miércoles, 28 de octubre de 2015

MANUEL RODRIGUEZ "CANTARES"


Picador nacido en Sevilla que actuó bajo las ordenes de Mazzantini, Fuentes y Espartero, al retirarse, fue contratista de caballos de la plaza de Sevilla y en ella estableció una academia "no oficial" para picadores, formando a muchos y muy relevantes piqueros. Falleció en Sevilla el 3 de Abril de 1925, de el se cuentan infinidad de anecdotas y sirva como muestra de ellas las siguientes:

LA MARCHA ATRÁS DE CANTARES

El picador Manuel Rodríguez “Cantares”, tras su retirada se hizo contratista de caballos de la plaza sevillana. También alquilaba jamelgos y un día, por diez duros, cedió uno a un gitano trianero que quería ir a la feria de Carmona. El dinero se pagó por adelantado, y con el jaco se presentó el calé ante su compadre Hilario, quien le contó que él también iba a esa feria y que le podía haber llevado gratis en su carro. Es por ello que le aconsejaba que devolviera el penco y tratara de recuperar lo pagado. No debía de atreverse el gitano, por lo que Hilario le acompañó a ver a Cantares, ante el que hizo el siguiente paripé:
- Mire, venimos a ver cómo se puede acomoar mi compare y su familia. A ver qué le parece a osté.
- Está bien -respondió el antiguo piquero-.
- Mira, aquí en la delantera del pescuezo, irá tu hijo Pepe; detrás de él, Manolo; seguió, tu chica Carmen; aluego, tu mujer; detrás de ella, tú; y en el urtimo güeco y pegá ar rabo, tu suegra Remedios, que pesa ciento veinte kilos.
- ¿Qué estás diciendo? –gritó Cantares sin poderse contener-. Deja el animal y ahí van las cincuenta pesetas, que yo no soy alquilaor de camiones.


El notable picador de toros , hizo un viaje a México, y, encontrándose en aquella capital,tomo cierto día un coche para dar un paseo sin rumbo fijo. Que le llevara el cochero por donde bien le pareciera. Cuyo auriga, advirtiendo que el cliente era español y en su deseo de mortificarle, al pasar por cierto sitio hubo de decirle:
—Mire, señor, aquí fué dónde lloró Hernán Cortés.
—Está bien, hombre. Tira pa´lante.
—Es que aquí fué dónde lloró...
—Bueno, pues me alegro: pero slno sigues andando vas llorar tú tambien dijo "Cantares" dándose cuenta del afán de rebajarle queel cochero sentía. Y como éste pretendiera insistir, se abalanzó sobre él y le golpeó sin compasión, hasta que al oír sus quejidos lastimeros le dijo:
—¿No te he dicho que también tú llorarías?

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