lunes, 23 de junio de 2014

AGUSTIN PERERA PEREZ


Matador de toros español, nacido en Sevilla el 16 de agosto de 1836, y muerto en Palencia el 10 de junio de 1870. Tras haberse presentado el 30 de mayo de 1861, en calidad de sobresaliente de espada, en las arenas de la plaza de su ciudad natal, desarrolló un largo proceso de aprendizaje torero que culminó el 24 de octubre de 1969, cuando compareció ante la severa y selecta afición de la Villa y Corte dispuesto a tomar la alternativa.Le cedió en aquella solemne ocasión los trastos de lidiar y matar el valeroso Salvador Sánchez Povedano ("Frascuelo"), en presencia de Jacinto Machío Martínez, que hizo las veces de testigo. Agustín Perera dio muerte aquella tarde a un astado perteneciente al hierro de Aleas, que atendía al nombre de Cariñoso. El aciago día 5 de junio de 1870, en las arenas del coso palentino, la fatalidad, siempre emboscada entre la umbría oscuridad de los toriles, quiso salir también por la puerta de chiqueros y cobrarse la corta vida del valiente Agustín Perera Pérez; el cual, mientras lidiaba al toro Girón, de la vacada de don Fernando Gutiérrez, se distrajo cuando iba a preparar los terrenos aptos para ejecutar la suerte suprema, y perdió la cara del morlaco. Girón acometió al desavisado coletudo y lo lanzó contra las tablas, donde quedó malamente sentado sobre el estribo, a merced del terrorífico astado. Percatarse la enfurecida res de la desairada indefensión de Perera, y volverse para cornearlo bruscamente en el pecho, fue todo uno: trasladado con urgencia al nosocomio palentino, el infortunado espada sevillano parecía ir recobrándose de la gravísima cornada cuando, a los cinco días del doloroso suceso, falleció repentinamente. Y refieren los cronistas taurinos más meticulosos y avisados que tal era el espanto que causaba la agresiva fiereza de Girón sobre las arenas del coso de Palencia, que el diestro Gregorio López Calderón, a quien correspondía despenar al burel tras el trágico percance de Agustín Perera Pérez, se vio conducido a la cárcel palentina por haber rehusado el enfrentamiento con aquella astifina alimaña.

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