El 9 de diciembre de 1945, le iba a confirmar la alternativa a Manolete, quien se presentaba con la etiqueta de mounstro del toreo, y Silverio era un manojo de nervios, desde las primeras horas del día, había asistido a misa a la Basílica de Guadalupe, después había redactado su testamento, se confesó y comulgó, y estaba en su casa ya para enfundarse en el vestido de torear, cuando tocaron a la puerta de su habitación, y era su querida esposa Pachis, para decirle que tenía una llamada telefónica, a lo cual Silverio muy molesto le recrimina a su esposa, que para qué le pasa llamadas telefónicas, a lo que la mujer no tiene más remedio que decirle, “es que te llama el presidente de la República”, a lo que Silverio no le quedó más remedio que contestar la llamada de el entonces mandatario Gral. Manuel Ávila Camacho, quién
le dijo, “buenos días matador, le llamo para decirle, que la honra de la patria está en sus manos y todos los mexicanos esperamos que la defienda con orgullo”, Silverio colgó el teléfono y alcanzó a decir con voz nerviosa,,,
“m m m m m mmmmm, pa´ acabarla de chingar”.
Aquella tarde ambos toreos cortaron rabo, Manolete se fue al “hule” en su segundo enemigo y Silverio se consolidó como un torero de sello propio.
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