnostico, añadiéndole, según nos ha manifestado su amigo íntimo D. Antonio Velasco, que en aquella ocasión le acompañaba, que se había formado el quiste por un microbio que germina en la solitaria de los perros. Con efecto, Antonio era muy aficiona lo á ellos y los tenia de varías clases, prodigándoles muchos cuidados y gustando de sus caricias. 



Al pasar por Madrid para torear en Marsella, donde trabajó como en sus mejores tiempos, siendo muy aplaudido, celebró una entrevista con el doctor Bravo, explicándole la consulta que había tenido con la celebridad lisbonense. El popular médico de los toreros estuvo de acuerdo en un todo con el diagnóstico de su compañero lusitano, y convinieron que la operación se verificase a la vuelta de Marsella y de Barcelona, donde toreó Reverte el día 7 con igual fortuna. El doctor Bravo no ocultó la gravedad de la operación á Reverte, quien, á pesar de ello, se decidió a sufrirla para evitar mayores males, y en vista de que la afección cada vez le iba originando mayores molestias y podría inutilizarle para el toreo. Llegó Reverte de Barcelona el día 7, y el doctor Bravo le ordenó que se purgase y que descansara hasta el día 11, en la que la operación hablada verificarse. Llegada la fecha la operación se realizó con éxito, el día siguiente se presentó una peritonitis que fue la que acabaría con su vida. El cuerpo de Reverte fue embalsamado para su traslado a Alcalá del Rio.

Desde mucho antes de las cuatro de la tarde, hora señalada para el entierro, multitud de curiosos se agolpaban en las verjas de la Casa de Salud de Sastra Señora del Rosario, establecida en la calle de príncipe de Vergara, desde donde había de ser conducido el cadáver de Reverte a la estación del mediodía para trasladarle a su pueblo natal. Alcalá del Rio (Sevilla) El número de coches también era muy considerable pues a medida que se iba acercando la hora llegaban numerosos compañeros de toreo y muchos de los admiradores del difunto. Varias parejas de orden público y de la guardia civil montada se encargaban de mantener el orden. A las cuatro y diez minutos fue sacado el cadáver, encerrado en una lujosa caja de zinc a hombros de Agujetas, Cantaritos, Crespo y Moreno. Inmediatamente quedo colocado en la carroza, como asi mismo las coronas que en gran número y de gran valor había enviado la familia, varias empresas de plazas de toros y la mayoría de la gente de coleta. Una buena parte de estas hubo que colocar en varias carrozas por su excesivo número. La carroza fúnebre era de ébano e iba tirada por ocho caballos empenechados con palafreneros y postillones. De la caja pendían ocho cintas que fueron llevadas por Bonarillo, Agujetas, Lagartijillo chico, Sanchidrian, Alegre, Perdigon, Cantaritos y Garcia Vao (Dulzuras), éste en representación de la Prensa. La presidencia del duelo fue ocupada por Mazzantini, Vázquez (D. Leopoldo), un hermano de Reverte y algunas personas más de su familia. Puesta en marcha la comitiva, se dirigió por las calles del Príncipe de Vergara, Alcalá, Plaza de Castelar y Paseo del Prado a la estación del Mediodía. En ésta se le colocó en un furgón, y en él se le conducirá a su pueblo natal, en el tren correo de Andalucía.
Reverte dejo una fortuna de 120.000 duros, (seiscientas mil pesetas de la época) habia fallecido con 34 años.

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