viernes, 27 de noviembre de 2015

HIPOLITO SANCHEZ ARJONA



Gran abolengo torero tuvo este diestro sevillano, y como dispuso de aptitudes para señalarse en el ejercicio de la profesión que abrazara, fueron muchos los que vaticinaron que llegaría lejos en su carrera. Hijo de una hermana d.e «Cuchares» y primo, por consiguiente, de «Currito», soñó con días de gloria cuando era novillero y disfrutaba en Sevilla de gran popularidad, pero en esto de los toros sienta mal el desvanecimiento y e l engreimiento, compañeros inseparables, a veces, de la desventura. Nadie ha podido nunca poner puertas al campo; en el cálculo de las probabilidades, lo mismo puede verse lograda la ilusión del triunfo que rodar al abismo de la tarde a la mañana , y frecuentemente se da el caso de que l a multitud que unos instantes alzó au n diestro sobre el pavés, se encoja inesperadamente de hombros y mire a otro lado, atraída por otra novedad. En estos, cambios suelen influir mucho las cornadas, porque, como decía «Faíco», con ellas se va la sangre valiente y la nueva que se forma es cobarde, y algo de esto ocurrió con Hipólito Sánchez, al sufrir de un toro de Murube una cogida muy grave cuando más de color de rosa veía el porvenir. 


Con estas digresiones no he dicho todavía que este sobrino de «Cúchares» nació en Sevilla el 24 de diciembre de 1850; al vestir el traje de luces sin haber aprendido oficio alguno, como no fuera el de ejercitarse en las capeas y el matadero, le tomó su mencionado tío bajo su protección y le presentó como banderillero en la Plaza de Badajoz el 15 de agosto de 1867; en aquel mismo año, el 27 de octubre, lo dio a conocer en Madrid, al hacer que matara un novillo entre el cuarto y el quinto toro de una corrida en la que figuraron como espadas el repetido «Cuchares», su hijo «Currito» y «Frascuelo» (diestro este último que en dicha tarde tomó la alternativa); durante el año 1868 siguió de banderillero con su tío, y al morir éste en La Habana el 4 de diciembre, empezó a alternar sus actividades de banderillero con las de matador de novillos, hasta que en 1871 se dedicó a esto último solamente, a partir del día 26 de julio, que trabajó en Sevilla con gran aplauso. Pronto hizo Hipólito llamadas a la atención y pronto se vio rodeado de un coro de partidarios, que creyeron ver en él a una futura estrella de primera magnitud; durante los años 1872, 73 y parte del 74 sostuvo ruidosa competencia con Fernando «el Gallo» (el padre de Rafael y Joselito); aquella rivalidad, tánto en Sevilla como en otras plazas andaluzas, le dio enorme reputación; en la capital, sobre todo, despertaron Hipólito y Fernando desusadas manifestaciones entusiásticas. 

 Las cuatro novilladas que a cargo de los dos se dieron en la expresada ciudad los días 5, 12, 19 y 26 de julio de dicho año 1874 dieron mucho que hablar por el feliz éxito que para ambos representaron, principalmente para Hipólito Sánchez, de quien el corresponsal de El Toreo escribió lo siguiente, al referirse a su trabajo el día 12: «Hipólito Sánchez Arjona adelanta más cada día, y no es aventurado decir que por su arrojo, serenidad y gran inteligencia ocupará muy en breve un puesto principal en el toreo. Estuvo muy feliz en la muerte de sus bichos, especialmente en el cuarto, al que mató después de muy pocos pases, de una magnífica estocada hasta el puño, recibiendo. Esto le valió, como es consiguiente, grandes aplausos, cigarros, sombreros, etc., y un buen regalo que le hizo el marqués del Saltillo, a quien había brindado él toro.» En aquel ambiente de triunfos, disfrutando de gran popularidad, cuando más parecía sonreírlé la fortuna, salió a torear en la referida Plaza de la Maestranza el día 2 de agosto siguiente, para matar toros de Murube con Vicente Méndez «el Pescadero» y Antonio Herrera «Añillo»; llevaba una tarde superior; con el quinto toro realizó con la muleta una faena notabilísima, amenizada por la música y entre frenéticos aplausos; al disponerse a matar, trazó con el estoque un círculo en l a arena, dispuesto a ejecutar la suerte de recibir sin salirse de él; pero el toro se arrancó de improviso, sin darle tiempo para burlar la embestida, le cogió por el muslo derecho, le lanzó a gran altura, le volvió a coger y le infirió una gran cornada que le llegaba hasta el vientre. Tardó en curar más de dos meses y aquel percance le hizo comprender que en las glorias de este mundo todo es movedizo y relativo y que no siempre resulta provechoso el humano esfuerzo. Como su aspiración era tomar la alternativa, no quiso quedarse sin ésta, y con fecha 28 de marzo de 1875 la obtuvo en la misma Plaza de Sevilla, de manos de «Frascuelo» y con toros de don Vicente Romero y García, de cuya corrida hizo así el resumen el semanario «La Correspondencia Teatral», que fue matriz de «El Toreo» y publicó informaciones taurinas en el tiempo que éste estuvo suspendido: «Y aquí paz y después gloria; aunque, a decir verdad, n i paz ni gloria hubo, sino, por el contrario, mucha guerra y muchísimos desaciertos.» Hipólito vio oscuro el porvenir si se obstinaba en ser matador de toros, y en el año 1876 renunció a la alternativa y volvió a torear como novillero; pero como estos retrocesos no han dado buenos resultados nunca, tan pronto mataba novillos como trabajaba de banderillero en la cuadrilla de algún espada, frecuentemente en la del «Gordito». 

Hasta el año 1885 duraron estas alternativas; tan pronto se le veía actuar como matador en las novilladas, alternando con «Jaqueta», «Cirineo», «El Marinero», el hijo de «Lavi» y «Cuatro-dedos», como clavaba rehiletes a las órdenes de quienes querían utilizar sus servicios; como tal subalterno, en la cuadrilla accidental de Paco «Frascuelo», toreaba en Madrid el 11 de mayo de 1884, y en la lidi a del sexto toro, «Cerrajero», del duque de Veragua, tuvo ocasión de hacer un gran quite a «Guerrita» (banderillero del «Gallo»), al ser alcanzado y derribado dicho diestro cordobés después de clavar un gran par de rehiletes. A l fin se colocó definitivamente en la cuadrilla de su primo «Currito», a quien, por su mal, acompañó en la excursión que hizo a La Habana en el invierno de 1887-1888, pues el día 25 de diciembre sufrió una grave cornada de un toro de Miura en la Plaza de dicha capital cubana. Hizo más tarde un viaje a  
México, acompañando —siempre de subalterno— a Manuel Hermosilla, y desde el año 1890 fue muy poco lo que toreó. E l traje de luces lo vistió por última vez en la Plaza del Puerto de Santa María, el 25 de julio de 1894, como banderillero de Antonio Fuentes, en una corrida en la que este diestro mató ganado de Murube, alternando mano a mano con Emilio «Bombita». Curiosa coincidencia: un toro de Murube fue el que cortó su carrera triunfal cuando era novillero, y lidiando reses de la misma ganadería acabó su historia taurómaca. Como hombre honrado, trabajador y amante de su familia estuvo conceptuado siempre en el sevillano barrio de San Bernardo, que fue el de su residencia, y allí murió, e 13 de mayo del año 1920. iCualquiera hubiera dicho a Hipólito Sánchez, cuando contaba veintitrés años y una vivísima luz seguida de un subido gozo, bañaba su pensamiento, que acabaría sien do un torero oscuro, cuya desaparición de los ruedos pasaría inad vertida! Por eso un torero, aunque empiece a serlo con mucho aplauso nunca debe derretirse en hiperbólicas alabanzas.

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