Chaves Flores había nacido en Triana el 9 de enero de 1929 y desde muy joven manifestó su vocación taurina. Su carrera novilleril se fundamentó, en gran medida, en el importante triunfo alcanzado en Madrid el 29 de mayo de 1950, cuando la afición rompió en llamarle “el tercer hombre”. Por entonces triunfaba en los cines españoles la célebre película de Orson Welles y en los ruedos la novedad era la pareja Litri-Aparicio; muchas tardes Chaves Flores pasó a ser el tercer hombre del cartel. Tomó la alternativa en Sevilla el 30 de septiembre de 1950, lidiando toros de Clairac con Manolo dos Santos de padrino y Calerito de testigo. Y la confirmó el 14 de mayo de 1951, lidiando toros de Guardiola con Paco Muñoz y José María Martorell. A partir de la temporada de 1954 formó parte de los hombres de plata, escalafón en el que le consideró como una verdadera figura. Murió en su tierra natal el 24 de junio de 2000.
--A mí me quitó de matador un cornalón que me pegaron en Tijuana. Estuve un montón de tiempo que si me cortaban la pierna, que si no. Gracias a Dios y a Carlos Arruza salí adelante. De todos los matadores que había por allí, Carlos fue el único que se acordó de mí. Y fíjate la papeleta de encontrarme sólo en México y con aquella cornada. Carlos y yo acabamos siendo como hermanos. Cuando pude reaparecer era ya la temporada de 1956 y slot ore doce corridas y de esas que no quería nadie. Cuando estás en ese plan, además, resulta que su quedas bien la gente decía que el toro era bueno; si no podías triunfar, el malo era un. Por eso decidí hacerme banderillero, no era cosa de seguir en ese plan.
Pero acabó triunfando. Vestido de plata, pero siendo un número 1 en lo suyo. Siempre muy en su sitio, pero sabiendo que contaba con el aprecio de los aficionados. Lo suyo no era conformismo, era la filosofía de un hombre inteligente: “En la plaza siempre hay 60 o 100 aficionados que saben ver como trabajas, hasta en las tardes mas aparentemente grises. Pues esos son los que luego van a hacer posible que te coloques con un buen matador”.
En aquel mediodía, en el que lloviznaba ligeramente por cierto, pese a sus años en la profesión no ocultaba un punto de nerviosismo. “El que es responsable, desde luego pasa miedo como el que más. Se preocupa uno porque las cosas salgan bien. Yo, desde luego, sudo mucho todas las tardes”.
Su meta entonces seguía siendo su pasión por el toreo. “En esto estaré mientras que los toreros, que me busquen. El día en que tenga que ser yo el que vaya a buscar una colocación, lo dejo”. Pero ese pensamiento no se cumplió. Se fue de los ruedos porque consideró que era el momento de hacerlo, aunque colocación tenía hasta para poder elegir.Murio en el año 2.000.
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