Lo fue con toda justicia las que realizó el matador Antonio Moreno (Moreno de Alcalá), que se anunció de golpe y porrazo con seis toros de don Eduardo I Miura, el día (04-08-1907); un «valiente de verdad», dijo la Prensa al día siguiente, pues él solo, como espada, en la plaza de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Este suceso tenía el antecedente de Luis Mazzantini, pero no ha tenido consecuente en los anales de dicha plaza. Joselito se encerró también decenas de veces con seis toros. Don Eduardo I Miura llamó a su casa al Moreno de Alcalá para felicitarle de antemano y permitirle -¡caso insólito!- que fuera al “Cuarto” o a “Zahariche” a escoger los toros que más le gustasen. El torero renunció el favor y el honor. Que escogiera el ganadero los que él quisiera, como era norma de la casa.
En Sevilla se habló mucho de aquella prueba tan dura a que quiso someter el Moreno de Alcalá a su proverbial valentía. Al cabo de los años la prueba servióle para bien poco. Y la valentía igual. El Moreno de Alcalá cogió los tiempos en que el toreo empezó a ser algo más que una lucha heroica con los toros. El toreo basado en las facultades de las piernas comenzó a dejar paso al toreo con las muñecas y lejos de continuar siendo defensivo se convirtió en justeza, en proximidad y dominio en terrenos cada vez más reducidos. Esta nueva concepción de la lidia de reses bravas acabó con todos los que no fueron capaces de ajustarse a ella. Pero hay un hecho: es común que los aficionados se olviden muy pronto, inexplicablemente, de algunas proezas… si acaso no originan desgracias. Pero, sobre todo, si sólo se realiza una proeza aislada, sin continuidad.
La corrida se dio como estaba previsto, saturada de emociones y de sustos. Dicen las crónicas que entre los tres toros primeros cogieron al Moreno de Alcalá dieciséis veces, dejándolo en lamentables condiciones, pero no sin arrestos para ir a los toros después de cada percance, como si nada hubiera ocurrido. Después de las volteretas, el de Alcalá se ponía más cerca y se comportaba más valiente. Por lo visto se sabía la lección -¡terrible lección!- que circulaba por aquellos días en el mundo del toreo, que la única manera de ganarle la pelea a los toros de Miura era mostrarse más valiente que ellos. Esta teoría también la sostuvo Juan Belmonte, con formidable éxito.
Cuando tocaron a matar al cuarto toro, Moreno de Alcalá cogió la espada y la muleta y se fue sin vacilación al encuentro del enemigo. Por el camino se cruzó con uno de sus banderilleros. Este le miró asombrado. Al llegar el rehiletero a la barrera comentó con otros compañeros: Ese torero es el más valiente que ha «parió» madre. Va para el toro canturreando una malagueña. El Moreno de Alcalá mató los seis toros de Miura y se volvió a su pueblo justamente como si no hubiera hecho nada... ¡¡NADA... !! Ahora, en cambio, que estamos en otra época muy distinta y que se tiene de las cosas del toreo un concepto completamente distinto también, matar seis toros de Miuras tal vez representara algo... ¡Si ya los representaba el matador!
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