A Luis Castro "El soldado" le gustaba ir a jugar su dinero al jai alai, en el Frontón México.
Un día, frío como él solo, salió del escenario y en la puerta estaba un pordiosero al que siempre saludaba. El matador había ganado aquella noche y traía mucho dinero en la bolsa del abrigo.
Hola, matador, cómo está le dijo aquel hombre, y la respuesta: Bien, ¿cómo estas tú?...
Con mucho frío, está calando fuerte, hasta los huesos...
El matador ni lo pensó, se quitó el abrigo y se lo dio. Y fue él, El Soldado , quien partió tiritando de frío. Al día siguiente, aquel hombre al verlo nuevamente le dijo: Oiga, matador. Dejó usted en la bolsa del abrigo este dinero... El diestro lo miró con sorpresa por la honestidad, y su respuesta, sin dudarlo e inmediata, fue: Quédate con él, es tuyo...
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