jueves, 16 de mayo de 2013

LA MUERTE DEL REY


16 de Mayo de 1920 - Cogida mortal de Joselito El Gallo Muere en la plaza de toros de Talavera de la Reina (Toledo) el diestro José Gómez Joselito El Gallo. El toro Bailaor,le infirió una cornada en el bajo vientre causándole una grave herida. Falleció a los pocos minutos de ingresar en la enfermería.





El torero Ignació Sánchez Mejías llora la muerte de Joselito en la enfermería de la plaza de toros de Talavera de la Reina (Toledo) el 16 de mayo de 1920. Fue reproducida por primera vez en la revista Mundo Gráfico el 19 de mayo y firmada por Campúa (seudónimo de José Demaría Vázquez). Más tarde, apareció impresa en el libro Joselito, que se editó ese mismo año, escrito por El Caballero Audaz con imágenes del mismo Campúa.

Ganadería de la viuda de Ortega, negro, de siniestro aspecto, de 260 kilos de peso; es decir, pequeño, si se le compara con los 1.529, de todos los tamaños, pesos y castas, que despachó en las 669 corridas que toreó, en su período de matador. La corrida del 16 de mayo de 1920 constituyó para José Gómez, más que una jornada de riesgo, un alegre pasatiempo, una distracción derivada de la simpatía que mostró siempre por Talavera y de su deseo de torear en aquella plaza. Se convino que habría de alternar con su hermano político, el también malogrado, Ignacio Sánchez Mejias, y, en el momento oportuno, al disponerse a despachar el primer toro, se dirigió al presidente con este apasionado brindis revelador de su excelente estado de ánimo: "Brindo por el presidente, por.su distinguido acompañamiento, y por el pueblo de Talavera, donde tenía muchas ganas de torear, porque esta plaza la inauguro mi padre, por cuya memoria también brindo." 
Única imagen que existe de Joselito en la corrida de Talavera de la Reina donde se produjo la cogida mortal por el toro Bailador. Fue publicada por primera vez en la revista Mundo Gráfico y firmada por Campúa, lo que viene a demostrar que fue el único fótografo que se encontraba en el pueblo manchego la tarde de tan triste recuerdo. Fotografía: Archivo Campúa.

Gregorio Corrochano, el único revistero madrileño que se desplazó a Talavera, escribió el martes, 1» de, mayo, en ABC: "El toro se defendía y estaba bronco. "Joselito" le dijo al "Cuco", dos veces, que se apartara. "Cuco" cambió de sitio. Pases de, tirón trabajosos. El toro no embestía. José, muy cerca, dándole con la muleta en la cara, se retiró, y entonces el toro sé arrancó fuerte y pronto en un momento en que el torero no hacia nada, sino que se disponía a hacer. A José, sorprendido, no le dio tiempo a quitarse ni a dar la salida. El toro le cogió de lleno, le enganchó por el muslo derecho, y, en el aire, le dio una cornada seca y certera, como las que había dado a los caballos." 
Se incorporó el diestro trabajosamente,se miró el lugar de la herida, y al ver que le salían los intestinos por la rotura de la taleguilla, sufrió un desvanecimiento, del que se repuso cuando era conducido a la enfermería, en brazos de los subalternos, para proferir esta desgarrada lamentación dirigiéndose al más fiel de sus peones: —¡Ay, "Blanquet"! ¡Me ha "echao" las tripas fuera! Tres médicos de guardia, a los que se unió, media hora más tarde, el forense de Talavera, asistieron al diestro, que permanecía inerte sobre el lecho metálico de la enfermería- Nada pudo la ciencia ante las tremendas heridas, y la vida se le fue al torero sin que su semblante pálido experimentara la menor contracción, míentras el capellán de la plaza encomendaba su alma a Dios. 
Esta imagen fue tomada por Campúa a través de la ventana de la enfermería, para después acercar el plano. Con seguridad, Baldomero realizó la misma instantánea y la misma técnica, aunque con un ángulo ligeramente diferente, como se demuestra en las siguientes fotografías. Fotografía: Archivo Campúa.

Cuando Sánchez Mejias, finalizada la corrida, llegó, capote al brazo, hasta el lecho de agonía, dándose cuenta de que todo había terminado, sólo pudo decir: ¡Dios mío! ¡Dios mío! ¿Cómo ha podido ser?... Corrochano, al llegar a este punto, consigna en la mencionada crónica de ABC: "Y llegó la noche. Una noche tristísima, angustiosa, que pasamos en la enfermería mirando a "Joselito", alumbrados por unas velas, que proyectaban sombras siniestras que se movían. Las cuadrillas, aquellos hombres fuertes, hercúleos, hechos a la brega con los toros y a las emociones trágicas incesantemente: "¡Qué fatalidad! ¡Qué fatalidad!", TODO ESTA IGUAL El redondel, el callejón, el graderío, de la plaza de toros de Talavera de la Reina, fueron remozados; pero las dependencias, complementarias continúan igual. Así, el desolado recinto de la enfermería que fue escenario de la muerte de que queda hecha mención, sobre cuyo portalón de acceso se amontonan los carteles taurinos. 
La cama es la misma; el mismo menaje, la misma ventana con reja, por donde, en el histórico amanecer del 17 de mayo, penetró la luz imprecisa que alumbró el cadáver de ''Joselito, el Gallo" cuando se encontraba de cuerpo presente.
Intantánea de Baldomero. Resulta difícil de apreciar la ligera inclinación que tiene la cabeza de Joselito en ambas tomas, realizadas a través de los barrotes de la ventana y acercando el plano.

En tan destartalado recinto produce tristeza evocar el detalle de las heridas que fueron causa de la muerte de nuestro torero, según el parte de autopsia, que practicó el médico forense don José Fernández Sanguino: en la Inspección exterior, una herida de forma circular, de siete centímetros de diámetro, en la región hipogástrica derecha. En la cavidad abdominal, perforación del peritoneo y rotura de tres asas intestinales Desgarro de la aorta descendente a nivel del cuerpo de la segunda vértebra lumbar. 
Hemorragia interna, producida por la herida arterial, mortal en pocos minutos, y sin posibilidad de ninguna intervención científica." LA HUELLA DE SU SANGRE .(Después de la autopsia tuvo lugar el embalsamamiento del cadáver y su traslado a Madrid. Y, desde Madrid, a Sevilla, donde se le deparó definitivo descanso en el cementerio de San Fernando, en el artístico mausoleo que cinceló Benlliure. En tan sagrado lugar, en la fecha crucial del 16 de mayo de cada año, se renuevan los testimonios de afecto y devoción al que ya no existe. 
Varios fotógrafos tomaron la misma instantánea durante la larga noche. Fueron llegando en la madrugada del lunes a Talavera procedentes de Madrid. Esta imágen se tomo probablemente cuando abrieron las puertas de la enfermería a los reporteros gráficos.

Pero a los noventa y tres años de su cruento fenecer, su recuerdo más acuciante permanece vivo, sugeridor de las más hondas y sentimentales emociones, junto al bronce de su estatua de la alameda de Talavera de la Reina; en el redondel de la plaza donde aconteció la cogida mortal; en la enfermería desolada y triste, donde perdura todavía la huella de su sangre.
Fotografía de Campúa publicada en la edición especial del libro escrito por El Caballero Audaz. En el pie se puede leer: “Está amaneciendo… El pueblo de Talavera desfila, conmovido, ante el cadáver del lidiador gallardo, a quien poco antes aclamaba frenéticamente”.

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