martes, 12 de marzo de 2013

¿Y SI AL EMPRESARIO LE DA POR CONTRATARME?
Estaba Pepe Luis Vázquez Silva (Sevilla, 1957), hijo del gran Pepe Luis, en la barra de una taberna sevillana conversando con un amigo y el difunto y entrañable Julián Campo. El tiempo transcurría deprisa a cuenta de la conversación, así es que también aparecieron los imperativos fisiológicos. Pepe Luis necesitaba ir al servicio. Le urgía.
El problema es que el 'objetivo' se encontraba al otro lado del restaurante y era necesario rebasar la mesa en que se encontraba almorzando Manuel Chopera, uno de los grandes empresarios y de los más añorados. Regentaba muchas plazas y en muchas de ellas se estilaba el toro voluminoso y descarado, todo lo contrario de cuanto agradaba a Pepe Luis.
Es la razón por la que no se atrevía a cruzarse en el camino de Chopera. ¡Temía que lo contratara! Suena a broma y a excentricidad. Con más razón considerando que el diestro sevillano estaba en horas bajas y apenas toreaba, pero le aterraba la idea de que 'Don Manuel' decidiera alistarlo en algunas de las ferias del norte.
Se aguantaba y se aguantaba Pepe Luis. Imploraba que Chopera ahuecara del restaurante y dejara libre el camino del servicio, pero la sobremesa del empresario, vino y puros, se prolongaba tanto como crecía la incertidumbre del matador.
-"Imaginaros que paso por ahí y me dice: Pepe Luis, dos tardes en Logroño y dos en Bilbao. Me muero en el acto. No, no, yo por delante de su mesa no paso". La bravuconada pujaba con la emergencia de la vejiga, aunque Pepe Luis anteponía cualquier solución, incluidas las más extremas, antes que exponerse a que un empresario le propusiera contratarlo. Es probable, muy probable, que Chopera no tuviera la menor intención de reclutar al torero sevillano, pero Pepe Luis se negaba a correr el menor riesgo.
La solución se la puso en bandeja una pizzería que había enfrente. El diestro abandonó con disimulo el restaurante y cruzó la calle para ganar el aseo del local italiano. Cumplido el trámite se incorporó a la tertulia de la barra, aunque sin perder de vista los movimientos del empresario. "Imagínate sin me contrata...".

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