jueves, 26 de septiembre de 2013

LE LLAMABAN FERNANDILLO


En la pintoresca huerta del Algarrobo, en el pueblo sevillano de Gelves,  fallecio a consecuencia de la rotura de una aneurisma y dilatación de la aorta, el que fue popular torero, maestro entre los maestros en donaires, cuquerías y adornos en el arte de lidiar reses bravas, Fernando Gómez. Fernandillo como le llamaban sus amigos y contemporáneos, nació en Sevilla el i8 de Agosto de 1849, siendo bautizado en la parroquia de San Lorenzo. El Gallito chico, pues asi le conocían en vida de su hermano Juan El Gallo, banderillero que fue, por ser éste mayor, había sido petaquero y luego zapatero, oficios ambos que concluyó por abandonar del todo, porque eran tantas las escapadas que hacía á los cerrados, capeas y novilladas, que maldito Si le aprovechaban tales oficios. Fernando ensayó con especial predilección el quiebro de rodillas, en el que más adelante se había de hacer maestro único. Toreó en algunas corridas y ya en 1869 figuró como banderillero. Uno de los espadas contratados en aquella corrida se negó a matar un toro de los cuatro que había y Fernando se brindó a efectuarlo. Concedido el permiso, estoqueó con tales arte y valentía, que el público le hizo una ovación entusiasta. Un año después entró en la cuadrilla del desgraciado Manuel Fuentes (Bocanegra) y después de estar con éste dos años pasó a la de José Lara {Chicorro) y con él se presentó al público madrileño el 20 de Abril de 1873. Al año siguiente toreó Fernando como agregado a la cuadrilla de José Machio y el 16 de Abril de 1876 tomó la alternativa de matador de toros de manos del espada Bocanegra,en la perla del Guadalquivir. Regresó de la Habana donde había estado escriturado, y el 4 de Abril de 1880 le confirmó la alternativa en Madrid Francisco Arjona Reyes (Currito). Por entonces fue la época más próspera de Fernando. Era uno de los matadores que más corridas tenía y el que con Rafael, Salvador y Cara "se llevaba las palmas". El Gallo dominaba como ninguno de sus contemporáneos el toreo de las alegrías y de los floreos. Jugaba con los toros y los engañaba, unas veces a cuerpo limpio, otras con el capote dándoles el quiebro de rodillas con maravillosa limpieza, empapándolos en los vuelos de su capote cuando galleaba o llevándolos al sitio que quería como si los atrajera con un imán, con la muleta. Banderilleando se adornaba como los grandes maestros,¡ lástima que a la hora de «meter el brazo» no tuviera decisión y arranque! Fernando profesaba por Guerrita un afecto especial. Adivinaba en él un torero de muchas facultades, de mucho amor propio, afición y coraje. Asi es que lo sacó de la cuadrilla de niños cordobeses y el que en ella era el Pataterillo fué con ayuda de los muchos y buenos consejos del Gallo, diestramente aprovechados, el Guerrita que todos hemos conocido y que aún de cuando en cuando conocemos. Fernando lo presentó en Madrid como banderillero en el año 1882. Rafael Guerra ha correspondido y corresponderá seguramente a lo que por él hizo Fernando. Este al menos seguía esperándolo así, puesto que antes de morir y preocupado como siempre por el porvenir de sus hijos (seis nada menos), llamó á su hija mayor, Gabriela, y la dictó las siguientes líneas: "A mi compadre Guerra, Guerrita. En la hora de mi muerte, que no deje sin pan á mis hijos. Se lo pide moribundo su compadre, GALLITO" Así que el simpático torero murió, le fueron telegrafiadas a Guiirrita las anteriores líneas. ¡Azares de la vidal Fernando que había ganado tantas onzas, se veía últimamente reducido á estrechez relativa. Tal había llegado á ser ésta y tan acabadas las facultades del torero minado ya por su enfermedad, que de acuerdo Gallo con su discípulo, organizó unas corridas de beneficio. Se celebraron y produjeron regular suma, de la que se hizo depositario un amigo de Guerra, el Sr. Semilla, quien todos los meses daba al Gallo para sus atenciones 500 pesetas. Con esta suma vivían el matador y su familia, compuesta de su mujer Gabriela Ortega y sus hijos Rafael, que sigue con gran provecho el oficio de su padre, y Gabriela, Fernando, Trinidad, Lola y joselito. Fernandillo era muy locuaz y dicharachero e intencionado, contribuyendo no poco a esto último su semblante gitano que parecía subrayar cuanto decía. Simpático como pocos en su trato y entusiasta por su profesión, contaba multitud de anécdotas y sucedidos con el gracejo peculiar en el popular torero. Una de ellas es la siguiente; Presenciaba en clase de espectador una corrida de toros en la plaza de Sevilla. El Gallo elogiaba la habilidad del joven diestro que lidiaba a uno de los toros, de pésimas condiciones por cierto. Recordó Fernando que era igual a otro que le tocó a él. —¿Ycómo saliste del apuro? le preguntaron unos amigos. - Pue ná, que asin que se descuidiú le endiñé po la tabla del cuevo y a roar, contestó el Gallo. Como pensaba Fernandillo respecto de las alternativas: Cuando se formó el reglamento para la plaza de Sevilla, el Gobernador quiso antes de aprobarlo oír a los espadas residentes en Sevilla. Asistió el Gallo, y como se suscitara la cuestión de las alternativas, dijo: En la Iglesia ha habio siempre un Papa que tóos han reconoció, hasta que nació un Lútero que dijo yo voy á ser Papa, y de aquí vino el cisma; pues en el toreo había un papa que era Romero, y cuando éste murió, tóos querían dar la alternativa, llegando la cosa al delirio cuando salió el Lutero del toreo que dio la alternativa a un farto del tren. Desde entonces el toreo está hecho un baile de máscaras; nadie se entiende y si alguien domina es el que más chilla; pero no el que tiene más razón. Yo he querio en varias ocasiones defender a mi tierra y me he llevado muy buenos disgustos.»
http://gestauro.blogspot.mx/2013/05/las-cosas-de-don-fernando-fernando.html

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