En plena negociación con el empresario de la plaza de Córdoba, cuentan que el diestro Rafael Guerra “Guerrita” dijo que sólo torearía allí si le pagaban lo que él exigiera.
«¿Pagarle lo que quiera? ¡Y un jamón!», replicó el empresario, indignado.
Tras la intervención de amigos comunes, hicieron las paces y guerrita aceptó torear pero, al ir a firmar el contrato, dijo:
«Aquí falta argo»
«¿Qué falta? »
«Un jamón –apuntó el torero-. Uzté dijo que me pagaría lo que le pidiera y un jamón Y hay que ponerlo»
Guerrita cobró 4.000 pesetas y un Jamón.
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