viernes, 6 de noviembre de 2015

FRANCISCO BARRIOS “EL TURIA”


Francisco Barrios Estelrich, apodado artísticamente como El Turia, fue el primer director de la Escuela de Tauromaquia de Valencia desde 1983 hasta el 2005. Matador de toros, pintor y bohemio en Ibiza.
Su debut como novillero fue una auténtica mascletá en octubre de 1953, eclipsando incluso a las figuras que ese año habían hecho el paseíllo en la plaza de toros de Valencia, los Arruza, Dominguín, Litri o Manolo González. Desde ese día su toreo de entrega y valor le hizo coincidir muchas tardes con Antonio Borrero, Chamaco, con el que compitió en lo más alto del escalafón de novilleros.
Nada era gratuito, Paquito 'El Turia', había bregado por las capeas de Cuenca y Teruel desde que tenía doce años, tenía máximo cartel en aquellos pueblos, la Guardia Civil lo había devuelto a casa en varias ocasiones reclamado por su padre y había visto cómo dos compañeros habían muerto entre los pitones de aquellos torazos y cómo otros muchos se rindieron en el camino a la vez que él se granjeaba fama de valiente. Así que a quienes le conocían no les extrañó aquella fulgurante aparición.
Una cornada en Castellón en la Magdalena de 1956, cuando ya estaba programada la alternativa en la Feria de Julio, comenzó a apartarle de la gloria. Estuvo cuarenta y ocho horas entre la vida y la muerte sin que ni siquiera pudieran trasladarle de la enfermería. Dos meses después reapareció en Barcelona con suerte parecida, de tal manera que la alternativa se aplazó a las Fallas de 1957 y ya nada fue igual. En ese tiempo toreó con Marcos de Celis y Juan Montero la famosa corrida de los palha en Madrid que anunciaron como ¡Horror, terror, palhas en Madrid!



En 1957 tomó la alternativa en la plaza de su ciudad natal con Julio Aparicio como padrino pero su carrera como matador de toros no continuó la brillantez anterior, renunciando en 1960. Su afición le hizo volver a intentarlo seis años después, en una nueva ceremonia de alternativa, en Ondara, de manos del alicantino Vicente Blau, El Tino, una aventura que acabó en la retirada definitiva a finales de la década. La creación, en 1983, de la Escuela Taurina de Valencia y su nombramiento como primer director de la misma le supuso retomar su contacto con el mundo taurino. Se mantuvo en el cargo hasta el 2005, en que renunció por problemas de salud, transmitiendo a los jóvenes aspirantes tanto sus saberes taurinos como humanos. Esa forma de entender la tauromaquia que el filósofo Víctor Gómez Pin supo definir como "una escuela sobria de vida".
Muy partidario de los toreros valencianos, siempre llevó en su cuadrillas hombres de la tierra, desde el Alpargatero, que ya vivía sus últimas temporadas hasta Camiserito, su amigo del alma pasando por Niño Mateo, Cerdá, Marzal. Porque como solía decir «un torero debe presumir hasta de llevar la mejor cuadrilla».
Se definía como un «torero intuitivo, personal y con una afición terrible» hasta que le cogió el toro de la desilusión, le apostillaba en ocasiones, con una sonrisa de complicidad como respuesta. Su muerte ha sido muy sentida por quienes compartimos su amistad.
Falleció en Valencia el 2 de Mayo de 2014.

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