jueves, 14 de mayo de 2020

EL SALTO DE CACHETA

Poco es lo que se puede decir dé Cacheta, que debió su fama a la habilidad con que practicaba un salto— que no ha intentado siquiera, que sepamos, ningún otro torero español,— el salto de cabeza a rabo, a pies juntos, a cuerpo limpio y sin tomar carrera. Así lo hizo en Madrid en la novillada que se verificó el 30 de Marzo de 1884, con el tercer toro. 

Al salir la res de una vara, la esperó capote al brazo y saltó dejando la capa en el suelo, al lado derecho, cayendo por la cola del bicho y siendo premiados su agilidad y su arrojo con una ovación. En investigaciones propias, encuentro en la revista LA LIDIA la siguiente aportación del periodista e historiador taurino Mariano del Todo y Herrero: «Recorridas algunas comarcas, vino a parar a Madrid, centro común de todo cuanto encierra alguna novedad, y presentóse en nuestro Circo por el año 1884 como banderillero, y ejecutando desde luego en la primera corrida en que tomó parte, el salto consabido, que después de visto varias veces, fue bautizado por unos con el nombre de «salto de Cacheta», atribuyéndole su invención, y por otros con el de «salto de la eternidad», fundándose los que la califican de esta última manera, en las consecuencias no muy provechosas que en varios casos había tenido para el intérprete, particularmente una tarde en que alcanzado por el toro quedó casi desnudo, y fuerte y abundantemente contusionado en cara y cabeza». 

«Cacheta» se hizo famoso con su salto, que realizó en la mayoría de plazas españolas y francesas. En América consiguió también triunfos sonoros, principalmente en Cuba, en cuya isla y entre las poblaciones de La Habana, Cárdenas y Cienfuegos, hizo una provechosa campaña. 

La ilustración que acompaña a este texto fue publicada en la revista "Blanco y Negro" de Madrid el 16/10/1910.

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