miércoles, 25 de noviembre de 2015

DISTURBIOS EN MADRID

Para el día 13 de junio de 1903, la Empresa Mosquera tenía anunciada la undécima corrida de abono con Vicente Pastor. «Regaterín» y «Manolete» —padre del trágicamente desaparecido en Linares—, toros de don Gregorio Campos. Protestadas la s reses por su falta de presencia y por su mansedumbre, cuando apareció en el ruedo la llamada «Grajito», muchísimos espectadores se arrojaron al ruedo en medio dé un griterio ensordecedor, y el toro volteó a dos de ellos. resultando gravemente herido el llamado Jose Monge González. ¡Lamentable espectáculo , durante el que la autoridad de entonces brilló por su ausencia! 

El protestante José Monge, cogido por el toro «Grajíto», de Campos, en la tarde del 13 de junio de 1909.
Un  torero al quité

Aunque sin desgracias personales, mayor fue el escándalo que motivó , la suspensión de la novena corrida de abono, fijada par a el 14 de mayo del siguiente año 1910. Cuatro toros de Olea y otros cuatro de Trespalados tenían que despachar los susodichos Vicente Pastor y «Regaterín». alternando con Rafael Gó mez «Gallito» y «Bienvenida», padre de los actuales matadores. Y a el público en sus localidades y los espadas, a excepción de Rafael, en el patio de caballos, los componentes de la Banda del Hospicio, que, según costumbre de la época , daban un concierto en el anillo antes de empezar la función, con la sorpresa de los aficionados, e inopinadamente, se retiraron con sus instrumentos y atriles. Al mismo tiempo, en dicho patio y en las taquillas de la Plaza se fijó un avisó diciendo que la corrida quedaba suspendida porque no había noticias del diestro «Gallito» y de orden gubernativa. El aviso causó el efecto de una bomba. El público se arrojó al redondel pidiendo a grandes voces la celebración de la corrida. Vicente y «Bienvenida» se comprometieron o lidiar los ocho toros, y fueron paseados a hombros por el redondel. Pero el concejal del Ayuntamiento señor García Molinos, que tenia que presidir la fiesta, -tomó «el olivo» y el tumulto adquirió gigantescas proporciones. De pronto, luna banqueta de una delantera de grada fue arrojada al tendido, y , segundos más tarde, unas cincuenta fueron apiladas en el centro de la Plaza, con el propósito de incendiarlas. Otros levantiscos espectadores causaron destrozos en varias localidades y en las ventanas del despacho de billetes. Hora y media después, desde el pueblo de Miajadas, recibió la Empresa el siguiente telegrama: «Avería automóvil. Ha sido imposible telegrafiarle antes.—Gallito» Quedó flotando la duda de si en realidad se trataba de un accidente automovilista o de uno jugada del divino calvo para molestar a don Indalecio. Lo cierto es que el conflicto pudo ser conjúrado por el edil de turno, más atento a servir los intereses del famoso empresario que a los del público. Él referido suceso trajo más cola que la del célebre cometa Halley, cuerpo celeste que aquel mismo año hizo su aparición en el firmamento, porque determinó un dualismo entre el Concejo matritense y la Jefatura Superior de Policía, de la que era cabeza visible el honorable militar Méndez Alanís. Los señores Merino, Requejo y Francos. Rodríguez, ministro de la Gobernación , gobernador civil y alcalde del Ayuntamiento, respectivamente, intervinieron en la lidia de aquel conflicto, «reservón y con ganas de volver a hacer pupa» , dándose por terminada la «faena» con. la intervención, en definitiva, del susodicho organismo gubernativo en todos los espectáculos públicos. Poco tiempo después, los señores tenientes de alcalde dejaron de actuar en las cosas taurómacas, y la autoridad en estas se fueron restableciendo.

Aspecto de la Plaza de Toros vieja de Madrid, después de l a protesta contra la suspensión de una corrida en el año 1910

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