Parece ser que hubo un joven noble enamorado de la bella hija de un orfebre de Madrid. Para demostrar su amor por la muchacha, el joven le dijo que iba a participar en una corrida que se celebraba en la Plaza Mayor, pidiéndole insistentemente que asistiera al evento. La corrida se celebró aquella misma tarde y el joven salió muy decidido a enfrentarse al toro y mostrar su valentía ante su amor. En el momento en que el animal se fijaba en el galán, un mozo del pueblo lanzó un dardo para llamar la atención del animal. El toro se volvió para perseguir a quien le había herido y el pobre mozo intentó escapar como pudo, perdiendo en su huida el sombrero, revelando la hermosa melena de una mujer. El aristócrata, que reconoció a su amada, saltó de su caballo pero no puedo llegar a tiempo para salvarle de una gravísima cornada en el costado.
El mozo tan solo logró que el mismo toro le hiriese mortalmente. Llevaron a los dos amantes a una casa cercana a la Plaza Mayor madrileña donde esperaban, abrazados, el desenlace final. Así acaba la triste y romántica historia que relata la condesa francesa D´Aulnoy en su libro Viaje por España.
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