lunes, 23 de junio de 2025

GUERRITA, EL BANDERILLERO QUE MARCÓ ÉPOCA JUNTO A EL GALLO

 


Rafael Guerra Bejarano, más conocido como Guerrita, es uno de los nombres imprescindibles para entender la evolución del toreo entre los siglos XIX y XX. Su figura no solo fue grande como matador, sino que, antes de alcanzar ese estatus, dejó huella como banderillero en las cuadrillas más importantes de su tiempo. En especial, fue pieza clave al lado de Fernando Gómez “El Gallo”, con quien vivió una de las etapas más intensas y formativas de su carrera. Nacido en Córdoba en 1862, Rafael creció en un entorno donde el toreo no era bien visto en su casa. Su padre, portero del matadero municipal y encargado de sus llaves —de ahí el apodo juvenil de El Llaverito—, aborrecía el mundo del toro, especialmente tras la muerte de un familiar en los ruedos. Pero el joven Rafael no se dejó amedrentar. Muy pronto, su pasión y determinación lo llevaron a los tentaderos, donde comenzó a brillar por su habilidad, inteligencia y capacidad de adaptación ante las reses. 

En septiembre de 1876, con solo 14 años, hizo su debut en público en Andújar como parte de la cuadrilla de Los niños de Córdoba. Después de una pausa forzada por su familia, regresó con fuerza a los ruedos en 1878 y, tras varias actuaciones en novilladas, se unió en 1881 a la cuadrilla del matador Manuel Fuentes “Bocanegra”. Sin embargo, su paso por esta fue breve. Un año después, pasó a formar parte de la cuadrilla de Fernando Gómez “El Gallo”, en lo que sería uno de los capítulos más relevantes de su carrera como subalterno. A su lado, Guerrita no solo fue banderillero de referencia, sino que se convirtió en su hombre de confianza, hasta el punto de ser padrino del bautizo del hijo de su jefe, el que luego sería el mítico Rafael “El Gallo” ,aunque al parecer, esto es más mito que realidad, al menos documentalmente.

El trabajo de Guerrita en esa etapa fue tan sobresaliente que su nombre empezó a figurar en los carteles con el mismo tamaño que el de los espadas. Su popularidad creció hasta tal punto que muchos empresarios taurinos solicitaban su participación como condición para contratar al resto del cartel. Durante aquellos años, compartió plaza con toreros de la talla de Ángel Pastor, Lagartijo, Frascuelo, y leyendas internacionales como el mexicano Ponciano Díaz. Como banderillero, alternó con figuras inolvidables como Pablo Herrera, Antonio Recio, Manene o Gabriel “El Estudiante”, consolidando su estatus como uno de los subalternos más respetados de su generación. No fue solo en las grandes plazas donde Guerrita demostró su clase. También actuó en festivales benéficos, corridas mixtas, novilladas e incluso espectáculos en plazas portátiles, desplazándose por toda la geografía española: desde Sevilla a Zaragoza, pasando por Barcelona y Valencia. Su presencia imponía respeto, y su dominio de los tiempos, los terrenos y el temple en la lidia lo convertían en un referente del oficio. La relación con Fernando “El Gallo” no fue eterna. En 1885, tras un desacuerdo por la incorporación de otros miembros a la cuadrilla, Guerrita decidió separarse de forma tajante. Lo hizo con un escueto telegrama que reflejaba su carácter firme: “Enterado por su carta que no van a Caravaca ni Mojino ni Matacán, yo tampoco voy. Rafael.” Aquella ruptura marcó el final de su etapa como banderillero y el inicio de una nueva como figura por derecho propio. 

Libre de ataduras, pasó a formar parte del entorno cercano de Rafael Molina “Lagartijo”, quien lo trató como a un hijo. El 29 de septiembre de 1887, en la plaza de toros de Madrid, Lagartijo le concedió la alternativa, en una jornada inolvidable. Guerrita, que entonces tenía 25 años y ya acumulaba una experiencia envidiable como subalterno, toreó con la seguridad y la madurez de quien lleva años respirando arena. Esa tarde no solo se doctoró en tauromaquia, sino que confirmó que estaba llamado a ser uno de los grandes. Tras su alternativa, Guerrita viajó a La Habana junto a Francisco Arjona Reyes “Currito”, con quien toreó varias corridas que le abrieron las puertas del reconocimiento internacional. Su prestigio como matador creció rápidamente, y a lo largo de la década siguiente se consolidó como figura indiscutible del toreo, rivalizando con las grandes estrellas del momento y protagonizando algunos de los carteles más recordados de la época. 

Guerrita siempre fue un torero completo. A su ya reconocida destreza como banderillero, sumó una técnica pulida, inteligencia táctica en el ruedo y una sobriedad que lo distinguía. Fue un líder natural, admirado tanto por sus compañeros como por el público, y su carrera fue marcada por decisiones firmes, como la de retirarse voluntariamente en el momento más alto de su popularidad, algo poco común en el mundo taurino. En resumen, Guerrita no fue solo uno de los grandes matadores de su tiempo, sino un hombre que construyó su camino desde abajo, con trabajo, intuición y talento. Su paso como banderillero al lado de “El Gallo” no fue un simple episodio menor, sino la base de una formación sólida y honesta que lo preparó para liderar una época del toreo. Su nombre sigue presente en la historia como símbolo de oficio, temple y evolución. Su legado no solo vive en los libros, sino también en el ejemplo que dejó para todos aquellos que, como él, supieron subir cada escalón con dignidad y verdad.

viernes, 30 de mayo de 2025

Enrique Ortega "El Cuco": celos, ruina y tragedia en la estirpe de los Gallo

 



 

A finales de septiembre de 1926, Sevilla fue escenario de un drama con todos los ingredientes de una tragedia clásica: fama, linaje, pasión, celos, ruina y un desenlace fatídico. El protagonista fue Enrique Ortega Fernández, conocido en los ruedos como “El Cuco”, destacado banderillero y cuñado de dos de las mayores figuras del toreo: Rafael “El Gallo” y Joselito “El Gallo”.

La historia conmocionó a la ciudad y llenó páginas de diarios y tertulias. Según informaron los medios de la época, Enrique atravesaba desde hacía meses una crisis profunda, tanto en el plano conyugal como económico. Su matrimonio con Gabriela Gómez Ortega, hermana de los célebres toreros, se había deteriorado por las continuas discusiones, motivadas por celos, sospechas de infidelidad y problemas financieros.

Gabriela lo acusaba de haber dilapidado la herencia familiar que recibió tras la trágica muerte de Joselito y de mantener una relación extramatrimonial con una mujer joven, con quien se decía pasaba largas temporadas en Marmolejo. La situación se volvió insostenible.

El 21 de septiembre de 1926, tras una nueva discusión en el domicilio de una hermana de Enrique, en la calle Feria de Sevilla, el torero perdió el control. En un arrebato de furia, agredió brutalmente a su esposa con una navaja barbera, provocándole varias heridas de gravedad: una profunda incisión en el pecho, dos puñaladas cerca del corazón y cortes en las manos cuando intentó defenderse. Convencido de haberla matado, intentó quitarse la vida hiriéndose en la cabeza y el pecho, para luego arrojarse por el balcón del segundo piso.

Milagrosamente, ambos sobrevivieron. Gabriela fue ingresada de urgencia y logró estabilizarse. Enrique, visiblemente alterado y herido, fue hospitalizado y luego trasladado al juzgado. Durante su comparecencia, lloró, pidió perdón, y repitió entre sollozos: “¡Mis hijos, mis hijos! ¡Gabriela!”. A punto estuvo de suicidarse nuevamente en las escaleras del juzgado, donde fue detenido por la Guardia de Seguridad antes de lanzarse al vacío.

Los informes médicos apuntaban a un grave trastorno emocional, agravado por el deterioro económico, los celos y la presión interna de verse superado por el peso de su apellido político y taurino. Atrás quedaban sus años de esplendor como torero de confianza de los Gallo, y su incursión en el teatro como autor del sainete El triunfo de Manoliyo, estrenado en el Teatro Martín de Madrid en 1918.

La tragedia se completó un mes después, el 21 de octubre de 1926, cuando Enrique Ortega se quitó la vida de forma definitiva, esta vez en casa de una hermana. Ponía así fin a una vida marcada por el arte y el infortunio, y a una caída dolorosa desde las alturas de la dinastía taurina más célebre del primer tercio del siglo XX.


Fuente: “EL ESCÁNDALO” Semanario, BARCELONA, 30 DE SEPTIEMBRE DE 1926

 

 

 

ALVARO DOMECQ ROMERO

 



 

Cuando Álvaro Domecq Romero optó por adentrarse en el rejoneo, se encontró con numerosas ventajas, a los ojos de muchos, pero también con un importante desafío: mantener el prestigio del apellido Domecq en el ámbito del toreo a caballo, una meta que alcanzó gracias a sus propios méritos. Originario de Jerez de la Frontera, al igual que su progenitor, Álvaro Domecq y Díez, desde su más temprana infancia estuvo inmerso en el mundo del toro y el caballo debido a las circunstancias familiares bien conocidas.

Su primera incursión en el ámbito público tuvo lugar cuando apenas contaba con 16 años pues había nacido el 8 de abril de 1940, participando en un festival benéfico en Tarifa el 26 de febrero de 1956. Cuatro meses después, debutó en la plaza de Jerez, en otro festival, y actuó como profesional por primera vez el 3 de septiembre del mismo año en la Real Maestranza de Ronda (Málaga). Su primera temporada completa como profesional fue en 1960, en la que obtuvo importantes triunfos como los logrados en Barcelona o El Puerto de Santa María. Dos años más tarde, el 7 de junio de 1962, hizo su debut en la plaza de Las Ventas de Madrid, en la tradicional Corrida de la Beneficencia, y después de acumular 49 contratos en 1963, viajó a América para participar en el festejo conmemorativo del quinto aniversario de la Monumental Plaza México.

Tras varias temporadas en las que redujo voluntariamente sus apariciones, anunció su retirada en Zaragoza el 14 de octubre de 1967, aunque esta no resultó definitiva. En 1968, actuó únicamente en la Corrida del Montepío de Toreros celebrada en Fuengirola el 22 de mayo, pero un lucrativo contrato lo llevó a realizar una campaña en Colombia y Venezuela la temporada siguiente. Con renovadas energías, reapareció en España en 1970, alcanzando las 111 corridas en la temporada de 1971.

El gran acontecimiento de ese año tuvo lugar en la plaza de su ciudad natal, donde se encerró en solitario con siete toros, logrando cortar siete orejas y dos rabos. El mismo nivel, tanto en cantidad como en calidad, se mantuvo a lo largo de toda la década de los 70 y se prolongó hasta principios de los 80. Sus actuaciones le valieron un buen número de trofeos, como el Trofeo Antonio Cañero de la Casa de Córdoba de Madrid, que le fue otorgado por su destacada labor durante la Feria de San Isidro de 1983.

Dos años después, anunció nuevamente su retirada, despidiéndose del público portugués en Lisboa el 19 de septiembre y del público español en Jerez el 12 de octubre, en un festejo en el que también participó su padre. Luego, tras una breve reaparición en 1988, volvió a los ruedos para otorgar la alternativa a su sobrino Antonio en Jerez el 21 de mayo de 1992, y para confirmarla a él y a Luis en Madrid la tarde del 30 de mayo.



Desde entonces, solo ha participado en algunos festivales benéficos, dedicando su refinado estilo a caballo al servicio de la Escuela Andaluza de Arte Ecuestre.

Además de sus logros como jinete, también acumuló numerosos premios en diversas disciplinas ecuestres, como doma vaquera, doma clásica y acoso y derribo, y recibió la distinción del Caballo de Oro. Como ganadero, hizo famoso su hierro Torrestrella, criado en la finca Los Alburejos hasta 2020.

En 1973, fundó la Real Escuela Andaluza del Arte Ecuestre de Jerez, un auténtico referente de la cultura del caballo andaluz en todo el mundo. El origen de esta institución se remonta a la concesión del Caballo de Oro, para la cual Domecq organizó un espectáculo llamado ‘Cómo bailan los caballos andaluces’. Este espectáculo, de gran éxito, se llevó a cabo durante ocho años en una carpa del Depósito de Sementales, hasta que se convirtió en la actual Real Escuela de Arte Ecuestre. Álvaro Domecq negoció junto al entonces Ministerio de Turismo la compra del antiguo Palacio del Duque de Abrantes como sede de la institución, que dirigió durante dos décadas y media.

A lo largo de su vida, Álvaro Domecq ha acumulado numerosos premios y reconocimientos, incluyendo la Medalla de Oro de la Asociación de Escuelas Taurinas de Andalucía, el Premio del Clúster Turístico #DestinoJerez (2018), el Premio Augusto Ferrer-Dalmau de la Academia de la Diplomacia y el Premio en el Salón Internacional del Caballo (2019). Fue nombrado Embajador de la Provincia de Cádiz en 2016, es Hermano Mayor Honorífico de la Real Hermandad del Rocío de Jerez de la Frontera y Hijo Predilecto de Jerez desde 2022.En su faceta como empresario, es dueño de la bodega que lleva su nombre y ha impulsado numerosos proyectos en el ámbito turístico, como el paquete ‘Jerez, frontera del sueño’, que combina el mundo ecuestre, la gastronomía y el flamenco. En su finca El Carrascal se presenta el espectáculo ecuestre ‘A campo abierto’. El 15 de octubre de 2022 fue nombrado hijo predilecto de su ciudad natal, Jerez de la Frontera. Esta casado con Maria Isabel Domecq Ybarra.

ANTONIO ORTEGA RAMIREZ "EL MARINERO"

 


Hijo del banderillero Manuel Ortega, Lillo y Carlota Ramírez, primo hermano de Gabriela Ortega Feria, madre de los Gallos, y sobrino de Barrambin y El Cuco, excepcionales banderilleros, en él se une la afición a los toros con el embrujo del mar, en principio para ganar el sustento y más tarde como medio para alegrar los cosos del otro lado del océano. De ahí el sobrenombre con que se le distingue en la bibliografía taurina: El Marinero. Pudo haber sido otra cosa y, sin embargo, sólo fue torero y de renombre, lo que aprendió con dilección en las estancias de Puerta de Tierra, en el Matadero, y viendo banderillear a su padre. Nace en Cádiz en la calle sopranis el 11 de abril de 1857.No era muy afecto Lillo a que su hijo se dedicase al toreo, y puso de su parte cuanto pudo para desterrar de sus deseos semejante afición. Con tal objeto, le embarcó el año 1869 en uno de los vapores costeros del Mediterráneo, sin que por esto amortiguara la afición al arte en el joven marinó. 

Tanto fue así que en uno de los viajes que hizo a Málaga el vapor en que navegaba, tomó parte en una novillada que tuvo lugar para un objeto benéfico, en la plaza de dicha ciudad siendo tal su arrojo y valentía que el público le colmó de aplausos y regalos, hasta el extremo que la prensa deja localidad se ocupó de él diciendo que “el que más se había distinguido era un chico (tenía doce años), al parecer marinero, el cual, por su desenvoltura, arrojo y serenidad, había merecido justamente el aplauso del público” Desde entonces fue conocido entre los aficionados y sus compañeros por el epodo de El Marinero. En 1870 entró a formar parte de la cuadrilla de jóvenes conocida con el nombre de “los niños de Cádiz” figurando en ella como espada. En 1875 se embarca para Lima, como banderillero de Paco de Oro. 


Tiene gran éxito y abandona las banderillas por el estoque. En 1882 alterna en varias plazas españolas con Hermosilla y Mazzantini. Inaugura con el Gordito y con Frascuelo la nueva plaza de la Línea (Cádiz). Antonio Ortega "El Marinero" mató un toro en El Puerto, ofendido en su honor y en total oscuridad Todo ello ocurrió un 28 de agosto de 1.881. Se lidiaba una corrida de Dª Teresa Núñez de Prado, para un cartel compuesto por Francisco Arjona "Currito", Manuel Hermosilla y el mencionado Antonio Ortega "El Marinero". Debido a lo largo y extenso de los tercios de varas, y una vez que el presidente dio salida al último de la tarde, la plaza se encontraba en total oscuridad, ya la noche se había vencido sobre la ciudad. Bajo propuesta del público por la nula visión desde los tendidos, y para que no ocurriera ningún accidente en el ruedo, el presidente envió el toro a los corrales. En aquellos momentos, "El Marinero" no entendió tal postura y enormemente ofendido en su honor, (ya que pensó que nadie le enviaba un toro vivo a los corrales), tomó camino de los chiqueros, y en la misma puerta esperó la llegada de la res devuelta. Allí, al paso, le recetó una gran estocada de la que hizo rodar al animal. Mientras tanto, unos espectadores aplaudían, otros silbaban y abandonó la plaza mascando frases no muy gratas hacia el público y presidente. El 30 de Noviembre de 1884 se programa en Madrid la corrida de la Alternativa siendo suspendida por lluvia, Salvador Sánchez Frascuelo y Luis Mazzantini con toros de Barrionuevo completaban el cartel, pero no es hasta el 14 de mayo de 1885 que la toma de manos de El Gallo en la Real Maestranza de Sevilla confirmándola en Madrid, el 4 de junio de 1886, al concederle Bocanegra la muerte del toro Caballero de Aleas, en esa corrida resultan lesionados el banderillero Francisco Sánchez “Currinche” y el picador Francisco Fuentes. 

Nombró apoderado (1885) al célebre banderillero Mariano Antón que también lo era de Manuel Hermosilla por aquel entonces. En el año 1885 en Diciembre partió para hacer campaña en Cuba a donde fue contratado para 4 corridas en la Habana y 6 en Matanzas. Fue un torero muy castigado por los toros el castigo que repercutió en su integridad física. Sobre todo la plaza de Madrid parecía que le hacía mal de ojo, puesto que casi siempre que toreó en ella sucedió algún contratiempo desagradable (se hirió la mano derecha al dar una estocada, se suspendió una corrida por un impresionante aguacero y que volvió a repetirse el mismo día en que se había decidido celebrar de nuevo, etc.). Era un torero muy valiente, lo que le perjudicó en numerosas ocasiones, puesto que fue objeto de muy frecuentes cogidas. Una vez estuvo a punto de que le amputaran la pierna derecha. En otra, un toro de Pablo Romero saltó la barrera y, corneándole, le produjo heridas de tal consideración que le quedó mutilada la mano izquierda. La última vez que actuó en la corte el día 14 de Agosto de 1889, con toros de Pablo Romero, altemanado con Enrique Santos “Tortero" resultando los dos espadas heridos. El Marinero tuvo un amplio cartel en América, donde se le admiraba y era requerido con bastante frecuencia, sobre todo en las plazas de solera de Cuba, Colombia y Perú. 


Se cuenta que en una de estas plazas americanas se anunció que banderillearía un toro dando el cambio y teniendo colocado entre las piernas a un compañero del oficio. “El Lavi”, su primo, lo llegó a calificar como "payaso del toreo" por la realización de faenas, más que estrictamente artísticas, extraordinariamente valientes y muy poco ortodoxas. En 1892 la revista “El arte Taurino” daba cuenta de la siguiente noticia: “El matador de toros Antonio Ortega (El Marinero) ha sido contratado para trabajar veinte corridas en in pueblo de la jurisdicción de México”. En 1893 no tenía representante legal por lo que se auto apoderaba según diversas publicaciones de la revista antes mencionada. En su campaña americana del año 1894/1895 recibe una grave cornada que hace temer por su vida en la Habana, recuperándose en unos meses y regresando a España posteriormente. Se retiró del toreo en su ciudad natal el 12 de agosto de 1900: “Para la despedida del diestro gaditano Antonio Ortega Marinero, se dio otra corrida el día 12 de Agosto, con seis toros: de Adalid, Villamarta, Cámara, Otaolaurruchi, Arribas y Concha Sierra, regalados por los ganaderos, Marinero mató el primero fresco y confiado, dándole media estocada y un pinchazo bien señalado* La ovación fue atronadora Banderillearon este toro los novilleros. Morenito, Carrillo y Potoco. El segundo toro lo mató Potoco haciendo buena faena y rematándolo de un volapié aceptable En los cuatro restantes alternaron Carrillo v Morenito. Carrillo mató su primero desde lejos, dándole un pinchazo y media pescuecera. En el segundo, dióle un metisaca, degollándolo. Morenito, muy valiente y trabajador. En su primero una delantera y media buena, en su segundo hizo una faena alegre y dio un volapié regular. Los diestros torearon gratis. La entrada fue un lleno no visto en muchos años.” 

Después hizo otros viajes al Nuevo Mundo y en la plaza de Caracas (Venezuela) el 24 de Diciembre de 1905 añyernando con el sevillano Manuel González “Rerre" y el peruano "Chaleco" y con toros de la hacienda de la Candelaria toreó su definitiva última corrida. Imposibilitado para seguir toreando volvió a su patria chica, donde viejo y sin una peseta consiguió un modesto empleo en el Ayuntamiento de Cádiz, cargo que desempeñaba cuando le sorprendió la muerte.Falleció en Cádiz el 15 de febrero de 1910 a los 52 años víctima de una enfermedad, fallece en Cádiz Antonio Ortega y Ramírez, “El Marinero”, bajito y hábil con la espada. El “Marinero" en sus ¡numerables viajes ganó muchos pesos, que todos los años a su vuelta distribuía entre sus convecinos, pues, como buen gaditano, era noble, generoso y alegre; por eso murió pobre quien tanto dinero recogió con su profesión A El Marinero se le puede calificar como el torero de la mala suerte. Los revolcones que sufre son dignos de tenerse en cuenta, por cuanto repercuten en su integridad física. Sobre todo la plaza de Madrid parecía que le hacía mal de ojo, puesto que casi siempre que toreó en ella sucedió algún contratiempo desagradable (se hirió la mano derecha al dar una estocada, se suspendió una corrida por un impresionante aguacero y que volvió a repetirse el mismo día en que se había decidido celebrar de nuevo, etc.). Era un torero muy valiente, lo que le perjudicó en numerosas ocasiones, puesto que fue objeto de muy frecuentes cogidas. Una vez estuvo a punto de que le amputaran la pierna derecha. En otra, un toro de Pablo Romero saltó la barrera y, corneándole, le produjo heridas de tal consideración que le quedó mutilada la mano izquierda. 

BIBLIOGRAFIA: “La Nueva Lidia”, 29/06/1885 (Madrid) “La Nueva Lidia”, 07/09/1885 (Madrid) “Apéndice a los anales del toreo de José Velázquez y Sánchez: reseña histórica de la lidia de reses bravas” (1889) - Vázquez y Rodríguez, Leopoldo, 1844-1909 “La Lidia: revista taurina: La Lidia ilustrada con cromos” Año VIII Número 24 - 1889 septiembre 23 (23/09/1889). “Anuario de El Toreo”, 1886 (Madrid). “El toreo” 19/01/1885 (Madrid) “La Nueva Lidia” 1885. Anales del toreo de José Velázquez y Sánchez 1889 Resquemores: anales taurinos, año primero García Rodrigo, Ramón Madrid, 1900

lunes, 21 de abril de 2025

BERNARDO GAVIÑO RUEDA

 


 

Bernardo Gaviño Rueda nació un 20 de agosto de 1812 en la marinera población de Puerto Real (Cádiz) hijo de Juan Gaviño y María de las Nieves Rueda, cuando contaba con un año de edad quedó huérfano de padre y a los diez, de madre por lo que fue criado bajo los auspicios y protección del obispo de Cádiz Don Francisco Javier Cienfuegos quien le procuro sus estudios primarios y secundarios, así como la posibilidad de una futura carrera eclesiástica.

Gaviño se trasladó a Sevilla algunos años después al ascender en la jerarquía eclesiástica su mentor, que fue nombrado arzobispo en la ciudad hispalense. En Sevilla, ya andaba de seminarista cuando descubre su afición taurina, al parecer mucha culpa la tuvo el diestro Juan León “Leoncillo” primo de su madre a quien le agradó el muchacho por su viveza y las reses que para su consumo llegaban al matadero de palacio, poco tiempo después el joven Gaviño se fugó después de un encierro de quince días que le impuso el sr. Arzobispo, en ese tiempo se colocó en una cuadrilla y debuto por primera vez en la plaza de toros de San Roque (Cádiz) a las órdenes de un espada llamado Francisco Benítez y apodado panaderillo o panadero, toreando días después en Algeciras, Vejer y Puerto Real, su pueblo. Enterado un hermano de su madre, D. Francisco Rueda, lo amenazo con meterlo en la cárcel.

Harto de tantas contrariedades se embarcó para América en el puerto de Cádiz, después de una larga travesía llego a Cuba no agradándole el ambiente y embarcando para Montevideo en 1829 donde actuó como banderillero y medio espada las temporadas de 1829-1830 regresando a la Cuba en 1831.

Por tres años hizo campañas aceptables en la isla en compañía de un tal Rebollo natural de Huelva  los gaditanos Bartolo Mejigosa y José  Díaz “Mosquita” y el mexicano Manuel Bravo, en 1834 precedido por su fama y ayudado por las amistades de Manuel Bravo fue contratado para actuar en México y en México se quedó desde 1835 y hasta su muerte, 51 años después.

 “Es aceptado a tal punto que lo hizo suyo la afición que aprendió a ver toros como se estilaba por entonces en España. Gaviño entendió muy pronto que apropiarse del control, no significaba ser el estereotipo de un español repudiado por la reciente estela de condiciones establecidas por un país que ha expulsado a un grupo importante de hispanos a quienes se les aplicó cargo de culpa sobre todo aquello que significó la presencia de factores de coloniaje” (J.F. Coello Ugalde)

En una corrida de toros de la época, pues, tenía indiscutible cabida cualquier manera de enfrentarse el hombre con el bovino, a pie o a caballo, con tal de que significara empeño gracioso o gala de valentía. A nadie se le ocurría, entonces, pretender restar méritos a la labor del diestro si éste no se ceñía muy estrictamente a formas preestablecidas.

Gaviño se ajustó a los gustos del público y creo una manera especial de toreo. Los picadores montaban a caballo con el pecho y las ancas cubiertos de cuero y no picaban a los toros sino que los pinchaban en cualquier sitio, los banderilleros clavaban invariablemente tres pares repartidos por todo el cuerpo de la res y cuando sonaba el clarín salía Gaviño con un capote arrollado a un palo en la mano izquierda y después de dar tres o cuatro lances, se colocaba a la derecha del toro con el capote extendido, hacía con este un movimiento hacia la derecha del toro y al tiempo que el toro embestía al trapo le introducía en la tabla del cuello, casi siempre bajo, el estoque que sacaba inmediatamente dando la vuelta sobre los talones y mostrando al aire el acero victorioso al tiempo que la degollada res rodaba.

Tanto arraigó el sistema que cuando José Machío fue y estoqueo dejando el acero en su sitio en lugar de emplear el metisaca (que tampoco era invención de Gaviño, simplemente lo adoptó), oyó muchos insultos y hasta tuvo que aguantar que lo apedrearan en no pocas ocasiones. Fue Mazzantini en 1887-1888 quien pudo hacer comprender la superioridad del sistema español, con lo cual vino a menos la escuela mexicana de Gaviño.

Bernardo Gaviño aporta, entre otras cosas, la ceremonia de alternativa, en México no se acostumbraba. Es Bernardo Gaviño quien empieza a poner orden y jerarquías entre los toreros. Gaviño concede la primera alternativa en el país, fue a Ponciano Díaz, miembro de su cuadrilla. Tal acto tiene lugar en abril de 1879.

El trabajo de Gaviño para fomentar, innovar  y promocionar el toreo en México fue duro, trabajó en  las plazas de todos los departamentos o provincias, dio funciones de toros improvisando plazas donde jamás se había celebrado una corrida, organizó cuadrillas con aficionados del país, selecciono las vacadas dirigiendo las tientas para afinar la bravura del ganado…

Y a pesar de todo su esfuerzo no consta que recibiese alternativa alguna, hecho que queda empequeñecido al compararse con su titánica y longeva labor en pro de la fiesta en México, se mantuvo activo por más de 50 años y al finalizar la temporada de 1880 en la que había pasado algún tiempo enfermo muchos amigos y admiradores le aconsejaron abandonar las lides al verlo ya anciano y escaso de facultades, a nadie hizo caso.

El 31 de Enero de 1886 y con motivo de la feria de Texcoco se organizó una corrida en la que figuraban Gaviño (74 años) y la cuadrilla de muchachos del país, discípulos suyos.

Estoqueados los dos primeros toros por el diestro español, que vestía de negro con adornos de seda, y el mexicano José de la Luz Gavidia, salió en tercer lugar un toro del ganadero mexicano D.Vicente Pueyo y Carmona “Ayala”, negro zaino que tomo ocho puyazos y mato dos caballos de nombre “Listonero” ,en algunos sitios se nombra como “Chicharrón”, al presentar Gaviño la muleta le infiere una cornada en la región perianal hueco isquio, la enfermería de la plaza solo tiene una cama, un montón de heno, allí fue curado y una hora después se le infectó la herida, no llegando a recuperarse de aquella herida y falleciendo en su domicilio al que fue trasladado el 11 de febrero de 1887, a las 9,30 de la noche.

Hierro de Ayala


“El 31 de enero de 1886, al estoquear un toro de la vacada de Ayala en la plaza de Texcoco, (México). fue cogido y volteado, resultando con una herida de cuatro centímetros de extensión, en la margen derecha del ano, que le perforó el recto, y otra en la entrepierna, que le causaron la muerte, el 11 de febrero” J.Carralero Burgos “La fiesta nacional” 1905

Cromolitografia de “La Muleta” cuyo autor es Carlos Noriega, integrante de la publicacion “tres picos” Mexico 1888 de la colección de D, Julio Tellez.



El Arte de la Lidia  año II, N° 9, del 28 de febrero de 1886.

PARTE FACULTATIVO de las heridas que recibió Bernardo Gaviño en Texcoco la tarde del domingo 31 de enero de 1886 por un toro de la ganadería de Ayala, que ocasionaron su muerte. Bernardo Gaviño tiene una herida de bordes irregulares contusos de cuatro centímetros de extensión situada en la margen derecha del ano hasta la parte posterior que interesa en algunos puntos la piel y el tejido celular y en otras la mucosa y dicho tejido. En la parte posterior de la herida penetra en la fosa isquio-rectal a una altura de 10 centímetros perforando el recto en una obertura superior de un centímetro y 1/2 de diámetro. Tiene en la parte anterior e izquierda de la margen del ano otra herida de bordes irregulares de 2 centímetros 1/2 de extensión que interesa la piel y la mucosa hasta el tejido celular. Al nivel de los trocánteres sobre todo en el izquierdo, grandes equimosis como de 20 centímetros de diámetro. La primera curación se la hizo en Texcoco el Dr. Osorio y el día 1° de Febrero y 1, los Doctores Osorio Icaza y Casasola.

Traje de torear que llevaba Bernardo Gaviño

                                                                        



El periódico EL SIGLO XIX reporta la noticia de la siguiente manera: “El Capitán Bernardo Gaviño fue herido por el tercer toro y parece que de gravedad; igualmente lo fue un torero en el momento de clavar unas banderillas, quien probablemente perderá el brazo que le hizo pedazos el animal; y por último, una mujer cuyo nombre se desconoce, quien recibió una ligera cornada también en el momento de banderillar. El toro “Chicharrón” fue despachado “a la difuntería por el intrépido torero Carlos Sánchez”. Bernardo murió a las nueve y media de la noche del jueves 11 de febrero”

“Dio muerte a 2,756 bichos. Se dice que murió pobre, pero hay quien asegura que testó una gran fortuna. Gaviño a última hora recibió los auxilios espirituales”.                                                                                                            (LA VOZ DE MÉXICO).

Jorge Gaviño Ambríz (descendiente directo): “Semblanza de un torero en el siglo XIX” (Trabajo Académico Recepcional en la Academia Mexicana de Geografía e Historia), (pp.353-375), p. 365-367.

Desde que salió del toril reveló su ley y viveza. Perseguía con feroz encarnizamiento al bulto y se disparaba furioso contra el encuentro de los caballos de los picadores y persistía en la garrocha hasta tocar los ijares, no dejando con vida a ninguno de los flacos resistentes que salieron a la plaza.

Se tocó a banderillas y al ponerle el primer par persigue al banderillero, lo alcanza cerca del burladero, pega la embestida y le quiebra un brazo que le agarra contra la pared de la plaza donde el cuerno deja una profunda huella.

Faja que llevaba puesta el día de la cogida



La compañía continúa banderillando al bicho con gran temor.

Bernardo decía satisfecho: este toro sí es de los buenos. Toma la espada y la muleta, lo cita muy cerca de la valla y el toro le da una cogida causándole una herida profunda y peligrosa.

Se mandó lazar a la fiera pero el público insistió en que la matara Carlos, hubo que ceder, tomó la espada y le dio muerte con una estocada en que le dejó puesta el arma.

Gaviño “todavía caminó por su propio pie hasta el cuartucho de adobe improvisado para enfermería, dejando un reguero de sangre pálida. La herida cerca del ano era profunda, incurable… sobre el camastro el pobre Gaviño respiraba dificultosamente después de la curación bárbara, en un cuarto mal oliente, un montón de heno en el rincón, unos frascos y unas vendas… sobre la silla de tule, los treinta pesos que cobró por actuar en esa tarde gris y polvorienta”.

El periódico “El Siglo XIX” del día 8 de febrero publica el estado de gravedad y las condiciones miserables en que se encontraba:

“El decano de los toreros en México, el octogenario Bernardo Gaviño, sabido es que no ha muerto, pero sí se halla grave y casi al borde de la tumba. Algunos amigos que hemos estado en su casa a informarnos de su salud, nos conmovimos profundamente por la miseria horrorosa en que se encuentra. La pieza en que está es baja, oscura, húmeda, casi es un sótano El Dr. Vicente Morales lo asiste con ese empeño y solicitud que todos le conocemos y más los exagera, tratándose de heridos en lides tauromáquicas. Dados los sentimientos humanitarios que ha mostrado el buen viejo con propios y con extraños en iguales circunstancias las que hoy lo agobian, así como el deseo de algunos de sus buenos amigos para favorecerle, ahora que carece de los indispensables elementos para su curación, no hemos vacilado en promover una suscripción que pudiera acaso servirle de mucho en estos momentos.

 “Es un deber de humanidad el que invocamos, así de sus paisanos los españoles, como de sus amigos del país. Los donativos se reciben en la peluquería de la calle de los Rebeldes, junto al baño”.

El día 11 de febrero a las 9:30 de la noche en el Callejón de Tarasquillo número 5 1/2 bajos, falleció de gangrena del recto el célebre torero Bernardo Gaviño a los 73 años de edad, durante su carrera dio muerte a 2950 bichos.

Fue inhumado en el Panteón Civil, en una fosa de tercera clase, ocupando la Nº 1763, línea 23, sepulcro 2.

Juan Pellicer Cámara (Cartas Taurinas 1973, México) escribe al respecto: “su estancia aquí dejó una huella profunda, fue un patriarca incansable en el ejercicio de su profesión. El repertorio de suertes y aún de la manera de vestir tuvieron en Gaviño un poderoso transmisor. De lo que Gaviño impuso y de lo que a él le impuso nuestro medio, nació el mestizaje, que tuvo su afirmación y evolucionó más a más, hasta adquirir un tipo perfectamente definido, con sello y personalidad muy propios”.

 

Bibliografía:

José Francisco Coello Ugalde “Registros Taurinos en Texcoco durante el siglo XIX”

“Cosas del pasado: música, literatura y tauromaquia” Carmena y Millán, Luis, 1845-1903 Madrid: Librería de Fernando Fé, 1905 (Imprenta Ducazcal, 1904)

“La Fiesta nacional” : semanario taurino: La Fiesta nacional : semanario taurino - Año II Número 53 - 1905 abril 1 (01/04/1905)

“Los toros”: revista taurina: Los toros : revista taurina - Año II Número 48 - 1910 abril 8 (08/04/1910)

El Ruedo: suplemento taurino de Marca: Año IV Número 163 - 1947 Agosto 07, Año VII Número 338 - 1950 Diciembre 14.

 

 

 

domingo, 13 de abril de 2025

AGUSTÍN GARCÍA-MIER

 



Natural de Jerez de la Frontera, donde nació el 19 de marzo de 1932, Agustín García-Mier Zorrilla fue un rejoneador singular, elegante y dotado de una especial sensibilidad artística para la monta y el toreo a caballo. Su nombre comenzó a sonar con fuerza en los círculos taurinos a mediados del siglo XX, gracias a su depurada técnica y a su dominio de los ejercicios de alta escuela, entre los que destacaban los saltos de corveta, que ejecutaba con precisión y estética. 

Debutó como rejoneador en la plaza sevillana de Osuna el 24 de junio de 1954, en un festejo mixto en el que compartió cartel con los espadas Mariano Martín “Carriles”, Bartolomé Jiménez Torres y Juan Gálvez. Aquella tarde lidió un novillo de la ganadería de
Algarra, dejando ya muestras de su personalidad ecuestre. Se presentó en la Real Maestranza de Sevilla el 8 de diciembre de 1960, con motivo del Festival de la Vejez del Toreo, enfrentándose a un astado de González Sanromán. Su actuación le valió repetir en la novillada del 15 de agosto de 1961, en el mismo coso, con un ejemplar de Núñez. 

Uno de los hitos de su carrera fue su presentación en la Plaza de Las Ventas de Madrid, el 22 de octubre de 1961. En un festejo de rejones en el que alternó con Mariano Cristóbal, Antonio Moreda, José María López Ferrero, Manuel Vidrié y Francisco Mancebo, destacó por su temple y elegancia frente a un encierro variado compuesto por reses de Juan Cobaleda, Escudero Calvo Hermanos, Clemente Tassara y El Pizarral de Casatejada. Su faena fue premiada con una vuelta al ruedo, testimonio del aprecio del público madrileño a su estilo fino y caballeresco. 




Agustín García-Mier desarrolló su trayectoria entre los años 1955 y 1964, si bien algunos registros lo sitúan en activo desde principios de la década de 1950. Fue un rejoneador que no se prodigó demasiado fuera de su tierra, pero que gozó de un profundo respeto entre los aficionados jerezanos y andaluces, por su conocimiento del caballo, su amor por la tradición ecuestre y su cuidada expresión artística en la plaza. Falleció en 1989, dejando el recuerdo de una figura que supo fundir el clasicismo del rejoneo con la pasión jerezana por el caballo, y cuyo nombre sigue resonando entre quienes valoran la elegancia y la autenticidad en la lidia a caballo.

jueves, 3 de abril de 2025

ANTONIO MARCET

 


                                                 

Antonio Hernández Marcet, nacido en Algeciras el 3 de agosto de 1898, fue una figura singular en el mundo del toreo a caballo. Desde joven, mostró un innegable talento para la equitación, herencia de su padre, un teniente coronel de Caballería. A los cinco años, cabalgaba en secreto los potros que enen "El Ruedo", actuaba con humildad, consciente de ocupar un lugar secundario frente a Rafael Cañero, el gran precursor del rejoneo moderno. Marcet fue conocido por su habilidad para lidiar sobreros en todas las plazas de España, destacando su versatilidad con diferentes hierros. Su carrera como rejoneador alcanzó más de una década de éxitos, desde 1924 hasta su retirada en 1936. 

Actuó en numerosas plazas de renombre, tanto en España como en el extranjero, incluyendo ciudades como Granada, Algeciras, Málaga, Barcelona, Madrid, Sevilla, Marsella y Nimes, entre muchas otras. Entre sus logros más destacados, fue el primer rejoneador en banderillear a dos manos en la plaza de Gerona en 1925, una hazaña que dejó una profunda impresión. También debutó con gran éxito en "Las Arenas" de Barcelona en 1926, y un año más tarde se presentó en Madrid, en la histórica plaza de Vista Alegre. En 1930, Marcet alcanzó uno de sus picos de popularidad, toreando en 23 corridas y ganando la considerable suma de 6000 pesetas por actuación. 

Sin embargo, la vida en los ruedos no estuvo exenta de riesgos. Sufrió varias cogidas graves a lo largo de su carrera, destacando la que vivió frente a un toro de Veragua, que le atravesó la boca con el pitón, haciéndole perder tres dientes y provocándole serias heridas en el paladar, aunque manteniéndose estoico sobre su montura. Otras heridas las sufrió en Málaga en 1924, Nimes en 1927 y Barcelona en 1929. Marcet también tuvo momentos difíciles, como su sonado fracaso en Madrid en 1933, cuando no pudo dar muerte a un toro, hecho que quedó en la memoria de la afición. Finalmente, en 1936, atendiendo la solicitud de su esposa, Blanca Guardiola Ruidor, decidió retirarse de los ruedos. Establecido en Barcelona, continuó vinculado a su pasión por los caballos como profesor de equitación, dejando una huella indeleble tanto en el toreo como en el arte de la equitación. 


Marcet falleció en Barcelona el día 10 de enero de 1961.contraba, alimentando una pasión que más tarde lo llevaría a convertirse en rejoneador. Inició su carrera como matador de novillos, toreando en plazas andaluzas como Cádiz, Algeciras, La Línea, Tarifa y Ronda entre 1919 y 1921. Sin embargo, su verdadera vocación se materializó en el rejoneo. Su debut como rejoneador tuvo lugar en la emblemática plaza de toros de Jerez, donde, según confesó en una entrevista 





viernes, 21 de marzo de 2025

VITORINO AVELAR FROES (o Fróis)

 




Vitorino Avelar Fróis: El Maestro de la Caballería Portuguesa 

Vitorino Avelar Fróis (Alfeizerão, 3 de abril de 1862 - 22 de julio de 1934) fue una de las figuras más influyentes de la tauromaquia ecuestre en Portugal. Rico terrateniente rural, agricultor y criador de ganado bravo, se convirtió en un referente del rejoneo a finales del siglo XIX y principios del XX. Su pasión por la equitación y su innovación en el toreo a caballo lo llevaron a ser reconocido como el maestro de la caballería portuguesa, dejando una huella imborrable en la evolución de esta disciplina taurina. Un caballero ligado a la realeza Hombre de fuerte personalidad y maneras refinadas, Fróis mantenía una cercana relación con el rey Don Carlos de Portugal, quien visitaba con frecuencia su finca en Alfeizerão. Se le reconocía como una figura extravagante y de gran carácter, famosa no solo por su destreza ecuestre, sino también por su aprecio por la buena vida y el refinamiento. En su finca criaba toros de lidia y caballos de alta escuela, siendo un gran impulsor de la mejora de la cría equina en Portugal.

Innovador del rejoneo A Vitorino Fróis se le atribuye la creación de la "suerte de cara", una técnica revolucionaria en el rejoneo en la que el caballero espera que el toro se mueva primero antes de acometer, dotando de mayor espectacularidad y emoción a la lidia. Esta innovación fue posteriormente perfeccionada por João Núncio, el legendario "Califa de Alcácer", quien llevó el arte del rejoneo a una nueva dimensión, pero siempre basado en los principios establecidos por Fróis. Un ganadero de prestigio Fundó su ganadería en 1889 con reses provenientes de Trêspalácios, las cuales posteriormente vendió en parte al rey Don Carlos. Su ganadería se hizo famosa por la bravura de sus toros, los cuales se lidiaron tanto en Portugal como en España, incluyendo importantes plazas como Campo Pequeno y Madrid. Sus toros eran reconocidos por su nobleza y bravura, y fueron protagonistas de numerosos episodios taurinos de gran impacto, como la grave cogida del matador Juan Ruiz "Lagartija" en 1893 Anécdotas y episodios legendarios Fróis era conocido por su temple y valentía en la arena, así como por su determinación fuera de ella. Uno de los episodios más recordados de su vida ocurrió en una corrida en España, cuando descubrió que los cuernos del toro habían sido afilados para perjudicarlo. En respuesta, ordenó atar navajas a los pitones del animal, asegurándose de que su montura no sufriera daño y demostrando su pericia ante el público. 


Su actuación fue tan impactante que fue sacado a hombros del ruedo. Posteriormente, en una cena en su honor, un camarero negro le advirtió sobre un posible intento de envenenamiento, lo que llevó a Fróis a abandonar la velada y a ofrecerle refugio en su finca a aquel hombre que le salvó la vida. Su legado en la equitación y la tauromaquia Además de su papel como rejoneador y ganadero, Fróis fue un destacado profesor de equitación y diputado. Su influencia en la tauromaquia ecuestre se mantiene hasta nuestros días, siendo reconocido como un precursor fundamental del toreo a caballo moderno. Su legado no solo perdura en la técnica que revolucionó, sino también en las numerosas ganaderías que se originaron con reses de su finca. 

Su preparación para la muerte fue tan meticulosa como su vida: mandó fabricar su propio ataúd con las mejores tablas de sus pinares y encargó su lápida con antelación. Falleció el 22 de julio de 1934 en Alfeizerão, víctima de una congestión. Fróis, como recuerda el desaparecido José Tempero, solía decir: “No moriré, aunque me maten” dejando una historia llena de anécdotas, valentía y una contribución inigualable a la historia de la tauromaquia portuguesa. Hoy, su nombre sigue resonando como uno de los grandes maestros del rejoneo y la caballería portuguesa.



sábado, 8 de marzo de 2025

FERMÍN BOHÓRQUEZ ESCRIBANO

 



Fermín Bohórquez Escribano, nació por circunstancias en Sevilla el 12 de septiembre de 1933 pero, como toda su familia, era de Jerez, hijo del ganadero, agricultor y político Fermín Bohórquez Gómez y de Soledad Escribano, padre del rejoneador Fermín Bohórquez Domecq (nacido en Jerez de la Frontera el 21 de enero de 1970), comenzó a montar a caballo a los seis años. Fue Manolete quien lo impulsó, a enfrentarse por primera vez a una becerra. Con 26 años, debutó públicamente en un festival benéfico en Ubrique (Cádiz) el 15 de septiembre de 1959. 

Su debut profesional, según Cossío, tuvo lugar el 1 de junio de 1961 en Pamplona. El 20 de mayo de 1962 actuó por primera vez en la plaza de Las Ventas de Madrid, compartiendo cartel con los matadores Manolo Vázquez, Curro Romero y el mexicano Alfredo Leal. El 18 de julio de 1963 toreó en esa misma plaza un toro en puntas de la ganadería de Salvador Guardiola. Durante los años 1970 y 1972, obtuvo el trofeo de la Real Maestranza de Sevilla al mejor rejoneador de la Feria de Abril. El 22 de mayo de 1971, sufrió un grave traumatismo craneal al caer de su caballo Mondeño en Madrid. Sus referentes en el toreo a caballo fueron Conchita Cintrón, Álvaro Domecq, Simao da Veiga y Joao Alves Branco. Recorría España toreando en plazas de Valencia, Bilbao, Córdoba, Huelva, San Sebastián, Zaragoza y Barcelona, entre otras. También tuvo éxito en México, Perú, Colombia y Ecuador. 

En Madrid, actuó durante 20 años consecutivos en Las Ventas, y en Sevilla fue el triunfador en los primeros años de la década de 1970. Continuó toreando durante los años siguientes, siempre manteniendo una notable presencia en la temporada. Incluso después de retirarse de las ferias, siguió participando en festivales benéficos durante 28 años. El 30 de agosto de 1985, recibió en Santander la Medalla de Plata de Cantabria por su participación desinteresada en un festival a beneficio de los ancianos de la región. En los primeros años de la última década del siglo XX, participó en muy pocos festejos hasta retirarse el 9 de octubre de 1993 en Jerez de la Frontera, habiendo alcanzado los 800 festejos. En su corrida de despedida, ocho rejoneadores, incluyendo a su hijo Fermín, actuaron en parejas. Fermín Bohórquez Domecq continuó la tradición familiar en el rejoneo hasta 2015. Tras retirarse del rejoneo activo, Fermín Bohórquez Escribano se dedicó a su ganadería, formada con reses de encaste Murube, muy solicitadas en festejos de rejoneo. 

La ganadería había sido formada en 1940 por Luis Vallejo Alba con vacas y dos sementales de Carmen de Federico y adquirida en 1964 por Fermín Bohórquez Gómez. Al fallecer este en 1974, la ganadería pasó a anunciarse con el nombre de Fermín Bohórquez Escribano. A lo largo de su carrera, Fermín sufrió numerosas cornadas y caídas de caballo, resultando en siete fracturas y seis cornadas, siendo la más grave la de mayo de 1971 en Madrid. 


Además de su carrera como rejoneador, Fermín destacó en varias disciplinas: fue campeón de acoso y derribo, excelente jugador de polo y gran aficionado a los galgos, habiendo ganado numerosos trofeos. Su talento también se extendió a los concursos de enganches, gracias a su excelente yeguada y colección de coches. "Se dedicó a todo. Era un hombre polifacético", recuerda Juan Pedro Domecq. Falleció en Jerez de la Frontera (Cádiz), 28 de julio de 2016, "Fue un personaje único, con ganas de vivir la vida", “Vivió intensamente, como quiso", aclara Domecq . Fermín Bohórquez Escribano estuvo casado con Mercedes Domecq Ybarra y fue padre de seis hijos.

viernes, 28 de febrero de 2025

ALVARO DOMECQ Y DIEZ

 




"Hubo un lucero en el cielo
Y fue a parar a Jerez 
Suspiraron las bodegas 
Cuando al cielo fue a volver 
Y lloraron los viñedos 
Y la reja y el clavel 
El sol por los alburejos 
Se perdió al atardecer 
Las viejas yeguas toreras 
Lloran de pena también 
Y un cuatreño entre chumberas
Negro luto hay en su piel 
Señor de torres y estrellas
Permítame su merced 
Los versos a la memoria 
De don Álvaro Domecq" 

José León. 

Álvaro Domecq y Díez nació el 1 de julio de 1917 en Jerez de la Frontera, Cádiz, en el seno de una familia de profunda tradición ganadera. Hijo de Juan Pedro Domecq y Núñez de Villavicencio y María Díez Gutiérrez, heredó la pasión por el toro bravo y el caballo, convirtiéndose en una figura clave en la historia de la tauromaquia. Su familia, con sus hermanos Juan Pedro y Salvador, cimentó una dinastía ganadera de renombre.

Desde joven, Álvaro mostró un carácter polifacético. Durante la Guerra Civil Española, sirvió como piloto de combate en el bando nacionalista. Posteriormente, reintrodujo el rejoneo en España, elevándolo a una nueva dimensión. Aunque inició estudios de Derecho en Granada y Sevilla, la contienda interrumpió su formación y, pese a obtener el título de abogado, su destino estaba ligado a la ganadería y al mundo ecuestre.

Debutó como rejoneador en 1935 en un festejo benéfico en Santander, iniciando una trayectoria que lo llevó a torear en los principales cosos de España. En 1944, ya consolidado, actuó en 50 festejos, brillando en plazas como Las Ventas. Su compromiso con las causas benéficas le valió la Cruz de Beneficencia en 1945.

En 1957, tras vender su parte de la ganadería familiar, fundó la legendaria Torrestrella en su finca Los Alburejos, en Medina Sidonia. Adquirió el hierro de Salvador Suárez Ternero y reses de Curro Chica y Carlos Núñez, desarrollando una ganadería de referencia. Además, experimentó con técnicas innovadoras como la conservación de la simiente del toro para fecundación in vitro.

A la par de su éxito en los ruedos y el campo, desempeñó una activa carrera política. Fue alcalde de Jerez de la Frontera (1952-1957), presidente de la Diputación de Cádiz (1957-1967) y procurador en Cortes. No obstante, reapareció en diversas ocasiones para eventos especiales, como la alternativa de su hijo Álvaro Domecq Romero en 1960 y la de su nieto Luis Domecq Domecq en 1988, en la Real Maestranza de Ronda.



En el ámbito personal, se casó en 1938 con María Josefa Romero, con quien tuvo 19 hijos, de los cuales solo dos, Álvaro y Fabiola, alcanzaron la edad adulta. Su hijo Álvaro continuó su legado como rejoneador y director de la Real Escuela Andaluza del Arte Ecuestre.

Fue amigo íntimo de Manolete y estuvo a su lado en sus últimos momentos tras la mortal cogida por el toro Islero en 1947. Su madre le confió la administración de su herencia.A lo largo de su vida, Álvaro Domecq fue reconocido con múltiples distinciones, entre ellas la Medalla de Oro al Mérito de las Bellas Artes, la Gran Cruz de la Orden del Mérito Civil y la Gran Cruz de Isabel la Católica. También recibió la Cruz de Guerra y la Medalla de Oro de la provincia de Cádiz, entre otros honores.

Su vida estuvo marcada por la tragedia cuando en 1991 cuatro de sus nietos fallecieron en un accidente automovilístico, hecho que alimentó la llamada “Maldición Domecq”. En 1999 perdió a su esposa, y en 2001 sufrió un infarto de miocardio del que se recuperó, pero que acabaría cobrándose su vida cuatro años después.

Álvaro Domecq y Díez falleció el 5 de octubre de 2005 en su querida finca Los Alburejos, dejando un legado imborrable en la historia de la tauromaquia, el rejoneo y la crianza del toro bravo.

jueves, 20 de febrero de 2025

BERNARDINO LANDETE

 


Bernardino Landete Navarro, nacido el 29 de diciembre de 1925 en Madrid, fue una figura destacada en el mundo del rejoneo y la equitación, dejando un legado perdurable en ambas disciplinas. Proveniente de una familia con una notable historia en el ámbito de la odontología y la equitación, Landete se distinguió desde una edad temprana por su habilidad y dedicación al arte ecuestre y taurino. Landete creció en Colmenarejo, en un chalet construido por su padre, Juan Landete Pérez, un odontólogo valenciano aficionado a los caballos. Fue el quinto de siete hermanos y sobrino de Bernardino Landete Aragó, un pionero de la estomatología en España. 

La familia tenía cinco cuadras y un pequeño picadero donde Bernardino y sus hermanos aprendieron a montar. Su tío Alejandro, conocido como “El alambre”, lo introdujo en el mundo de las exhibiciones y festivales taurinos. A los ocho años, recogió la llave de la plaza en Talavera de la Reina, montado en su pony "Doña Paquita". En 1931, Bernardino comenzó a aprender equitación en Madrid bajo la tutela de los profesores de equitación del ejército Julio Xifra y Antenor Betancourt. La Guerra Civil Española interrumpió su formación, pero la reanudó con Betancourt después del conflicto. En 1949, ingresó en las Milicias Universitarias, donde permaneció varios años como Alférez Instructor. 

En 1952, empezó a rejonear, destacándose rápidamente como un magnífico jinete y torero. Bernardino Landete debutó en Madrid el 13 de marzo de 1955, introduciendo su famosa suerte del par del violín, una técnica innovadora que se convertiría en un estándar en el toreo. Inspirado por su experiencia en el polo, Landete ideó esta técnica que se ha mantenido vigente en el rejoneo y las corridas de toreros banderilleros. En 1958, Landete se trasladó a Guayaquil, Ecuador, donde contrajo matrimonio y participó en ferias taurinas en Ecuador y Colombia. Fue parte fundamental en la inauguración de la Plaza Monumental de Quito y fundó el Club Hípico Cayambe, centrado en el salto. 

Su éxito continuó en 1968, cuando se convirtió en subcampeón de salto en el Campeonato Sudamericano en Caracas y campeón por equipos en Buenos Aires al año siguiente. En 1972, Bernardino regresó a España, donde fundó el Club Hípico de Barajas en Madrid y dedicó su tiempo a impartir clases de equitación y a competir en concursos de salto. En 1978, decidió retirarse del rejoneo para enfocarse exclusivamente en el salto y la formación de sus alumnos. 



En 1984, inauguró el Club Hípico de Barajas, que se convirtió en un referente en los concursos de salto en Madrid. En 1987, nació su hijo Eduardo Manuel, a quien también inculcó la pasión por la equitación. Landete continuó enseñando hasta 1999, cuando se trasladó a Alicante con su familia para disfrutar de un merecido descanso. 

Bernardino Landete falleció el 26 de septiembre de 2010 en Alicante a los 84 años. Su sobrino, Juan Manuel Landete, también rejoneador, recordó a Bernardino como un jinete excepcional que compartió protagonismo con figuras como Ángel Peralta. Bernardino Landete Navarro dejó una huella imborrable en el mundo del rejoneo y la equitación, siendo recordado como un innovador y un maestro en ambas disciplinas.