Pocos casos como el de Álvaro
Martínez Conradi representan con tanto equilibrio el tránsito de la arena al
campo, del arte del rejoneo a la ciencia ganadera. Nacido en el seno de una
familia andaluza profundamente vinculada a la tradición ecuestre, Álvaro tuvo
una primera vida taurina como rejoneador, forjando su carrera a caballo en
plazas del sur de España, especialmente en Andalucía, donde se recuerdan sus
actuaciones en ruedos menores durante la década de los años sesenta. Su momento
de mayor actividad lo vivió en 1968, temporada en la que llegó a actuar en doce
festejos, lo que da muestra del interés que despertaba su figura en la escena
del rejoneo de entonces.
Sin embargo, su verdadera
consagración llegó tras su paso por los ruedos, al frente de una de las divisas
más singulares y reconocidas del campo bravo actual: La Quinta. En 1988, Álvaro
Martínez Conradi asumió la dirección de esta ganadería, asentada en Palos de la
Frontera (Huelva) y formada íntegramente con reses de procedencia
Santacoloma–Buendía, en un momento en que este encaste era más símbolo de
minoría que de vigencia. Lejos de buscar la comodidad del toro moderno, optó
por rescatar la esencia del toro torero, de bella lámina, hondo, de mirada
seria y comportamiento encastado. Su filosofía como criador ha sido clara:
preservar lo mejor de la tradición sin renunciar a la evolución.
Con el tiempo, La Quinta ha
pasado de ser una ganadería para aficionados exigentes a consolidarse como una
divisa imprescindible en plazas como Sevilla, Madrid, Dax, Istres o
Mont-de-Marsan. Su debut en Las Ventas se produjo en 2002, y desde entonces no
han faltado tardes memorables. Ejemplo de ello fue el indulto de “Golosino” en
Istres en 2013, y el éxito rotundo en Albacete o La Maestranza años después. En
2022, La Quinta fue reconocida con la Oreja de Oro a la ganadería del año,
galardón que ratifica su paso firme en el mapa ganadero.
Apasionado del campo, metódico y
sobrio, Álvaro Martínez Conradi representa la figura del ganadero artesano, ese
que baja al cercado a observar, que conoce a sus vacas por reatas y a sus
sementales por comportamiento. Aunque nunca buscó protagonismo mediático, su
nombre se ha convertido en sinónimo de calidad, integridad y respeto a una
forma de entender la bravura.
Del rejoneador que un día soñó
con la gloria a caballo, al criador que hoy deja herencia viva en cada
embestida de sus toros, Álvaro Martínez Conradi ha recorrido el camino con
verdad. Y en esa verdad radica, precisamente, su prestigio.
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