martes, 2 de abril de 2013

LEON PRIETO "EL SEÑORITO"

02 de abril de 1899, el diestro León Prieto “El Señorito” recibe un balazo en una riña en San Andrés Chalchicomula (hoy Ciudad Serdán, Puebla) debido a lo cual pierde la pierna derecha y la razón.
León Prieto,“El Señorito Orizabeño” es considerado el primer espada originario de Orizaba con alternativa aunque muchos le decian sevillano. Después de la construcción de las plazas de“La Joya” y“El Carmen” en la segunda mitad del siglo decimonónico, los jóvenes orizabeños voltearon los ojos a las corridas de toros y novillos en igual forma que por décadas se habían dedicado a las fiestas derivadas de los trabajos del campo mexicano, era común verlos pasearse a caballo los domingos, como ejecutar manganas y derribar toros en las fiestas patronales o patrióticas, por lo que al adentrarse en la tauromaquia la hicieron tan suya, que jóvenes de todos los estratos sociales participaban disputándose los premios que se otorgaban en festivales y cuantas encerronas organizaran; era común ver en los pastizales de los llanos de Escamela, en las tardes a algunos grupos de orizabeños practicando las suertes que habían visto en algunas de las corridas que se daban frecuentemente en las dos plazas de la ciudad. Nombres como Miguel Cerrilla, Carlos García, Antonio González, Ricardo Jiménez, los hermanos Bringas, entre otros fueron tomando fuerza dentro de los taurómacos regionales, ya que participaban en cuanto evento taurino se daba en las fiestas no únicamente de Orizaba, sino también de los pueblos de la región como Jesús María, San Juan de los Nogales, Santa María Huiloapan, San Andrés Tlilapan y San Juan del Río principalmente. Orizaba, siendo ciudad de paso obligado para todos los viajeros que se dirigían al altiplano, era visitado por un gran número de artistas, toreros, aventureros e inmigrantes que daban a la ciudad un aspecto cosmopolita, y fue precisamente a mediados de la década de los setenta de ese siglo, cuando se avecinda en Orizaba un oscuro novillero español, probablemente andaluz de nombre José Romero,“Frascuelillo”, que por un tiempo se dedicó a vagar y vivir de esquilmar a los parroquianos de los billares de la ciudad , y es en uno de ellos que lo conoció uno de los herederos de Don Ángel Jiménez, introductor del Tren Urbano a la ciudad; joven inquieto y con dinero, se había contagiado de la fiebre taurina con mayor ímpetu que sus amigos, su nombre: Guillermo Jiménez Prieto, quien contrata a“Frascuelillo” para que le diera clases para mejorar sus incipientes conocimientos taurinos; sus padres en un principio lo tomaron como un simple capricho del“Benjamín” de la familia y por ello, no opusieron resistencia a la nueva afición de Guillermo, pero cuando empezó a comprarse avíos y trajes de luces, su padre, cabeza de un clan familiar de alta posición social inmersos en negocios de comercio, industria, transporte y agricultura, trató de disuadirlo e incluso habló de desconocerlo como hijo, pero Guillermo empecinado en su inmensa afición taurina, tomó la resolución de cambiarse el nombre para sus presentaciones en los cosos, tomando como seudónimo el de“León Prieto”, compuesto por su segundo apellido y un nombre que para él representaba el valor y la temeridad de ser torero, y para demostrar su origen agregó“El Señorito Orizabeño”, además, porque“Frascuelillo” siempre en forma lisonjera lo llamaba“Señorito”, con ello, salvaba el disgusto de su padre y evitaba ser desheredado, hecho que no podía permitirse, ya que pensaba basar su éxito en su trabajo en los ruedos y el financiamiento que pudiera hacer para sus corridas. Tuvo varias presentaciones como novillero en plazas de la ciudad de México, Puebla y Guadalajara, el escritor Jesús Hernández que lo conoció ya de edad avanzada, menciona que tenía gran porte y lucía trajes de lujo, y cuando viajaba a la ciudad de México gozaba al pasear en una calandria tirada por briosos corceles blancos, vestía en la calle como andaluz, todo en el destilaba torería. Por algunos meses anduvo toreando con novilleros como Manuel Cervera Prieto sobrino de Diego Prieto,“Cuatro Dedos”; Francisco Aragón, –pomposamente apodado-“Paquiro”, Manuel Contreras,“Tenderín”; Alberto Zayas,“Zayitas” y el mismo José Romero,“Frascuelillo”. Por fin después de algún tiempo de perseverar logró la oportunidad de tomar la alternativa, esta se llevó a efecto de manos de Juan Gutiérrez“El Ecijano”, el 16 de julio de 1898, en la plaza de Guadalajara con toros de la ganadería de“El Castillo”. Posteriormente toreó varias corridas en diversas plazas del centro de la república, incluyendo la plaza de Ponciano Díaz, la de“Bucareli”. Su carrera fue corta, debido a que un acontecimiento trágico acabó de raíz sus anhelos de ser figura del toreo. Estando en la plaza de San Andrés Chalchicomula (hoy Ciudad Serdán) ,“El Señorito” observaba, en la mañana del domingo, como daban pastura y agua a los toros que se encontraban en los corrales. Eran pequeños y de poca edad, por lo que el torero expresó presuntuosamente:“En la tarde la muerte de estos animalitos será como la degollación de inocentes que mandó a hacer Herodes...” . A uno de los cuidadores no le agradó la expresión del espada y le retó, éste que era de carácter fuerte le tomó el reto, a lo que el vaquero sin medir consecuencias sacó una pistola y le dio al joven espada un balazo en el muslo derecho, fracturándole el fémur. Se le efectuó una operación, más no pudieron salvarle la pierna, teniendo los galenos que mutilársela, quedando inválido de por vida. Viajó posteriormente a España donde radicó en Málaga, no perdiendo el gusto por los toros, visitaba las tahonas y posadas donde se reunían los toreros y aficionados, haciendo amistad con“El Guerrita” y Antonio Sánchez“El Tato”; durante algunos años siguió con el sueño de volver a los ruedos y por ello, una vez pretendió entrar en una tienta acompañado del maestro cordobés, pero tuvo que reconocer no estar en posibilidades físicas después de haber sufrido varios achuchones, que no fueron de consecuencias gracias a la intervención oportuna de sus amigos taurinos. Gastó lo que tenía de herencia familiar –que no era poca–, viviendo sin trabajar y efectuando múltiples viajes a México, Falleciendo en la segunda década del siglo veinte, siempre enamorado de la fiesta brava.

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