miércoles, 3 de abril de 2013

LO DE TOREAR CON EL PARCHE EN EL OJO NO ES NADA NUEVO
Armando Rosales Gámez, “El Saltillense” (Saltillo, Coahuila 1943- 2011)
Este hombre vivió con el toro, por el toro y para el toro. Por ello pagó un precio mayor: una becerra maleva le vació una órbita. Como cíclope logró sin embargo el doctorado taurino. Polifemo con capote, tomó la alternativa pero su suerte nunca fue del tamaño de su afición.
Se quitó la montera, se aflojó los machos y el corbatín; dejó la casaca, colgó la capa y guardó la muleta en la espuerta de sus recuerdos y con una cámara fotográfica recorrió todos los ruedos de aquí y de allá con una enorme capacidad estética para detener la fugaz sonrisa de la luz entre percales y franelas.
El personaje cuya llamada me hizo saber del deceso de Armando Rosales, “El saltillense” auxilia a esta columna con algunos datos importantes. Podría escribir con base en ellos pero mejor los reproduzco tal cual los he recibido. Como se trata de un amigo cercano al fotógrafo muerto, valga esta reproducción como un doble homenaje a su memoria.

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